viernes. 19.04.2024
Foto: Pixabay
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Se entiende por elección de pareja un proceso mediante el cual una persona elije a otra para crear un vínculo estable. La elección de pareja es un mecanismo aparentemente espontáneo. Podríamos afirmar que, en la mayoría de los casos, cuando se elige una pareja, se deposita en ella, sin saberlo, un conjunto de expectativas, muchas veces idealizadas, asociadas con la sensación de placer y de bienestar.

Debido a la acción de diferentes mecanismos inconscientes, se espera que la otra persona complete nuestras carencias. En ese otro proyectamos nuestras necesidades y nuestros deseos insatisfechos y esperamos expectantes a que sea él o ella quien las resuelva.

Po regla general, el procedimiento de elección de pareja tiene su origen en un conjunto de emociones inconscientes, derivadas de las relaciones con nuestros padres. Es decir, de la relación que establecimos con ellos, especialmente durante la niñez y de la relación que entre ellos mismos se dio. Esto determina la estructura y el funcionamiento mental de la persona en su futuro. Nuestra manera de querer no nace de la nada, se forja desde los primeros momentos de la vida. 

Antoine de Saint-Exupèry dijo: “amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección”

El apego es el vínculo emocional que desarrolla un niño con sus padres o cuidadores y que le proporciona la seguridad emocional necesaria para su correcto desarrollo personal. Según la teoría del apego, la calidad y la elección misma de nuestras relaciones interpersonales dependerán de cómo haya sido el primer vínculo con nuestras figuras de apego, que son nuestros padres o cuidadores principales. El apego es por tanto el primer vínculo afectivo y base para todos los que creemos en nuestra vida. La teoría del apego de John Bowlby describe las relaciones entre los seres humanos, siendo su base la idea de que un bebé recién nacido necesita tener al menos una relación con un cuidador principal para que su evolución tanto social como emocional sea normal. 

La necesidad de estar cerca de una figura significativa es tan importante que el cerebro posee un mecanismo biológico específico, encargado de crear y regular la relación con las figuras de apego (padres, hijos o parejas sentimentales). Este mecanismo, llamado “sistema de apego”, consiste en un conjunto de emociones y conductas que garantizan seguridad y protección siempre que se permanezca junto a los seres queridos. Su existencia explica, por ejemplo, por qué los niños sienten ansiedad cuando se les separa de su figura materna, por qué la buscan desesperadamente o lloran con desconsuelo hasta que el contacto se restablece. Ese tipo de reacciones se conocen como “conductas de protesta”, y seguimos recurriendo a ellas, en cierto modo, en la edad adulta.

Según sea el estilo de apego se aprende a confiar o desconfiar de los demás, a buscar la intimidad o a evitarla, a cuidar y a ser cuidados, a querer y a ser queridos. Esto podrá verse en general en todas nuestras relaciones sociales, pero se hará más patente en las relaciones de pareja.

Por tanto, nuestras elecciones de pareja no son fruto del azar o del destino, sino que cuando elegimos los hacemos desde nuestra propia experiencia, con nuestras fortalezas y debilidades. En cualquier caso, el tipo de apego que hayamos creado con cada una de nuestras figuras de apego condicionará nuestra elección, pero nunca la determinará. Somos libres de elegir, debemos ser libres para elegir. Para ello, antes de nada, debemos saber quiénes somos y de dónde venimos, que llevamos en nuestra mochila y que nos falta. Así haremos plenamente consciente nuestra elección. 

Por último, compartir esta reflexión romántica de Antoine de Saint-Exupèry: “amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección”.

La elección de pareja: ¿fruto del azar o del destino?