viernes. 26.04.2024

El paro fomenta el racismo

Así lo asevera un informe del Observatorio del Racismo del Ministerio de Trabajo e Inmigración. La mayoría de la sociedad pide que sea más dura la ley de extranjería, considera que los inmigrantes no se integren y piensan que deberían tener menos derechos sociales.
NUEVATRIBUNA.ES - 02.03.2010

Paro y crisis económica son una fórmula mágica para incrementar la tensión social. Buscar un chivo expiatorio al que poder culpar de los males del país, es una técnica que estila. En este caso parece que son los inmigrantes los que cumplen este papel. Así lo confirma el informe 'Evolución del racismo y la xenofobia en España (2009)', elaborado por el Observatorio del Racismo del Ministerio de Trabajo e Inmigración.

La actual crisis ha elevado el rechazo de la población española hacia los inmigrantes, cuyo número considera "excesivo". En las 400 páginas del informe se señala la menor receptividad ante el foráneo y la consolidación de una imagen negativa que la asocia al deterioro de las condiciones laborales. Si todo ello fuera poco, gran parte de la sociedad española demanda que las políticas migratorias sean más restrictivas.

Pese a la contención de los flujos migratorios, debido al nuevo escenario laboral y a un mayor control de inmigrantes en situación ilegal, la transigencia con el extranjero se hace depender cada vez más de las necesidades laborales y de su capacidad de integrarse, según las 2.800 respuestas de la encuesta anual del Observatorio, que se realiza desde 2005.

El requisito de adaptación se antepone incluso al empleo para permitir el acceso al país y, aunque la población autóctona aprecia la riqueza cultural que trae la inmigración (incluso más que la económica), no ocurre así con la religiosa (la más desaprobada).

“QUE NO MOLESTEN AL RESTO”

Se asiente que los inmigrantes mantengan su cultura y costumbres, pero con la condición de que se avengan a las normas legales y sociales que configuran la vida en sociedad: "que no molesten al resto de los españoles".

A pesar de la importancia que dan los españolas a que los inmigrantes se integren, no valoran del mismo modo que los gobiernos propongan políticas de integración. El análisis concluye que el 37% de los encuestados son reacios a la inmigración, el 33% tolerantes y el 30% ambivalentes.

Respecto a si las leyes que regulan la entrada y permanencia de extranjeros son laxas o restrictivas, el 42% opina que son "demasiado tolerantes" (un porcentaje superior a años anteriores), frente a sólo un 5% que las cree "más bien duras".

Además, el 39% de los encuestados opina "muy aceptable" que "se expulse del país a los inmigrantes legalmente instalados que cometan cualquier delito", y un 29% lo valoran "bastante aceptable". Esto último supondría un ascenso del acuerdo en dieciocho puntos respecto a 2005.

MENOS DERECHOS SOCIALES

Por otro lado, en la última encuesta del Observatorio baja la opinión favorable a la concesión de la generalidad de derechos sociales sobre los que se pregunta. Descensos tibios, de apenas dos puntos porcentuales respecto al año anterior, en el caso del cobro del subsidio si se quedan parados y la obtención de la nacionalidad española.

Sin embargo, adquieren relevancia en el caso de los derechos a traer a su familia y a votar en las elecciones municipales. En el primero, el descenso alcanza los seis puntos porcentuales; en el segundo, siete puntos.

Del conjunto de derechos, son los relacionados con el sufragio los que siguen suscitando menor aprobación por parte de los españoles, seguido de la reunificación familiar.

Precisamente, este último derecho es el segundo que registra un mayor descenso en el espacio temporal de un año. De un 86 por ciento de aprobación en 2007 se pasa al 80% en 2008.

A la pregunta de si hay un grupo de inmigrantes por el que tenga más simpatía, uno de cada tres encuestados declinó responder y uno de cada cuatro respondió "ninguno".

A distancia aparece la mención genérica a "latinoamericanos" (12%), seguido de "africanos o subsaharianos" (5%) y "argentinos" (4%). En el lado opuesto, figuran marroquíes y rumanos.

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