jueves. 25.04.2024
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Los medios de comunicación regionales se han hecho eco de que la Consejería de Economía, Hacienda y Administración Digital ha cejado en su empeño, fijado en el Plan de reequilibrio Económico-Financiero 2012-2014, de vender el Complejo Residencial de Espinardo, junto a otros edificios que fueron, o siguen siéndolo, patrimonio de toda la ciudadanía murciana. Entre los que ya no son patrimonio de la Región, al ser vendidos en su momento, se encuentra el Palacio Campuzano, en la Plaza Romea, o el Palacio de los Pacheco, que fue sede durante años del Ministerio de Educación. Entre los que no consiguió vender, se encuentra el antiguo Hospital de los Arcos, en Santiago de la Ribera y el Complejo Residencial de Espinardo.

Como ha concluido que no puede venderlo, es su obligación recuperarlo para la actividad pública o, al menos, restaurar edificios notables que son Bien de Interés Cultural (BIC), en concreto, la iglesia, el teatro, el edificio de la administración y el pabellón residencial mixto, alguno de ellos sometidos al vandalismo dada la total desprotección que sufren.

Seguramente, el deseo de desembarazarse de un conjunto residencial de tanta importancia en su momento, impulsó al cierre, en el verano de 2013, del Centro Ocupacional ubicado en el recinto. Además de la enajenación del patrimonio de toda la ciudadanía, el Plan de Reequilibrio incluyó también una salvaje reducción del personal propio del Servicio Murciano de Salud, del personal docente de la Consejería de Educación y del personal de la Administración General de la Comunidad Autónoma y de sus organismos autónomos, recorte que todavía se sigue sufriendo con la dotación insuficiente de recursos humanos en las consejerías para satisfacer los derechos ciudadanos o para mantener la calidad de la sanidad pública, de la educación pública y de los servicios sociales también públicos, o anunció medidas como la inútil subasta pública de amarres de lujo en los puertos recreativos regionales, un absoluto fracaso en reiterados presupuestos regionales.

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El Complejo Residencial de Espinardo está inventariado por la Fundación Docomomo Ibérico, que forma parte de Documentation and Conservation of buildings, sites and neighbourhoods of the Modern Movement, organización internacional creada en 1990 con objetivo de consignar, divulgar y proteger el patrimonio arquitectónico del Movimiento Moderno con, por cierto, varios edificios de la arquitectura industrial en la Región, lo que no los ha salvado de la demolición. El último de ellos, la Central Lechera Murciana.

El Complejo fue desde su inauguración el 14 de abril de 1970 un conjunto urbano que integraba diversos servicios públicos

No se trata de indagar en este artículo de lo que importa la arquitectura moderna a los organismos públicos que deben velar por su conservación. A los hechos nos remitimos. No obstante, el Complejo Residencial de Espinardo fue en su momento, desde su inauguración por el Ministro de la Gobernación, Garicano Goñi, un 14 de abril de 1970, un conjunto urbano que integraba diversos servicios públicos, desde su uso residencial para la tercera edad hasta el de protección juvenil o el de centro ocupacional. Mucha gente, muchos compañeros, jubilados o no, muchos usuarios y muchos familiares de los mismos, siguen manteniendo una fuerte vinculación personal, incluso emocional, con un entorno laboral y residencial en el que trabajaron, vivieron y visitaron en diferentes momentos de sus vidas. Posiblemente, indeleble permanece la imagen del espacio formado por el edificio administrativo, la iglesia, el teatro y los tres módulos de la residencia de la tercera edad. O la integración entre escultura y arquitectura del conjunto.

El deterioro provocado por el abandono del Complejo Residencial de Espinardo era ya notable antes de que cerraran el último de sus servicios en activo, el Centro Ocupacional de Espinardo, en agosto de 2013, concebido el desalojo en pleno verano para evitar la movilización de la Asociación de Madres y Padres y de los trabajadores del centro, que fue notable en plena canícula estival con manifestaciones y diversas actuaciones, como la realización de una cadena humana que rodeó la Catedral de Murcia, la  interpelación a los grupos parlamentarios de la Asamblea Regional de Murcia o al pleno del Ayuntamiento de Murcia, o la intervención en programas de las emisoras de radio de la ciudad. Ya por entonces las ratas campaban por los aledaños de sus edificios y la naturaleza recobraba gran parte de las áreas no asfaltadas y los parterres de sus anteriormente muy cuidados jardines.

Aquel mundo abigarrado de residentes y trabajadores del Complejo Residencial de Espinardo no volverá. Aquel conjunto urbano con residencias de personas mayores, de protección juvenil y ocupacional, con servicios de cocina, almacén, mantenimiento, con iglesia y teatro tampoco se olvidará nunca, porque fue un avance importante en unos años de desarrollo económico, no tanto político, de lucha sindical y de reconocimiento incipiente de que las personas tenían derechos y de que su satisfacción debía ser también de calidad.  No obstante reconocer la irreversibilidad del tiempo y de decisiones en nuestra opinión erróneas, seguramente mucha gente que vivió y trabajo en aquel lugar, se sentirá aliviada porque por fin la Comunidad Autónoma hace algo por preservar un entorno arquitectónico único y un espacio físico de vivencias, recuerdos, amarguras y esperanza de, no nos cabe dudas, miles de personas. ¡Vaya este artículo por ellos!

 

El Complejo Residencial de Espinardo en la memoria