jueves. 28.03.2024
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Fotos: Médicos Sin Fronteras

Las niñas y mujeres jóvenes se ven expuestas a todo tipo de abusos durante el trayecto migratorio hasta Marruecos

Médicos sin fronteras ha realizado un estudio sobre la problemática de la violencia sexual que sufren las mujeres emigrantes subsaharianas hasta llegar a Marruecos, país de tránsito migratorio hacia Europa. El endurecimiento de las políticas europeas sobre el control de las fronteras externas, revierte sobre los emigrantes. A las políticas de control europeo, tras la firma de acuerdos de readmisión en los países de origen, se suma la expulsión de las personas sin papeles. Todo ello conforma una situación de extrema gravedad, especialmente para las mujeres.

La ONG es testigo directo del impacto que las políticas europeas causan en los países fronterizos en la salud física y mental de hombres y mujeres que se ven obligados a emigrar, y en aquellos que solicitan asilo en Marruecos. La dificultad de tránsito de las rutas tradicionales ha obligado a las personas a realizar viajes más largos y peligrosos, además de enfrentarse a una situación de bloqueo indefinido en Marruecos. Durante el último año, el endurecimiento de los controles fronterizos, ha contribuido a la reducción del número de emigrantes africanos en Marruecos, pero no ha mejorado su situación.

Actualmente la violencia sigue siendo una constante en la vida de estas personas; el 39% de las 5.231 personas entrevistadas por Médicos sin Fronteras reconoció haber sufrido algún tipo de agresión. El censo elaborado por Médicos sin Fronteras fue realizado en las ciudades de Nador, Oujda, Casablanca, Salé y Rabat; en ellas se recogen las consultas médicas por actos de violencia. Las niñas y mujeres jóvenes se ven expuestas a todo tipo de abusos durante el trayecto migratorio hasta Marruecos.

En general, viajan hacinados en la parte posterior de las pick-ups que atraviesan el desierto, no hacen paradas para dormir, comer y apenas llevan agua. Según varios testimonios, hay personas que mueren por las malas condiciones del trayecto o por la violencia. Las mujeres añaden otro factor; ser víctimas de violencia sexual. Según Médicos sin Frontera, el paso fronterizo de Argelia-Marruecos es extremadamente peligroso, sobre todo para las mujeres; son pocas las que se atreven a hablar de las agresiones sufridas y mucho menos a denunciarlas.

La atención de casos de violencia sexual ha sido constante y aumenta progresivamente desde julio de 2009. Entre mayo de 2009 y enero de 2010, una de cada tres mujeres atendidas por Médicos sin Fronteras en Rabat y Casablanca admitió haber sufrido uno o múltiples episodios de violencia sexual durante el proceso migratorio y también en territorio marroquí. Esta cifra podría ser más elevada, ya que algunas mujeres no lo reconocieron.

Una recién llegada a Maghnia es de quien quiera; no puede negarse, no puede irse, todo se paga con sexo

MSF ha documentado las historias de 63 mujeres que han declarado haber sufrido violencia sexual durante el trayecto migratorio, en la frontera o dentro del territorio marroquí. Estas 63 pacientes oscilan entre 2 y 40 años, el 21,5% son menores de edad y un 10% de ellas menores de 16 años. La mayoría son de la República Democrática del Congo (RDC), principalmente de las zonas en conflicto bélico, y de Nigeria, pertenecen mayoritariamente a las etnias Ibo y Yoruba, las más pobres de este país. También proceden de Camerún, Congo-Brazzaville, Costa de Marfil y la República Centroafricana (RCA), entre otros. La gran mayoría de las mujeres entrevistadas por Médicos sin Fronteras habían huido de sus países de origen por conflicto armado, persecución política y otros tipos de abusos, tales como matrimonios forzosos, violencia doméstica y abusos en el hogar.

“Una recién llegada a Maghnia es de quien quiera; no puede negarse, no puede irse, todo se paga con sexo. Aunque vaya con su bebé o con su hijo, toda mujer debe pasar por lo mismo”, declara un testigo de 31 años que estuvo en la zona. La ciudad de Oujda es una de las puertas de entrada hombres y mujeres emigrantes en tránsito hacia Europa; también es el lugar donde las personas son habitualmente expulsadas por las Fuerzas de Seguridad marroquíes. Aunque oficialmente la frontera administrativa con Argelia sigue cerrada, los emigrantes subsaharianos detenidos en ésta y otras ciudades son expulsados y abandonados en esta frontera desértica.

Tres casos significativos del informe de MSF

1) O.A, mujer de 26 años dejó su país a causa del conflicto político. Cuando volvía de recoger leña, vio a dos soldados golpeando a su padre. Pasó tanto miedo que decidió abandonar el pueblo. Al llegar a una aldea, se encontró con un grupo de gente vestida con ropa verde caqui, como los soldados, y les preguntó cómo seguir el camino. Le dijeron que se sentara y esperara. Según relata O.A., un hombre pasó por detrás de ella y le tapó la boca con la mano mientras otro se colocó delante. Le hizo quitarse las bragas y la penetró por la vagina. Gritó pero nadie la ayudó. Los demás también abusaron de ella, pero estaba semiinconsciente y no sabe cuántos fueron. Ya en Mauritania, como no tenía pasaporte, un camionero le propuso llevarla escondida debajo de su asiento. Por el camino, el camionero y otro hombre que viajaba con ellos le dijeron que bajara del vehículo; allí no había nadie, estaban en mitad del desierto. En un momento dado, el camionero se acercó a O.A. y la golpeó. Cayó al suelo, donde le estrujó los pechos y la insultó. Después el otro hombre la violó. Gritó pero nadie podía oírla, estaban en medio del desierto. Cuando terminaron, los dos hombres se dieron a la fuga.

2) La policía arrestó a T.D., mujer de 14 años, en la medina de Oujda cuando iba al mercado a comprar comida y la llevó a la comisaría donde había 28 personas subsaharianas, de ambos sexos, detenidas, las cuales fueron expulsadas y devueltas a la frontera esa misma tarde, dejándolas abandonadas en pleno desierto. T.D. caminaba con tres hombres y otras dos mujeres, cuando el grupo fue atacado por bandidos marroquíes: en total, seis hombres armados con cuchillos. Según el relato de T.D., cada mujer fue violada por tres bandidos, uno tras otro.

3) Mujer de 19 años: A.A. se había quedado sola en su país después de la muerte de su madre y de que su padre tuviera que huir por persecución política. Una amiga de la familia fue a buscarla y viajaron en avión hasta Casablanca y luego a París. En el aeropuerto fueron rechazadas y devueltas a Marruecos. De vuelta en Casablanca, A.A. fue separada de la mujer que la acompañaba y enviada a la comisaría de Oujda. Esa misma noche fue expulsada a la frontera con otros 15 emigrantes de diversas nacionalidades. Ella era la única mujer del grupo. Cuatro policías con perros los llevaron en coche hasta un lugar en mitad del desierto. Entonces, dos policías se llevaron a A.A. aparte, le dijeron que se levantara la ropa y, al negarse, un “soldado” le dio una bofetada y la tiró al suelo. El otro le agarró los brazos mientras la desnudaban. Después de violarla, los policías la levantaron del suelo y la llevaron de nuevo con el resto de emigrantes y los otros dos policías que aguardaban.

Violencia en Marruecos

La estigmatización que sufre la mujer subsahariana le bloquea el acceso a una atención médica

Cada vez son más las personas que solicitan asilo que se han encontrado bloqueadas en Marruecos. Las mujeres y menores no acompañadas sufren agresiones de todo tipo que quedan impunes; su situación irregular les impide denunciar. De todos los casos conocidos por Médicos sin Fronteras, sólo una mujer (aún con hematomas y sin contar con asesoramiento previo) denunció la violación ante las autoridades, pero de nada sirvió; el hombre denunciado alegó el consentimiento de la víctima y fue absuelto. Otras mujeres están bajo el control de las redes de trata o tráfico de personas. De las 63 mujeres entrevistadas por Médicos sin Fronteras, un tercio afirmó haber sufrido alguno de estos abusos sexuales en Marruecos (sin incluir Oujda).

MSF trató a 54 mujeres por secuelas de abortos, el 74% de los cuales habían sido provocados debido a embarazos no deseados. Según las mujeres que prestaron su testimonio, el 23% quedaron embarazadas como consecuencia de violaciones, el 35% tenía problemas de salud sexual y reproductiva vinculados a la violencia sexual, y el 33% de índole psicológica: insomnio, anorexia, pesadillas, estados de estrés y ansiedad, depresión, pasividad emocional, fuerte sentimiento de culpa o vergüenza, pensamientos suicidas, etc.

La estigmatización que sufre la mujer subsahariana –tanto por su condición femenina como por su origen y por su situación de irregularidad en Marruecos-, le bloquea el acceso a una atención médica, social y legal. La necesidad de una atención integral para las víctimas de violencia es fundamental, pero no existen los mecanismos para asumir este tipo de casos. De la misma manera que el Gobierno de Marruecos debe dar una respuesta integral a las víctimas de violencia sexual, los países de la Unión Europea deben asumir la responsabilidad de sus políticas de migración y asilo, cada vez más restrictivas, sobre el aumento de la violencia en general de los emigrantes, en especial las más vulnerables, como las mujeres y las niñas.

Violencia sexual sobre las mujeres migrantes africanas