sábado. 20.04.2024

Las declaraciones son contradictorias, pero en el interior del kirchnerismo han proliferado en los últimos días las declaraciones en torno a la necesidad de reformar la Constitución y se habla abiertamente del aspecto más delicado: la inclusión de una cláusula de reelección ilimitada, que habilitaría a Cristina Fernández a ser nuevamente candidata en 2015. Se cumpliría así la aspiración de una “Cristina eterna”, que pedía la diputada Diana Contidurante el primer mandato de la presidente.

Se espera con interés la próxima declaración de Carta Abierta, la agrupación de intelectuales que se constituyó en el 2008 para apoyar al gobierno en su conflicto con el campo. Pero ya se conocen algunas ideas y, sobre todo, la decisión de sus principales referentes (el filósofo Ricardo Forster, la socióloga María Pía López y el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González) de apoyar la reelección de Cristina, ante la ausencia de un recambio que asegure la continuidad del “modelo”.

No solo no hay candidato, sino que las posibilidades dentro del peronismo producen urticaria en el kirchnerismo. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, que mantiene un alto índice de popularidad, es rechazado y caracterizado como un submarino de la derecha. Y esto a pesar de haber sido elegido por Néstor Kirchner como su vicepresidente y de haber sido después su candidato para gobernador en el distrito electoral más importante del país.

María Pía López lo dijo claramente en declaraciones que recoge el diario La Nación: “creo que la reforma constituyente es urgente porque el kirchnerismo no tiene otro candidato que Cristina Fernández de Kirchner. Este proceso político no puede ser continuado por personas como Scioli y no ha surgido un candidato alternativo”. Ni Scioli ni José Manuel de la Sota, gobernador de Córdoba, otro peronista con aspiraciones presidenciales, que controla el tercer distrito electoral del país.

El filósofo Forster, además, sostiene que la actual Constitución, de 1994, “fue parida por el consenso de Washington y fue pensada para el proyecto neoliberal de sumisión de la Nación, de extranjerización de la economía, de saqueo de los recursos naturales y de exclusión de millones de argentinos, fue dictada cuando se proclamaba la muerte de las ideologías y el fin del Estado Nación, se la escribió contra el pueblo y contra los intereses nacionales”.

En la oposición se preparan para resistir el embate y señalan que lo que hay que hacer con la vigente Constitución es cumplirla. Y se recuerda el avance importantísimo que supuso la inclusión en la misma de los tratados internacionales, especialmente los relativos a la defensa de los derechos humanos.

Roberto Gargarella, profesor de Teoría Constitucional de la UBA (Universidad de Buenos Aires), sostuvo en un artículo en Clarín que la Constitución vigente ya incluye todas las demandas relevantes que exige el oficialismo, aunque desde esas mismas filas se niegan a desarrollar y reglamentar algunos derechos allí contemplados: “el oficialismo niega, en los hechos, la posibilidad de dar vida a las reformas que ya existen y que luego reclama como si no existieran”.

El historiador Natalio Botana, desde las páginas de La Nación, escribía recientemente que las constituciones “no deben ser pensadas para satisfacer las apetencias de ocasión. Deben, por el contrario, ser un hogar de encuentro de la realidad plural de la democracia y representar un pacto de larga duración que otorgue a las naciones el esquivo atributo de la previsibilidad y la seguridad jurídica”.

“De la decisión que tome (Cristina) depende el destino de la patria”, dijo Guillermo Moreno, el controvertido secretario de Comercio Interior. Detrás está la idea de “ir por todo”, que impulsan los sectores más radicales del oficialismo, con la agrupación juvenil La Cámpora en primer lugar.

La agrupación Kolina, que lidera Alicia Kirchner, cuñada presidencial y titular del ministerio de Desarrollo Social, colaboró con carteles en tres dimensiones “para que la oposición pueda ver el proceso de transformación y liberación que se lleva adelante”. Sobre el fondo de una bandera nacional, aparecen el general San Martín (libertador de la Argentina), Perón y la presidente.

Pero tanto Agustín Rossi, jefe del bloque de diputados kirchneristas, como Aníbal Fernández, ex jefe de gabinete y actual senador, niegan que desde el gobierno se impulse la reforma. Sin embargo, varios gobernadores relanzaron la idea y, como en los tiempos del PRI mexicano, parece una “cargada de los búfalos”, para ver quién llega antes con su mensaje halagador para la Casa Rosada. Aunque también es una forma de asegurarse la buena voluntad de la presidente, que distribuye a cuentagotas y de acuerdo al grado de afinidad, los dineros de la llamada coparticipación, vital para la supervivencia de las provincias.

La discusión esperaba darse a partir de mediados del año próximo, cuando se renueven parcialmente las dos cámaras del parlamento, en las que el kirchnerismo espera reforzar sus filas. Necesitan los dos tercios para convocar una Constituyente, pero se lanzan estos días ideas para no tener que esperar. Jorge Sapag, gobernador de Neuquén, sostuvo que para habilitar una nueva reelección no era necesaria una Constituyente, bastaría una enmienda, “ya que la posibilidad de renovar cargos no afecta el espíritu de la Constitución”.

Aunque el artículo 30 de la carta magna es claro, Julián Domínguez, presidente de la cámara de Diputados, buscó el atajo señalando que “cada pueblo es soberano de elegir su propio destino”. Y se ha desenterrado un proyecto de ley de 1993, cuya autoría corresponde al fallecido diputado Francisco de Durañona y Vedia (UceDé, derecha), reinterpretando la ley para establecer que se necesitarían dos tercios de los votos de los parlamentarios presentes, y no del total, para decidir sobre la necesidad de la reforma constitucional. 

En cualquier caso, tanto el estado de la economía como el humor de la población serán decisivos a la hora de lanzar una iniciativa política de gran calado como esta. Los ejemplos de la región, como Venezuela, Ecuador y Bolivia, indican que es lógico que el kirchnerismo intente mantenerse en el poder. También los propios antecedentes, ya que Néstor Kirchner reformó la constitución provincial cuando era gobernador de Santa Cruz para establecer la reelección indefinida. Eso sí, cuando Carlos Menem quiso hacer lo mismo, los Kirchner se opusieron. 

“La gente se muere de ganas de que siga Cristina”, dijo recientemente el cuestionado vicepresidente Amado Boudou, que al estar investigado por posible corrupción se ve  obligado cada día a hacer buena letra para mantener el apoyo de la presidente. Los cálculos del gobierno son que el año próximo la situación fiscal será mucho más desahogada. Una vez que se afrontaron este año las obligaciones del pago de la deuda del corralito, habrá mucho más dinero para volcarlo en obras públicas y gasto social y revertir la tendencia declinante del gobierno y la presidente en las encuestas. Y se espera que la brusca desaceleración de la economía se recupere para entonces.

El gobierno, además, da por hecho que está próximo el fin del Grupo Clarín, su principal enemigo, por encima de una oposición que no levanta cabeza. Sus expectativas tienen que ver con un reciente fallo de la Corte Suprema estableciendo que el 7 de diciembre próximo deberá finalizar la medida cautelar que mantiene en suspenso la cláusula que obliga a la desinversión del conglomerado mediático, para adecuarse a la Ley de Medios. El gobierno sueña con que Clarín se vea obligado a deshacerse de uno de los dos canales de televisión, uno abierto y otro de cable (con preferencia éste, que con sus programas periodísticos, sobre todo los de las diez de la noche, molesta mucho más), y a desmembrar la empresa de televisión por cable, Cablevisión, principal fuente de ingresos del grupo. 

Relanzan en Argentina el ‘Operativo Clamor’