jueves. 28.03.2024
india
Manifestación contra las violaciones en India. (Foto: Europapress)

India, potencia económica, informática, militar y atómica tiene entre sus 1240 millones de habitantes unas tremendas desigualdades. Es el cuarto país más peligroso del mundo para las mujeres.

Los feticidios, infanticidios y feminicidios han hecho que hoy falten en la India 50 millones de niñas. El Estado de Bengala Occidental, cuya capital es Calcuta, es uno de los peores ya que registra el 12% de delitos contra las mujeres de todo el país, según datos de Naciones Unidas.

Sus contrastes son brutales. Podemos pasar de los  más avanzados  campus tecnológicos de Bangalore a la pobreza más absoluta de Andra Pradesh, de los homeless de las grandes ciudades a los maharajás que todavía existen.

La batalla contra el aborto selectivo de niñas, contra las bodas infantiles y contra la exclusión de la mujer de la escuela son algunos de los grandes problemas a solucionar.

Las niñas son un colectivo especialmente vulnerable por desatención de la salud y malnutrición. En lo primeros años de vida, mueren un 40 por ciento más de niñas que de niños.

Miles de mujeres embarazadas eligen no tener una niña, ya  que  se ven privadas de cuidados, alimentos o asistencia sanitaria que sus familias destinan a sus hermanos. Cuanta más pobreza, mayor privilegio de los varones dentro de los hogares.

El 25% de las niñas  sufre malnutrición. En el seno de muchas familias todavía es habitual ver comer al padre y  a los hermanos varones primero y a las mujeres después.

Los últimos datos del Buró Nacional de Registro de Crímenes de la India indican que 8.233 mujeres fueron asesinadas en 2012 por la dote, un descenso respecto a las 8.618 muertes de 2011.  La dote fue suprimida por ley en 1961 pero  hoy en el día  sigue llevándose a cabo. Las tradiciones son una losa insuperable  para las  ciudadanas.

Para las clases altas la dote es un símbolo de poder pero para la mayoría de las familias es una ruina que puede llevar a la muerte.

El suicido es la principal causa de muerte entre las féminas indias, especialmente entre los  15 y los 29 años, según el informe Global Burden of Diseases, Injuries, and Risk Factors . El matrimonio,concertado por lo general, representa la principal causa.

Desde 1994 está prohibido que se informe del sexo del bebe a los futuros padres, pero por unos pocos euros el médico les dará un caramelo azul o rosa. La revista The Lancet estima que hasta 12 millones de niñas podrían haber sido abortadas desde 1984 en éste país.

El 44,5% de las mujeres son desposadas antes de los 18 años pero la realidad es que muchas niñas son obligadas a casarse con hombres mayores incluso antes de tener la primera menstruación. Y como consecuencia de esta práctica nos encontramos con un aumento importante de niñas viudas que son incapaces de mantener a sus hijos, de saberse desenvolver en una sociedad competitiva, sin formación  y que acaban viviendo de la caridad.

Hasta hace unos años, esas niñas viudas pasaban a pertenecer a un hermano de su marido pero la mayoría de las veces son abandonadas a su suerte o bien son tratadas como trabajadoras- esclavas por parte de la familia del marido. Suelen vivir  ocultas. Su viudedad es la muerte social.

La situación es tan límite que hasta se ha creado una ciudad de las viudas.

Más de quince mil mujeres- niñas viven en la ciudad de Vrindavan, al norte de la India, a 150 kilómetros de Delhi, según datos del  del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer.

Ahí conviven ancianas con mujeres de mediana edad  y con niñas. Todas son consideradas  de tercera categoría. Una mujer que ha perdido a su marido debe permanecer en duelo el resto de su vida, según las tradiciones hinduistas más conservadoras. Debe olvidarse de sus coloridos saris, no llevar ningún ornamento y cortarse todo el cabello para no producir deseo en otro hombre.

En India hay unos 33 millones de viudas, muchas de las cuales viven en aldeas donde sufren crueles abusos y marginación.

“Me casaron a los doce años con mi tío. No había tenido aún mi primera menstruación. Me llevaron a vivir a una cabaña compartida donde vivía una hermana de mi marido y otros familiares. Me trataron como una criada. Enfermé y me vinieron a buscar mis padres” explicó Nagalaskshmi al escritor gallego Manuel Rivas y que él relata en su libro Rumbo a las estrellas.

Pero la vida de esta mujer todavía empeoró más. Posteriormente fue vendida por setenta mil rupias y obligada a ejercer la prostitución. Durante tres años la maltrataron  y le frotaban guindillas verdes  en los ojos. Finalmente encontró su salvación en la Fundación Vicente Ferrer.

Mujer india: Sola ante el peligro