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AGNESE MARRA / NUEVATRIBUNA.ES - 02.02.2010

La última masacre de Ciudad Juárez ha vuelto a remover los cimientos del Estado y ha puesto sobre la mesa el fracaso del Plan Anticrimen ejecutado por el PAN. La pasada madrugada del domingo, alrededor de 15 sicarios mataron a 16 personas que celebraban una fiesta de cumpleaños en su casa. Murieron 13 jóvenes y tres adultos (padres de los chicos).

Según los testigos, los sicarios cortaron las calles con sus furgonetas, acribillaron a sus objetivos y se fueron “caminando despacito como si no hubiera pasado nada”, declaró uno de los vecinos de la zona. Las autoridades policiales tardaron en llegar a la escena del crimen, y una vez allí se encontraron con padres desesperados que les recriminaron su mala actuación. Uno de los testigos decía que la Policía había comenzado a mover cosas, destruyendo así las posibles pruebas: “No sirven para nada”, decía el padre de otra de las víctimas en el Diario de Chihuahua.

No sólo la brutalidad del crimen ha impactado a la sociedad mexicana, el trabajo de la Policía también se ha puesto en entredicho. Las primeras líneas de investigación barajaban la posibilidad de que una de las adolescentes asesinadas hubiera sido testigo meses antes del asesinato de cuatro jóvenes. La última teoría viene de DF, fuentes gubernamentales señalaron como posibles culpables a los narcomenudistas que habrían asesinado a los jóvenes en venganza contra uno de ellos, que habría sido distribuidor de drogas. Esta segunda línea ha indignado todavía más a los progenitores que han pedido que “se limpie el nombre” de sus hijos, los cuales, según ellos, el único crimen que cometieron fue sacar buenas notas en el colegio.

Las investigaciones siguen abiertas, y la segunda teoría es la que menos convence. El ambiente que se respira en Juárez habla de la desconfianza que se siente ante las fuerzas del orden. Desde que los militares salieron a la calle para sumarse a la lucha contra el narco, la violencia en Juárez ha aumentado en un 300%. Los homicidios entre narcos se confunden con los asesinatos extrajudiciales que cometen el ejército y la Policía sobre cualquier ‘sospechoso’. Los crímenes contra defensores de derechos humanos también están a la orden del día, y los culpables están más cerca del Estado que de los cárteles de droga.

Fuentes de nuevatribuna.es apuntan más a la primera teoría. “Lo que pasó ahora tiene que ver con un tipo de violencia en Juárez paralela a los feminicidios en la que están metidas las autoridades policíacas y judiciales y tiene que ver con la impunidad de los militares en los crímenes que se cometen en la lucha contra el narco. La presunta testigo podría haber visto un crimen posiblemente perpetrado por las autoridades policiales”, señalan desde México. Las mismas fuentes confirman que sólo es una teoría más, pero la realidad de Juárez muestra la falta de seguridad que sienten los mexicanos ante las fuerzas del Estado. El testimonio de los padres que inculpaban a la Policía de ocultar pruebas y de no actuar con contundencia, es sólo un ejemplo más del temor que suscitan tanto la s Fuerzas Armadas como los propios narcotraficantes.

EL FRACASO DE LA ESTRATEGIA ANTICRIMEN

Al día siguiente de la matanza, se perpetraba un nuevo ataque en Chihuahua, Ciudad Juárez. Un comando armado asesinaba a cuatro hombres y una mujer y hería a seis varones más. Las víctimas se hallaban en el salón de baile “Bandoleros” y aparentemente una de ellas era agente de la Policía Estatal de Chihuahua.

El lunes en el Senado de la República se ponía sobre la mesa los resultados de la estrategia Anticrimen. Con la resaca de las matanzas de Juárez, se generó un fuerte debate entre los senadores de todos los partidos, donde la oposición responsabilizó al gobierno federal de lo que llamó “el fracaso en el combate al crimen organizado”.

“No busquemos los culpables en otra parte, somos nosotros, esta clase política y este tipo de legisladores los que estamos permitiendo que esto suceda”, acusó el senador por Chihuahua, Ramón Galindo, quien fijó la postura del PAN en el debate. “Son nuestros muertos, de ustedes y míos, es nuestra sangre, no busquemos los culpables en otra parte.”

“¿Qué hemos hecho en cuatro años para fortalecer a la institución local? ¡Nada! Por eso la sangre de Ciudad Juárez y de Torreón corre por estos pasillos, corre aquí y pasa entre las curules, y seguirá mientras no entendamos que la estructura del Estado federal mexicano no es la adecuada”, denunció quien fuera alcalde de Ciudad Juárez.

JUÁREZ: LA URBE MÁS VIOLENTA DEL MUNDO

El asesinato múltiple de la madrugada del domingo cerró las cifras de enero con más de 300 ejecuciones, 230 en la ciudad fronteriza, y colocó nuevamente a Chihuahua en el primer lugar mundial en violencia.

Las estadísticas ubican a Chihuahua como la entidad más violenta del país durante 25 meses consecutivos, en los que el 80% de los asesinatos se perpetraron en Ciudad Juárez, que se mantiene como la urbe más violenta del mundo.

El año pasado fue el más sangriento en la historia contemporánea de Chihuahua, con más de 3.500 ejecuciones y sólo en el primer mes de 2010 se han cometido más de 300 homicidios ligados al crimen organizado, señalan fuentes de La Jornada de México.

Según estadísticas de la Subprocuraduría de Justicia Estatal, zona norte, la guerra entre bandas de narcotraficantes en Juárez ha dejado desde 2008 hasta la fecha más de 4.500 víctimas, de las que el 30% eran menores de 20 años.

Registros de la dirección de seguridad pública municipal indican que al menos 14.000 adolescentes de entre 13 y 17 años forman parte de alguna de las 521 pandillas que operan en 86 colonias de Juárez, de un total de 800 que existen en la ciudad.

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