viernes. 19.04.2024

Los secretos de Itamaraty sobre el regreso

AGNESE MARRA
La diplomacia brasileña ha sacado sus mejores galas para lograr algo que muchos intentaron: la vuelta de Zelaya a su país. Una multitud de hondureños han recibido al presidente derrocado y el futuro del mandatario está por negociarse. Estados Unidos ofrece un incondicional respaldo. Lula se mantiene discreto ante su hazaña y el resto de los líderes latinoamericanos celebran la noticia. La dictadura parece ver su final.
NUEVATRIBUNA.ES - 22.09.2009

Manuel Zelaya ha regresado como se fue. De madrugada y por sorpresa. Cuando el panorama internacional estaba más entibiado que nunca, y parecía que el golpe de estado hondureño no tenía fecha de caducidad, el presidente derrocado ha conseguido entrar a su país burlando a Micheletti, quien tardó algunas horas en darse cuenta de que su enemigo estaba casi de vecino.

Honduras y Brasil hoy son la gran noticia. La primera por conocer cuál será su futuro. La segunda, por convertirse en el pasaporte de Zelaya en Tegucigalpa. Después de cientos de negociaciones encabezadas por el presidente costarricense, Óscar Arias, y por el venezolano, Hugo Chávez, ha sido la diplomacia de Itamaraty (el palacio del Ministerio de Exteriores brasileño) haciendo gala de la fama de la que presume, quien ha conseguido que el presidente derrocado regresara a su país ‘de la mano’ de Lula Da Silva.

De camisa blanca, pantalón negro y sombrero de ala ancha, Manuel Zelaya salió desde un balcón de la embajada brasileña para contar al pueblo su peculiar regreso a Itaca. Como el mismísimo Ulises, el presidente constitucional hondureño, aseguró que hizo “mil proezas” y un periplo de unas 15 horas para ingresar en territorio hondureño. “Se tuvieron que realizar diferentes movimientos en varios países, se tuvo que cambiar de transportes, hacer planificaciones para poder evadir retenes militares, postas policiales y los círculos de control que existen”. Las dosis de mayor romanticismo latinoamericano surgieron de su canciller Patricia Rodas: “El presidente Zelaya atravesó montañas y ríos para llegar a estar junto a su pueblo”.

FUTURO INCIERTO

El toque de queda impuesto por el golpista Roberto Micheletti no ha evitado que la embajada de Brasil en Honduras esté completamente rodeada por los hondureños que apoyan a Zelaya. El gremio de maestros, el más organizado de Honduras, adelantó que comienza hoy un paro indefinido. “La gente está muy entusiasmada –declaró al diario argentino Página12, Lorenzo Sánchez, del sindicato docente–. La resistencia y el pueblo en general esperamos que se revierta el golpe”, coincidió Berta Oliva, de la comisión de familiares de víctimas de la represión.

“Sí se pudo, sí se pudo”, coreaba la multitud a las puertas de la embajada. Zelaya rápidamente respondió: “A partir de ahora nadie nos vuelve a sacar de aquí: patria, restitución o muerte. Sin embargo algunos de los miedos que pesan sobre el mandatario derrocado es que “no se use la violencia contra el pueblo que viene a defenderme”. Por ahora los helicópteros sobrevuelan el cielo hondureño al tanto de cada movimiento que se pueda hacer desde la embajada de Brasil.

Micheletti, después de su desorientación de las primeras horas (en las que negaba que Zelaya hubiera regresado) se ha mostrado tajante en su negativa al diálogo. “Hago un llamado al gobierno de Brasil a que respete la orden judicial dictada contra el señor Zelaya entregándolo a las autoridades competentes de Honduras”, señaló Micheletti en un mensaje leído en la Casa Presidencial.

Mientras, Zelaya se presenta más abierto que nunca y asegura estar a favor de la negociación. El presidente derrocado propone un diálogo con todos los sectores, incluyendo su partido, el Liberal, que en gran parte le dio la espalda. Eric Rodríguez, diputado de esa formación, afirmó a Página 12 que apoyaba la vuelta de Zelaya. “Significa la restitución del proceso democrático. Sería importante iniciar un diálogo nacional.”

OBAMA CAMBIA DE ESTRATEGIA

Desde el 28 de junio, día del golpe de Estado, la comunidad internacional mostró su repulsa ante la dictadura hondureña que se ponía al mando. Sin embargo las críticas a Micheletti fueron más tibias de lo que se esperaba. Muchos expertos argumentaban estar en contra del golpe pero aseguraban que Zelaya “se lo había buscado”.

Los países latinoamericanos, exceptuando Colombia, mostraron desde el primer momento un apoyo incondicional hacia el mandatario derrocado. Sin embargo la postura de la Casa Blanca ha sido ambigua.

En los primeros intentos de negociación Estados Unidos decidió cancelar las visas a los golpistas, pero nunca condenó como “golpe” a la asonada militar, lo que habría significado una fuerte sanción económica a la dictadura. Ante la falta de acción, Obama con mucha ironía respondió: “antes se quejaban de que Estados Unidos intervenía en América Latina. Cuando no lo hacemos nos piden intervención”.

Más allá de la inteligente ironía del norteamericano, su inicial rechazo al golpe se atenuó por la actitud de su ex rival y actual secretaria de Estado Hillary Clinton. Sin embargo los constantes insultos de Micheletti hacia la administración estadounidense variaron la balanza y se empezó a crear una atmósfera cada vez más antagónica en relación con los golpistas.

El mejor ejemplo es la reacción de Clinton al enterarse del retorno de Zelaya:“Ahora que el presidente Zelaya ha regresado sería oportuno devolverlo a su puesto bajo las condiciones apropiadas, seguir adelante con las elecciones previstas para noviembre, contar con una transición pacífica de la autoridad presidencial y llevar de nuevo a Honduras al orden constitucional y democrático”, señaló desde la sede de la ONU en Nueva York.

A pesar de la sorpresa que ha causado la llegada de Zelaya a Tegucigalpa, mirando un poco a tras, no es coincidencia que su regreso se produzca en un escenario en el que la Casa Blanca es más dura que nunca con el gobierno golpista. Micheletti se encuentra aislado, despreciado por casi la totalidad de los países latinoamericanos, por la OEA y con un ejército cada vez más indeciso sobre a quién acatar las órdenes.

LOS SECRETOS DE ITAMARATY

A pesar de que el gobierno brasileño quite importancia a su ‘ayuda’, el trabajo que ha hecho su diplomacia ha sido la clave del regreso de Manuel Zelaya. Lula había repetido en diversas ocasiones estar en desacuerdo con la Casa Blanca por su “poco enérgica actitud frente al golpe”.

Además de disentir con Washington, Brasil tampoco aprobaba a libro cerrado la estrategia del venezolano Hugo Chávez, a quien le achacaba falta de habilidad diplomática. Sin embargo de diplomacia los brasileños saben mucho. Lula y la historia de las relaciones exteriores de este país lo ampara, e Itamaraty tiene la fama de tener unas “formas exquisitas a la hora de negociar”.

Presumiblemente Brasil no ofrecerá los verdaderos detalles de la historia del ‘regreso a Itaca’, pero ya han preparado una sólida coartada. Según el ministro de Exteriores brasileño, Celso Amorim, “Una hora antes de la llegada de Zelaya, una diputada hondureña llamó a la Embajada de Brasil en Honduras diciendo que la esposa del presidente, Xiomara Castro, quería hablar con el encargado de Negocios en nuestra sede diplomática para pedir si Zelaya podía refugiarse allí”, precisó el canciller desde la sede de la ONU en Nueva York. Amorim explicó entonces que, en ese momento, el diplomático Francisco Catunda se comunicó con Itamaraty y él mismo, previa consulta con Lula, dio la luz verde.

De este modo el ministro de exteriores brasileño expresaba su respaldo pleno al mandatario depuesto e intentaba no vincular directamente a Brasil con el regreso del hondureño. “Nosotros sólo le ofrecimos abrigo y a la vez ayuda en el diálogo con las fuerzas políticas de Honduras.”

La estrategia ha sido perfecta. Lula da Silva, se cuelga una importante medalla, volviendo a demostrar con discreción e inteligencia quién es líder regional. Poco a poco y con mucha sabiduría intenta poner en práctica la integración de la región, ayudando a quien lo necesita sin aspavientos pero con objetivos claros. Esperemos que la dictadura hondureña no dure más de lo que ya lo ha hecho. Al futuro líder de América Latina no le conviene, y por supuesto a ningún latinoamericano.

Los secretos de Itamaraty sobre el regreso