viernes. 19.04.2024

Los territorios palestinos están formados por la región de Cisjordania con 5.640 km2, el mar Muerto con 220 km2 y la Franja de gaza con 360 km2.

Es muy difícil calcular cuantos palestinos hay actualmente en el mundo. Se considera que hay unos catorce millones de palestinos en el mundo; 1.500.000 viven dentro de las fronteras israelíes, 1.800.000 en Cisjordania y otro millón más en la Franja de Gaza. El resto se encuentra repartido en los países del Oriente Medio. Jordania tiene 2.400.000, Líbano 500.000, Siria unos 400.000. La diáspora palestina es muy importante en Chile, Brasil y Estados Unidos. Su esperanza de vida ronda los 73 años.

El gran problema para Israel es que la población palestina, tanto la de dentro de las fronteras de Israel, como en los territorios de Gaza y Cisjordania crece a doble velocidad que la judía. Si seguimos los estudios del profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Sergio Della Pergola “Los judíos tienen una media de 2,7 hijos, los palestinos cuatro. En unos veinte años la población árabe que viva en Israel será del 30% (frente al 20% actual) una nación con una minoría del 30% ya no es una nación unitaria, es binacional”.

Los estudios demográficos no sólo se refieren a la evolución de la población dentro de las fronteras de Israel, sino en los 28.000 Km2 que separan el Mediterráneo del río Jordán, o lo que es lo mismo, la Palestina existente bajo el dominio británico. Si se suman los habitantes de Gaza, Cisjordania y el millón y medio de árabes en Israel y lo comparamos con el número de judíos, la diferencia resultante es mínima. Pero debido a la fuerte expansión demográfica de los palestinos pronto serán más que los judíos.

Sostiene el exprimer ministro judío Olmert, que el día en que el número de árabes supere al de judíos, la existencia misma de Israel estará en peligro. Dice “Si llega el día en que la solución de dos Estados (uno israelí y otro palestino) fracasa, y nos vemos obligados a hacer frente a una lucha por la igualdad de derechos al estilo surafricano, el día que eso ocurra el Estado de Israel estará acabado”. El diputado Yessi Beilin, del izquierdista partido Meretz, dice “Una minoría judía dominando a una mayoría palestina, sería como el régimen surafricano. El mundo no lo toleraría”.

El recurso a la emigración judía está prácticamente agotado y cada año llegan menos emigrantes. Como dice Yessi Beilin “todos sabemos que el status quo es insostenible y que hay que avanzar hacia la partición, la cuestión es si tenemos líderes dispuestos a hacerlo”.

 

La religión de los palestinos es mayoritariamente musulmana. El 97% de su población es de tendencia sunita. Hay un 3% de cristianos católicos de rito oriental, que viven principalmente en la zona de Belén.

Los palestinos hablan mayoritariamente árabe. Algunos también el hebreo, idioma que procede de la misma raíz semita y se asemeja más al árabe que a las lenguas europeas que hablan los inmigrantes judíos occidentales.

El agua como grave problema.

La denominada “guerra de los seis días” comenzó cuando Siria quiso desviar aguas del río Hasbaya, afluente del Jordán. Con la victoria en dicha guerra, Israel se apoderó de todas las fuentes de abastecimiento en Palestina, que generan unos 80 millones de m3 de agua renovable, además de la cuota proveniente del río Jordán, que se estima en unos 250 millones de m3.

También Israel se adueñó de los Altos del Golán sirio, donde se halla el lago Tiberiades y de la mitad de las riberas del río Yarmouk, afluente del Jordán. En total, Israel controla unos 939 millones de m3 de agua ubicadas en los territorios palestinos ocupados.

El reparto, que se hace del agua entre la población, es bastante desigual. En los Altos del Golán, los colonos israelíes hacen un uso indiscriminado de ella, a la vez que imponen restricciones a los agricultores palestinos de la zona, a los que se les impide excavar pozos para su consumo particular.

 

La Autoridad Palestina ha denunciado, que los israelíes desvían entre el 80/90 % de los recursos hídricos de los territorios palestinos ocupados para su propio uso, o para lo asentamientos judíos existentes en su territorio.

En los terrenos ocupados por los asentamientos judíos existentes en Gaza, hay abiertos 35 pozos, cuyo uso se niega a los palestinos, siendo un expolio y nadie hace nada para detenerlo, mirando toda la comunidad internacional hacia otro lado.

El precio, que se establece para el agua, es diferente dependiendo de que se trate de colonos israelíes o palestinos. A los palestinos se les obliga a pagar hasta cinco veces y media más que los israelíes.

La realidad es muy dura, existen unos 200.000 palestinos viviendo en Cisjordania, los cuales no disponen de agua potable. El acuífero de Gaza aumenta continuamente su salinidad y contaminación, como consecuencia de las aguas residuales sin tratar que se dé en todo su territorio, junto al uso masivo de fertilizantes procedentes de la agricultura intensiva. Poniendo en peligro los suministros futuros de agua, incluido el uso doméstico.

El consumo de agua de los judíos en Gaza está subvencionado, lo que estimuló un uso incorrecto, desmedido y abusivo. Los palestinos pagan 1,2 dólares el m3, mientras que los colonos judíos lo pagan a 10 centavos de dólar el m3.

La asignación de agua a los habitantes palestinos de Gaza y Cisjordania es de 40 litros al día, mientras que a los miles de colonos judíos asentados en estas dos zonas es de 500 litros diarios. Además, 250 comunidades de un total de 650 ciudades, poblados o campamentos palestinos como Jenin, Tammun, no disponen de redes hídricas y los pozos que se abren están prácticamente salinizados por la explotación indiscriminada.

 

El trazado del llamado “muro de la vergüenza”, que han construido los judíos para separar Israel de Cisjordania, ha sido diseñado en función de las necesidades de agua de Israel.

La solución hídrica pasa necesariamente por una gestión conjunta de los recursos hídricos de la región, por parte de Israel, Palestina, Líbano, Jordania y Siria bajo la supervisión de la ONU. Los israelíes deben comprometerse a unificar el precio del agua para todos los ciudadanos indiferentemente de su procedencia, así como a disminuir sustancialmente su consumo para igualarlo con el resto.

Está claro, que cada vez hay menos agua, aumenta la población y la demanda de la misma. El problema hídrico de Israel no tiene solución con las políticas que desarrolla el gobierno israelí, lo que les conduce al desastre.

La economía palestina.

Su renta per cápita en 2005 era de 1.230 dólares. Podemos decir, que la economía palestina está a expensas del poder militar israelí. Produciéndose la clausura total de Gaza o de Cisjordania en muchos momentos por continuos controles militares que impiden el desarrollo económico mínimo de la zona. La economía palestina está en concecuencia subyugada por Israel.

¿Cómo viven los palestinos?

El 60% de estos viven bajo el umbral de la pobreza. El salario medio no llega a los 300 euros mensuales. En 1988, el paro rondaba el 3%, en el año 2003 llegó al 45% y en el 2008 rondaba el 27%. Es de suponer que con la destrucción que ha sufrido Gaza el paro todavía aumente más.

Anteriormente una salida natural del mundo del trabajo palestino era Israel, así en el año 1987 eran unos 127.000 los palestinos que trabajaban en Israel y volvían a dormir a Palestina, lo que daba un respiro económico a amplias capas de la población palestina. A raíz de las sucesivas Intifadas su número ha ido descendiendo hasta quedar sólo en unos 13.000 palestinos. Sus servicios públicos son un desastre ante la carencia total de medios de que disponen.

A todo ello hay que unir la diáspora palestina por todo el mundo que ronda los siete millones, generalmente son profesionales muy bien preparados lo que descapitaliza humanamente el futuro de la zona. Su presencia es muy importante en Jordania, Israel, Siria, Líbano y con grandes núcleos en todo el Oriente Medio.

La situación empeoró en Gaza de forma ostensible a partir del año 2006, con el triunfo electoral de Hamás, pues se produjo un mayor bloqueo económico con el cierre total de fronteras por parte de Israel y el abandono del apoyo económico que la Unión Europa aportaba a la Franja.

El PIB de Palestina es de unos 4.000 millones de euros. El sector dominante es el de los servicios que representa el 40% del PIB, con bancos, aseguradoras, turismo, transporte y educación. La construcción representa el 22%, la industria el 18% y la agricultura 20%, con un desarrollo de esta muy rudimentaria. 

La agricultura palestina tanto en Gaza como en Cisjordania resulta muy complicada, porque para cultivar se necesita el permiso de Israel y esta autorización se debe renovar mes a mes, con lo cual nos podemos imaginar su dificultad. A ello se une el estricto control que del agua se hace, racionándola al agricultor palestino, pero no así al israelí y además les aplica precios abusivos, que hacen poco competitivos a sus productos.

 

Sin embargo, la población palestina está bien abastecida de todo tipo de alimentos, pues Israel hace de los palestinos su mercado. Resulta cómico que los israelíes no permitan cultivar, para así ellos venderles sus producciones agrarias. 

Su comercio exterior presenta también grandes dificultades. Los datos son elocuentes, pues importan unos 3.000 millones de dólares anuales y exportan solamente unos 400 millones. Todo lo que compra, como lo que vende, debe hacerse a través de Israel pues apenas existe comercio con Jordania y Egipto al estar sus fronteras cerradas. Todos los productos importados son retenidos en los puertos israelíes de Haifa y Ashdod, donde permanecen entre 30/45 días para ser revisados por los militares.

La economía palestina depende actualmente de las ayudas internacionales prestadas, fundamentalmente por la ONU, la Unión Europea, ONGS y algún país árabe. Esta ayuda significa el 40% de su PIB. En el año 2007, recibieron 1.200 millones de dólares, en 2008, fueron 1.750. Sin esta ayuda la supervivencia palestina sería imposible. Si la economía palestina depende del exterior, no lo es menos la de Israel basada también en el apoyo económico y militar de los Estados Unidos o por parte de la Unión Europea que le ayuda dándole un trato de país preferente.

Si la comunidad internacional presionara a las dos partes para solucionar el conflicto lo lograría porque los dos países son realidades por sí solas inviables. La propia autoridad palestina es incapaz de recaudar impuestos, y ha llegado a tal punto su desidia con los ciudadanos que ni siquiera cobra los recibos de la luz y del agua, ante el miedo que tiene a que se produzcan revueltas sociales.

Para facilitar el comercio es necesaria e imprescindible la libertad de movimientos, algo de lo que carece el pueblo palestino. Sirva como ejemplo, que entre Jerusalén y Belén hay una distancia de ocho kilómetros, pero para hacer este recorrido se necesita hacer 105 km y se tarda seis horas y media en camión. Esta es una forma más de la opresión que ejerce Israel sobre los palestinos, lo que dificulta totalmente su desarrollo.

Los sectores más activos de la población emigrarán porque no se les permite desarrollar sus actividades. Como dice un diputado de la Autoridad Nacional Palestina “comercio y no ayuda. Si nos permitieran comerciar, serían prescindibles los fondos de la comunidad internacional”.

La historia palestina

A partir de 1878 comenzaron a instalarse los primeros asentamientos judíos en Palestina, impulsados por el movimiento sionista. Llegaron unos 25.000 judíos procedentes del este de Europa, que entraron de forma ilegal en el territorio. El barón y banquero judío Edmond Rotschild apoyaba económicamente estas actividades sionistas. 

En el año 1895, la población total de Palestina era de 500.000 habitantes, de los cuales 453.000 eran árabes palestinos y ocupaban el 95% de las tierras, mientras que los judíos eran 47.000 habitantes y eran dueños del 5% del territorio.

El Fondo Nacional Judío, fundado por el V Congreso Sionista se encargó de comprar tierras y entre 1904-1914 se produjo una segunda oleada migratoria. En el año 1909, se construyó el primer kibutz al norte de Jaffra.

Para entender el significado del sionismo, veamos las palabras de su fundador Theodor Heral: “Nadie es lo bastante fuerte o lo bastante rico para transportar un pueblo de una residencia a otra. Esto puede hacerlo solamente una idea. Parece que la idea de Estado posee esa virtud. Los judíos no han cesado de soñar, a través de toda la noche de su historia, este divino sueño ¡ el año que viene, en Jerusalén!, son nuestras palabras tradicionales. Ahora se trata de mostrar que el sueño puede transformarse en una idea clara como el día”.

Al comenzar la primera guerra mundial, Turquía apoyó a Alemania, esto hizo que Inglaterra buscara aliados en esta zona. Así prometió a los kurdos la creación de un Estado propio, que era su reivindicación histórica como pueblo y lo mismo hizo con los palestinos. Estos dos pueblos se enfrentaron con los otomanos al servicio de los ingleses. Acabada la I guerra mundial con la derrota alemana y turca, Inglaterra no cumplió ni con los kurdos ni con los palestinos.

En el año 1917, el ministro británico de Asuntos Exteriores mandó una carta al barón Rotschild, llamada “la declaración Balfour”, en la que prometía la creación de un Estado judío. Evidentemente, los palestinos se sintieron traicionados por los británicos y mostraron su total rechazo a la declaración Balfour. Pidieron el cumplimiento de la promesa de la creación de un Estado palestino por parte de las autoridades británicas.

La conferencia de San Remo (Italia), del año 1920, otorga un mandato británico sobre Palestina. El Consejo de la Liga de Naciones, en 1922, planteó el establecimiento de un territorio para el pueblo judío.

El gobierno británico publicó un Libro Blanco sobre Palestina, en él se ofrecía la independencia de Palestina en diez años y se restringía la inmigración judía a la zona.

Esta propuesta fue rechazada por los sionistas, lo que dio origen al inicio de un conflicto mediante prácticas terroristas judías contra británicos y palestinos. La organización sionista Irgun, mandada por el que sería posteriormente primer ministro israelí NMenahem Beguin atacó la aldea de Deir Yassin, asesinando a 254 civiles. El terror judío provocó el éxodo de miles de palestinos.

Acabada la segunda guerra mundial, las Naciones Unidas a través de la resolución 181, aprueba la partición de Palestina, por la que los judíos se quedan con el 56% de los territorios, los palestinos con el 53% y un 1% seria territorio internacional y en ella quedaría Jerusalén. Para comprobar la injusticia, que supuso dicha resolución, el 92% del territorio era propiedad palestina y su población representaba el 70%, mientras que los judíos sólo tenían el 8% del territorio y eran apenas el 30% de la población.

El 14 de mayo de 1948, los judíos proclaman el Estado de Israel. Estallando inmediatamente la primera guerra árabe-israelí. Como consecuencia de ella, Palestina quedó dividida en tres zonas, la primera la que ocupa Israel, la segunda, la ribera occidental del río Jordán (Cisjordania) que pasa a formas parte del reino hachemita de Jordania y la Franja de Gaza bajo el control de Egipto. Esto provocó que 700.000 palestinos fueran expulsados de sus tierras y casas, huyendo a los países vecinos, instalándose en campos de refugiados.

En el año 1964, se forma la Organización para la Liberación de Palestina OLP, con la finalidad de defender su identidad como pueblo y para representarlo tanto a nivel regional como internacional.

En su programa, la OLP plantea “la lucha armada como la única vía para liberar Palestina”. Esto significa el fin de Israel. Sin embargo, la OLP admite como solución temporal el establecimiento de un Estado palestino independiente en cualquier parte del territorio eventualmente liberado por las armas o del que Israel se retire.

Es nombrado, en 1969, como líder palestino Yasser Arafat. A partir de la constitución de la OLP, comienza la lucha armada para conseguir la liberación de Palestina de las manos judías.

En el año 1967, estalla la guerra de los Seis Días, donde Israel destroza a los ejércitos árabes y ocupa Jerusalén, los Altos del Golán que pertenecían a Siria, Gaza y la península del Sinaí egipcio y el territorio de Cisjordania que pertenecía a Jordania. La ONU, mediante diversas resoluciones obliga a Israel a regresar a las fronteras previas a la guerra de los Seis Días. Nunca han sido cumplidas por Israel dichas resoluciones de la ONU y para ello ha contado con el apoyo de Estados Unidos y su derecho de veto, que lo ejerce siempre en defensa de Israel. Esta condescendencia con Israel no es aplicada con otros países, siendo este país el único que nunca ha cumplido una sola resolución de la ONU.

Ante esta situación, muchos palestinos entienden que la única forma de lograr sus propósitos es mediante la lucha armada contra Israel.

Gran parte de los refugiados palestinos se dirigieron a Jordania, lo que provocó que el rey hachemita Hussein se sintiera amenazado por el creciente poderío militar que tenían los grupos palestinos. En septiembre de 1970, surge un enfrentamiento entre los palestinos y el ejército jordano, que acaba con la expulsión de los grupos armados hacia Líbano. Desde entonces, Jordania ha contado con el apoyo de Estados Unidos y su actitud hacia Israel ha sido condescendiente y de continuados pactos.

La conferencia de los Países no Alineados celebrado en Argel, en el año 1973, reconoce que el problema palestino es la clave en la resolución del conflicto en el Oriente Medio.

En 1974, fue un año importante para los palestinos, por un lado, la cumbre de la Liga Árabe reconoce a la OLP como único representante legitimo del pueblo palestino. Por otro lado, en octubre la Asamblea General de la ONU reconoce el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación y a la independencia.

 En el año 1962, Israel en un intentó por acabar con el problema palestino, decide atacar Líbano, lugar de refugio de los grupos armados palestinos, produciéndose masacres como la de Sabra y Chatila cuyas imágenes recorren el mundo y provocan una ola de simpatía internacional para el pueblo palestino y el descrédito y repulsa del estado de Israel.

Otra fase de la lucha ha sido el desarrollo de la Intifada (levantamiento popular contra la ocupación israelí), que se produjo tanto en la Franja de Gaza como en Cisjordania y Jerusalén. Muchos civiles desarmados se enfrentan en luchas callejeras con piedras contra los soldados israelíes, que hacen uso de sus armas, provocando miles de muertos palestinos, lo que causó un gran impacto en la opinión pública internacional. La Intifada tuvo una duración de más de cinco años y deprimió la economía de los territorios palestinos como ya hemos visto anteriormente.

El 14 de noviembre de 1988, el Consejo Nacional palestino proclamó el Estado de Palestina de acuerdo a la resolución 181, del año 1948, de Naciones Unidas, que dividía Palestina en dos Estados. Esto significaba aceptar de hecho la existencia del estado de Israel.

Yasser Arafat fue elegido presidente de Palestina, repudiando el terrorismo como forma de lucha política, aceptando la existencia del Estado de Israel y pide a la comunidad internacional el envió de fuerzas internacionales a la zona. Al estallar al primera Guerra del Golfo, los palestinos muestran sus simpatías por Iraq, lo que provoca que las ricas monarquías del Golfo dejarán de apoyar económicamente a la OLP.

En el año 1991, con la participación de los Estados Unidos y la ex URSS se celebra la primera conferencia de Paz para el Oriente Medio, en Madrid. A los acuerdos que se alcanzaron se opusieron las organizaciones Hamás y Herbollah y por el lado israelí parte de la derecha y toda el extrema derecha israelí y los colonos.

 

El muro de la vergüenza que separa los territorios palestinos de Israel

En 1994, Arafat llega a Gaza y asume el poder como jefe del Ejecutivo de la Autoridad Nacional Palestina. A partir de ese momento empezaron a llegar inversiones de capitales palestinos e internacionales.

En el año 2000, se celebra la conferencia de Camp Davis, no llegándose a acuerdos. Estas desavenencias y la provocación del ex ministro de defensa Ariel Sharon con su presencia en la explanada de las mezquitas de Jerusalén originan una nueva Intifada y la reanudación de ataques terroristas.

Tras los ataques, de septiembre de 2001, a Nueva York, Sharon agudiza su enfrentamiento con los palestinos aprovechando el malestar occidental con el mundo árabe.

En noviembre de 2004, Arafat muere en Paris siendo enterrado en la sede del cuartel de la Autoridad Nacional Palestina en Ramala.

En 2006, se celebran elecciones en Palestina, ganando Hamas a la OLP que obtiene 76 escaños de los 132 del parlamento palestino. La OLP se niega a participar en un gobierno con Hamas. El primer ministro israelí Ehumd Olmert comunica, que no reconoce al nuevo gobierno, mientras que Hamas no renuncie al terrorismo y reconozca al estado de Israel.

Posteriormente, se produce un fuerte enfrentamiento entre palestinos, donde Hamas se queda con Gaza y la OLP con Cisjordania.

Esto provoca el bloqueo de las transferencias y la anulación de la ayuda económica que prestaba la Unión Europea y Estados Unidos, dejando al gobierno palestino al borde del colapso financiero. Sin embargo, el gobierno de Hamas ha resistido. Actualmente preside Palestina, Mohamed Abbas desde 2005 y es primer ministro desde 2007, Salam Fayyad.

El conflicto palestino es lo primero a resolver con carácter urgente para solucionar todos los problemas existentes en Oriente Medio y eso pasa inevitable por el reconocimiento de un Estado palestino viable y no como pretende Israel. Estados Unidos es el gran responsable de la situación actual por su falta de equidad ante el problema, por su sectarismo con los palestinos y su claro apoyo a Israel. Ha sido vergonzosa la actuación de la Unión Europea, y de ella debía partir la idea de la justa solución del conflicto palestino-israelí, propiciando un estado palestino, el reconocimiento del estado de Israel y la ayuda necesaria para la viabilidad de ambos estados. Los palestinos se lo merecen.

Los palestinos, una injusticia injustificable