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NUEVATRIBUNA.ES - 14.12.2009

Por primera vez desde el retorno de la democracia en 1990, la derecha chilena ha ganado la primera vuelta y su candidato, Sebastián Piñera, ha quedado como favorito para el ballottage del 17 de enero.

El análisis que toca hacer en estos momentos es si este triunfo abrumador de la derecha (un 44’05% de los votos) tiene que ver con las habilidades de su candidato, Sebastián Piñera, o más bien se produce en plena crisis de la Concertación (alianza de partidos de centro izquierda chilenos).

En los últimos 20 años los candidatos de la Concertación han sido los únicos en ocupar la silla del Palacio de La Moneda. Sin embargo, los éxitos de Bachelet (que deja el poder con un 80% de popularidad) no han sabido traspasarse al democristiano, Eduardo Frei, que en la primera vuelta ha obtenido un 29,6% de los votos.

Meses antes de la campaña electoral el clima político chileno daba un vuelco importante. Tanto la clase media como la más popular, manifestaban un agotamiento ante la Concertación y ante el restrictivo sistema binominal chileno.

El discurso antidictatorial, una de las bazas importantes de la alianza de centro-izquierda, parecía no importar como antes e incluso pecaba de apoltronarse en el pasado. La falta de ideas nuevas, los previsibles candidatos políticos (después de dos mandatos de la socialista Bachelet, tocaba un democristiano para mantener su lógica de turnos) se traducían en un panorama de desidia entre los habituales votantes de la izquierda.

Ante esta situación aparece la figura de Marcos Enríquez-Ominami, un diputado joven del partido socialista, enmarcado en la Concertación, que este año decide jugar de forma independiente, en lo que se convierte en el primer quiebre profundo de la política nacional chilena. Ominami no consiguió su objetivo de continuar con Piñera en el ballottage, pero se ha llevado un 20,13 % de los votos, que en otra ocasión se hubieran dirigido a la Concertación, que en estos momentos se encuentra más sola que nunca.

Pero no sólo la alianza demócrata estaba en crisis. La elección del candidato Eduardo Frei fue más que polémica. Desde un primer momento se le cuestionaba su falta de carisma y su militancia democristiana. También se le recordaba por no haber tenido reparos en impedir que la Justicia investigara el enriquecimiento ilícito de la familia del Pinochet e incluso de haber impedido su juzgamiento en España. No se esperaba que el senador volviera a competir por la presidencia, pero esa decisión no fue recibida con los brazos abiertos. Ahora le toca lavar su imagen y sumar los votos de la izquierda independiente.

UN HUECO PARA LA DERECHA

Ante un panorama como el descrito, la derecha de Sebastián Piñera ha sabido aprovechar las debilidades de su competidor y con un discurso basado en “el cambio” ha ido ocupando un lugar que hasta ahora no le era permitido.

Esta vez (Piñera se presentó en 2005) este millonario empresario, con una fortuna de 1.000 millones de dólares, uno de los accionistas mayoritarios de las aerolíneas LAN, ha sabido entender que para que la derecha triunfe en Chile hay que alejarse de la palabra ‘Pinochet’. Esta ha sido otra de las grandes cartas con las que ha jugado Piñera, quien presume de haber votado el ‘NO’ ante el plebiscito de 1988 en el que se definió el fin de la dictadura de Augusto Pinochet.

Sin embargo, por mucho marketing que domine Piñera, nadie puede escapar de su pasado. En 1998, el empresario y dueño de uno de los clubs de fútbol más populares (el Colo Colo), pidió públicamente solidaridad con el dictador, cuando el veterano militar cayó preso en Londres por orden del juez Baltasar Garzón.

Por si no quedara claro, el presidenciable de la derecha se reunió el pasado 10 de noviembre con militares pinochetistas en retiro, a quienes les prometió no “alargar” más los juicios relacionados con las violaciones a los derechos humanos y aplicar la justicia de modo tal que se ponga fin a los procesos “ad eternum, que nunca terminan”. Ese encuentro estuvo silenciado por sus asesores, pero trascendió y Piñera debió aclararlo. El señor empresario dijo que les aseguró a los jubilados uniformados que velará por “la aplicación correcta –de acuerdo con la legislación chilena– de los tratados internacionales, el principio de prescripción de los delitos”.

Piñera también ha aprendido eso de ‘si no puedes con el enemigo, únete a él’. Una de sus más conocidas críticas hacia Bachelet era el decir que “no tenía pantalones para gobernar”. Sin embargo la popularidad de la todavía presidenta, hizo que Piñera usara su imagen en un spot de campaña en el que aparece junto a su antigua rival.

Su hipocresía también es conocida, cuando se recuerda que en uno de esos discursos que suele comenzar agradeciendo a Dios, el derechista se mostró indignado por el pacto de tres grandes cadenas para subir los precios de 222 medicamentos, cuando él era accionista de una de ellas, Farmacias Ahumada S.A.

En medio de la campaña de triunfalismo que ha reiniciado Piñera tras el éxito de la primera vuelta, los periodistas nacionales le preguntan la fecha en la que se desprenderá de la aerolínea LAN: “Yo ya me he desprendido prácticamente de todas las inversiones. En el caso de Lan Chile, por la cual tengo un tremendo cariño y aprecio, voy a desprenderme con mucho dolor antes de asumir la Presidencia de la República”. Cuando se le insistió si lo realizará antes de la segunda vuelta, Piñera respondió “no, sólo antes de ser Presidente”. Todavía no puede cantar victoria, el ballottage promete ser más que ajustado.

Los fantasmas del pasado se asoman en Chile