viernes. 26.04.2024

Fernando Henrique Cardoso (FHC o, simplemente, Fernando Henrique, como es conocido popularmente en su país) fue presidente de Brasil en dos períodos consecutivos, entre 1995 y 2002. Antes de eso fue uno de los intelectuales de mayor trascendencia que tuvo Brasil, con aportaciones tan importantes a las ciencias sociales como el libro “Dependencia y Desarrollo en América Latina”, que escribió en el exilio con el sociólogo chileno Enzo Faletto (1967) y que fue leído y seguido por todos los intelectuales progresistas del momento que se interesaron por la teoría de la dependencia.

Es uno de los pocos casos de intelectuales que tuvieron éxito en la política. Después de una intensa actividad contra la dictadura militar, (1964-1985), período en el que coincidirá en muchas ocasiones con Lula, en ese entonces un combativo dirigente sindical del ABC paulista, que es como se conoce al cinturón industrial de Sao Paulo. Ambos fueron figuras centrales en la campaña a favor de las elecciones directas (“Diretas ja”), frente a los planes de los militares que, antes de dejar el poder, quisieron imponer sus condiciones al sistema político.

Con la llegada de la democracia se embarca con otros dirigentes en la fundación del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB). Fracasó en su intento de ser elegido prefecto o alcalde Sao Paulo. Ingresó al Senado como suplente, pero su entrada por la puerta grande de la política fue de la mano del presidente Itamar Franco, que llegó al renunciar Fernando Collor de Mello (para evitar el juicio político por corrupción), de quien era su vicepresidente.

Primero fue ministro de Relaciones Exteriores. Después, y de forma inesperada, ya que no tenía formación de economista, recibió el encargo de hacerse cargo del Ministerio de Hacienda. Era un momento muy delicado para el país, sumido en la hiperinflación. Creó el Plan Real, cambió la moneda y, tras muchos avatares, tuvo éxito en doblegar la inflación y sentar las bases para la estabilidad y el desarrollo actual de Brasil.

No obstante, al dejar la presidencia, el PT y Lula insistieron en hablar de la “herencia maldita” y en descalificarlo al identificarlo con el neoliberalismo. Es cierto que adoptó medidas como la privatización de empresas públicas, pero no se puede hacer ninguna comparación su contemporáneo Menem, en Argentina. Fortaleció las instituciones democráticas, garantizó la solidez del sistema bancario y anticipó programas sociales, como la Bolsa Escuela, que serían después desarrollados y ampliados por el gobierno de Lula. Otro aporte esencial de FHC fue la creación de una estructura para la transición, pero desde que dejó el poder, nunca más se encontró con Lula. Y tuvo que llegar Dilma para reconocer el papel jugado por el ex presidente socialdemócrata.

“Lula nunca me convidó a tomar un café, se tornó mezquino luego de conquistar el poder”Fue con motivo del 80 aniversario, el pasado 18 de junio. La presidenta le envió una carta llena de elogios en la que le reconoce ser el responsable de la estabilidad económica que el país disfruta hasta hoy. “En sus 80 años hay muchas características del señor Fernando Henrique Cardoso para homenajear, el académico innovador, el político habilidoso, el ministro arquitecto de un plan duradero para la salida de la hiperinflación y el presidente que contribuyó decisivamente a la consolidación de la estabilidad económica”, señaló la presidente.

De hecho la mandataria ya había tenido un gesto importante en el mes de marzo, al invitarlo al banquete oficial que se ofreció al presidente de los EE.UU., Barak Obama y al que, por cierto, no asistió Lula. Era la primera vez que FHC volvía a pisar las alfombras del poder, en este caso el Palacio de Itamaraty, sede de la cancillería. El ex presidente señaló también que Dilma lo había invitado a visitarla en el Palacio de Planalto: “Lula nunca me convidó a tomar un café, se tornó mezquino luego de conquistar el poder”, diría.

La reivindicación de FHC, que acaba de recibir también un homenaje en el Senado, está siendo la comidilla del mundo político brasileño. No solo por lo que supone para el veterano político e intelectual, sino también porque es una muestra de independencia de Dilma Rousseff de su antecesor y mentor, el ex presidente Lula. En cualquier caso es un gesto que aporta sensatez y normalidad y que está siendo celebrado por amplios sectores de la clase política, los medios y la academia.

La reconciliación de Brasil con Fernando Henrique Cardoso