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NUEVATRIBUNA.ES - 10.10.2009

Los hechos ocurrieron en una autopista en el estado nigeriano de Anambra (sureste del país). Según las primeras investigaciones, el camión se cayó en un socavón de la autopista que enlazaba las localidades de Onitsha y Enugu, y comenzó a derramar combustible, atrayendo inmediatamente la atención de los conductores que circulaban por la vía, los cuales se detuvieron en mitad de la carretera para recoger la gasolina. En ese momento, un agente de la policía motorizada realizó un par de disparos al aire para dispersar a la multitud. El estallido de pólvora prendió los gases del combustible, haciendo estallar el camión.

"Justo después de que el policía disparara al aire, el tanque de gasolina estalló en llamas, que envolvieron a los vehículos cercanos y atraparon a todos aquellos que se encontraban cerca", declaró un testigo al diario nigeriano 'Saturday Tribune'. Uno de los vehículos era, según otra fuente "fiable" del diario, un autobús escolar en el que viajaban 18 niños. Esa persona relató que había sido "una experiencia horrible, no pudimos hacer nada, los pequeños fueron reducidos a cenizas por el enorme calor que se desprendía del fuego".

El nuevo siniestro se suma a la larga lista de los que se producen en el país africano debido a la desesperada situación de la gente, que se expone a riesgos enormes para obtener dinero en el mercado negro con la venta del combustible extraido. Port Harcourt, la “capital petrolera” nigeriana, da fe de cómo de grave es esa situación, repleta de miseria, corrupción y violencia. Grandes poblados de chabolas sin electricidad, ni agua, ni los más elementales servicios, rodean a la ciudad y a sus instalaciones petrolíferas.

Mientras las grandes compañías como Shell y Chevron extraen su petróleo, los nigerianos que habitan en las localidades maldecidas con tal honor se afanan en extraer combustible abriendo agujeros en las tuberías, lo que frecuentemente acaba en explosiones, incendios voraces y centenares de muertos.

A la miseria humana, hay que añadir la miseria medioambiental en que la industria petrolera ha sumido al país. El Delta del río Níger, una fértil y supuestamente próspera región está siendo asolado por los vertidos de petróleo, como denuncia WRM, el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales: contaminación del suelo agrícola y del agua potable, destrucción de los manglares por la instalación de conductos, lluvias ácidas, disminución de las capturas de la pesca…

La explotación petrolera, denuncia también WRM, es responsable de la destrucción de los manglares, del desplazamiento y el sufrimiento de comunidades locales, y de la degradación ambiental de las fuentes de agua y del suelo en Nigeria. Tal depredación generalmente va acompañada de brutales acciones contra miembros de la comunidad local y activistas, en las cuales comandos armados actúan como brazo ejecutor de las empresas.

El Delta del Níger es una zona donde la prospección y la explotación petroleras son especialmente intensas. Repetidamente han sido denunciados la destrucción del ambiente y el abuso a los derechos humanos a manos de Shell y Chevron en la región. WRM lo viene haciendo desde hace años y más recientemente ha añadido a estas denuncias otra contra Michelin y Bridgestone. Ambas multinacionales son los principales actores en la producción mundial de neumáticos y tienen actividad en África, donde han establecido sus plantaciones de caucho sin que les preocupen los daños medioambientales o la violación de los derechos humanos.

La maldición de los nigerianos