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NUEVATRIBUNA.ES / AGENCIAS - 9.5.2010

Se trata del estado más poblado de la república federal, una pieza clave para cualquier Ejecutivo alemán. Con 18 millones de habitantes, Renania del Norte-Westfalia podría ser el séptimo país de la UE por su población. Su PBI, en 2009, era equivalente a la mitad de la economía española.

Las elecciones en este estado, que desde 2005 está gobernado por una coalición de centroderecha liderada por el democristiano Jürgen Rüttgers, son las primeras desde que la coalición entre democristianos y liberales liderada por Merkel asumió el poder en octubre de 2009 y son vitales para su futuro. Los sondeos no han dejado de dar malas noticias a la alianza integrada por la Unión Cristianodemócrata Alemana (CDU) y el Partido Liberal (FDP). Si hace un mes y medio se pronosticaba que la CDU defendería su posición de primera fuerza pero se vería obligada a buscarse un nuevo socio por la debilidad del FDP, ahora se perfila un empate entre el partido de Angela Merkel y los socialdemócratas, con una levísima ventaja incluso para la actual fuerza en la oposición.

El FDP defiende con ahínco unas rebajas fiscales que las filas de Merkel consideran imprudentes y el vicecanciller y presidente del FDP, Guido Westerwelle, se ha coronado en este tiempo como el ministro de Exteriores más impopular de la historia de la República. A la mala imagen entre el ciudadano común -un 75 por ciento de los electores está insatisfecho con su trabajo, según el "Politbarometer" de la televisión pública ZDF-, se ha unido el efecto de la crisis griega. Dos tercios de los alemanes rechazan el plan de rescate del que Alemania será el mayor contribuyente y para el que Merkel no logró, pese a su dramático discurso y su llamamiento a la cohesión ante la cámara baja o Bundestag, el apoyo del SPD.

En las últimas semanas, líderes europeos y analistas de todas las posiciones han criticado la actitud de la canciller que, en un primer momento, se opuso a la intervención en Grecia, lo que atrasó el plan de rescate hasta que se derrumbaron las bolsas en todo el mundo. Merkel era consciente de que el electorado conservador de Renania del Norte-Westfalia se oponía a las ayudas, que se sacarán en parte del dinero de los impuestos. La canciller prefirió contentarlos con su "línea dura", en lugar de explicar la necesidad de la intervención: el 63% de las exportaciones de Alemania se realizan dentro de la eurozona, por lo que el país tiene todo el interés en que Grecia y el euro en general salgan de la crisis.

Según una encuesta publicada el sábado en el diario Bild , un 21% de los electores afirma que el "pantano griego" va a tener una influencia en los comicios de hoy. Mientras, los últimos sondeos de la encuestadora Forsa, la mayor del país, atribuyen una victoria apretada (47% contra 43%) a la coalición de centroizquierda y verdes, liderada por la socialdemócrata Hannelore Kraft. Otro sondeo de la cadena de televisión privada SAT-1 ofrecía cifras similares: adjudicaba al oficialismo un 43% de los votos y a la oposición socialdemócrata y verde, un 45%.

Si estos datos se confirman en las urnas, el gobierno de Merkel perderá la mayoría en la cámara de representación territorial (Bundesrat), a cuya ratificación se somete un 70% de las leyes previamente aprobadas por la Cámara baja (Bundestag). Tal situación podría dificultarle a Merkel la aprobación de grandes reformas.

Grecia está a 2000 kilómetros de distancia, pero estos días parece más cerca que nunca a Alemania. Aquí casi no se habla de otra cosa. La propia Merkel defendió ayer, en un acto de campaña de Rüttgers, el paquete de ayuda a Grecia. "La estabilidad de la moneda es la base del bienestar y la seguridad", dijo. Y añadió que las medidas de rescate "sirven también a Alemania". Por su parte, Kraft acusó a Merkel de haber intentado aplazar el rescate a Grecia hasta después de las elecciones renanas.

En las últimos comicios en ese estado, en 2005, triunfó el centroderecha, que se impuso en el "corazón rojo" de Alemania. La derrota del SPD, que perdió así su bastión tradicional, precipitó la convocatoria de elecciones anticipadas por parte del canciller Gerhard Schröder, debilitado por sus impopulares reformas estructurales y confiado en que podía derrotar a Merkel, lo que no ocurrió.

Ahora, cualquier avance por parte del SPD, incluida la posibilidad de liderar un gobierno, será un espaldarazo para un partido que ha ido de crisis en crisis desde la derrota de Schröder ante Merkel. De concretarse la reconquista del "Land" perdido, la artífice de la victoria sería Hannelore Kraft, hasta hace unos meses una desconocida para el elector común y desde noviembre del año pasado vicepresidenta del SPD e integrante de la cúpula renovada que preside Sigmar Gabriel. Kraft -apellido que significa "fuerza"- se habría impuesto así al primer ministro titular, Jürgen Rüttgers, que a pesar de gozar de buena reputación entre el electorado habría sido la primera víctima política en Alemania de "contagio" de la crisis griega.

La crisis griega pone a prueba a Merkel