Por primera vez en las últimas décadas, América Latina asiste como espectadora privilegiada a una crisis internacional que no la tiene como protagonista. Aunque la caída de las bolsas también está afectando a todos los mercados de la región, hoy América Latina no está bajo la lupa de los organismos internacionales de crédito ni de agencias calificadoras; no hay crisis con su deuda, tiene unas reservas de 700.000 millones de dólares, no afronta moratorias y tiene perspectivas de crecimiento de 4,5 % en su conjunto.
Excepto México y Centroamérica, el resto de América Latina es ahora menos dependiente de los EE.UU. Se han intensificado las relaciones comerciales entre la propia región. Y los países asiáticos, sobre todo China e India, son ahora los principales mercados de países tan importantes como Brasil y Argentina. El caso de Brasil es bien significativo: hace unos años, EE.UU. compraba aproximadamente un 25 % de sus exportaciones, hoy solo el 9,5 %. Su lugar lo ha ocupado Asia, destino del 29,2 % de sus ingresos, de los que 17,4 % corresponden a China. Una situación similar es la de Argentina, cuyas exportaciones van, por orden de importancia, a Brasil, China y Chile, y solo en cuarto lugar a los EE.UU.
En una reciente visita a Brasil, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, advertía que uno de los mayores peligros que plantea la crisis global a la región es el ingreso de capitales especulativos, que provocan la valorización de las monedas locales. Para Dilma Roussseff, esto convierte a la zona en el destino de los productos industrializados que no encuentran mercado en otros lugares, precisamente por la crisis.
Para Brasil y Argentina, es fundamental fortalecer los mercados internos. “No tenemos que enfriar la economía sino recalentar la inversión, porque cada vez necesitamos más y mejores consumidores”, es la propuesta de la mandataria argentina, plantando cara a las propuestas ortodoxas.
Para el presidente de Uruguay, José Mujica, América Latina, desde Colombia para abajo, está bien plantada y fuerte. “Tal vez sea la región del mundo en mejores condiciones para soportar esta incertidumbre en la que está el mundo de hoy”, dijo, añadiendo que todo indica que la demanda asiática de los productos básicos que el país vende tiende a sostenerse. En el caso de Uruguay, la previsión de crecimiento para este año es superior a la media regional, 6 %.
En México, que fue muy golpeado por la crisis del 2008, el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero Arroyo, cree que el país está mucho mejor preparado para enfrentar la volatilidad de los mercados: “México cuenta con indicadores macroeconómicos fuertes y robustos como para aguantar el peso externo, reconociendo una posible fluctuación en el mercado de capitales, con una variación en el tipo de cambio, pero de impacto en términos coyunturales y de corto plazo”. Y, a pesar de la desaceleración de la economía norteamericana, México mantiene su previsión de crecimiento en el 4,3 % para el 2011. El subsecretario de Hacienda y Crédito Público, Gerardo Rodríguez Regordosa, aportó por su parte que el país tiene una banca sólida con un nivel de capitalización de cerca del 17 %, el doble del mínimo regulatorio.
Pero en este mundo global, ninguna región puede considerarse aislada. “Si EE.UU. y Europa se hunden en una segunda recesión, el resto del mundo pagará un precio muy alto. Se verá afectado el comercio internacional, la competencia en los mercados será mucho más dura y, si la economía china pierda impulso, los exportadores de productos básicos, como Brasil, tendrán muchas dificultades para sacar provecho de las ventas externas. Las empresas tendrán menos acceso al financiamiento internacional, la disputa por el crédito interno será más dura y las pequeñas y medianas empresas se verán perjudicadas, como ya lo fueron en la crisis financiera de 2008-2009”. El análisis es de O Estado de Sao Paulo.
En cualquier caso, la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) acaba de anticipar que el 2011 acabará con una disminución de la pobreza en la región, como consecuencia del crecimiento económico y la creación de empleo. La tasa de desempleo estimada es del 6,7 %, una cifra incluso más baja que la que se registraba antes de la crisis del 2009.