viernes. 19.04.2024

Cuando Néstor Kirchner murió, el 10 de diciembre de 2010, fue tal la multitud de jóvenes que se movilizó para darle su último adiós, que el fenómeno sorprendió al propio gobierno. Es a partir de ahí que comienza a desarrollarse y a crecer una agrupación juvenil oficialmente controlada por Máximo Kirchner, hijo de la presidente, aunque hasta ahora con un perfil político tan bajo que nunca habló en público.

Empezaron controlando la empresa Aerolíneas Argentinas. Fue el germen de su poder, aunque su gestión en la empresa no ha sido buena. Colocaron a un gran número de personal, tanto jerárquico como tropa de a pié. Entre éstos, algunos denunciaron que eran obligados a dejar el 10 % de su sueldo para la organización, bajo apercibimiento de ser despedidos, cosa que ocurrió en algunos casos.

En las últimas elecciones obtuvieron resultados discretos. Tienen 10 diputados nacionales, 6 diputados provinciales, 3 senadores provinciales, 15 concejales a nivel nacional y tres intendentes (alcaldes). Pero el gran salto adelante se produjo este año, cuando desembarcaron en todos los ministerios y organismos públicos, siendo generosos también con familiares y amigos.

Controlan, por ejemplo, los medios de comunicación de titularidad estatal y, por tanto, uno de los caballos de batalla del gobierno, “el relato”. Ocupan todos los puestos importantes de Radio Nacional, el canal 7 de televisión y la agencia de noticias Telam. Y, no menos importante a la hora de controlar los medios, también está en sus manos AFSCA (Administración Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual), cuya función es aplicar, interpretar y hacer cumplir la controvertida ley de medios; y, desde la jefatura de gabinete, también controlan el manejo de la cada vez más abultada publicidad estatal, que se utiliza para premiar a la prensa adicta y castigar a la considerada hostil.

En el reportaje central de esta semana de la revista Noticias, titulado “La Cámpora, Negocios Públicos y Privados”,un operador político cercano a la primera mandataria habría dicho: “Cristina solo confía en La Cámpora, a todos los demás los mira con recelo. Ellos empiezan a ocupar los lugares de los que eran los iconos del gobierno de Néstor”. El semanario también asegura que ningún ministro se ha podido negar a incluir en sus nóminas a los enviados de Máximo, sobre cuyo futuro se tejen todo tipo de conjeturas.

El diario Perfil –de la misma editora que Noticias- asegura que el hijo de la presidente, que hasta ahora pasaba gran parte del tiempo en la Patagonia, cuidando de la fortuna familiar, está cada vez más tiempo en Buenos Aires. Instalado en una casa dentro del recinto de la residencia presidencial de Olivos, convoca a numerosos funcionarios, legisladores, militantes y hasta empresarios, algunos de los cuales se quedan hasta altas horas de la madrugada “hablando de política”, como en cualquier bar de Buenos Aires.

Entre sus invitados están la plana mayor de La Cámpora y funcionarios tan poderosos como el viceministro de Economía, Axel Kicillof y el jefe de la Secretaría de Inteligencia, Héctor Icazuriaga. Un empresario citado por Perfil, aseguró que en estos encuentros “se cocinan muchas cosas que tienen que ver con un proyecto que está en constante evolución”.

La agrupación juvenil del kirchnerismo se vio envuelta en los últimos días en dos polémicas. La primera, cuando se publicó que hacían reclutamiento en las cárceles, a través del llamado “Vatayón Militante”. Sus miembros gozan de privilegios, como salidas supuestamente “culturales”, aunque siempre con transfondo político, con banderas y consignas. Sergio Schoklender, ex apoderado de las Madres de la Plaza de Mayo, investigado por presunta corrupción, fue el que dio la primera noticia del asunto: “El trabajo que hacen es de organización, seleccionando presos. La idea es que el día de mañana, a medida que van recuperando su libertad, vayan a los barrios marginales, de donde la gran mayoría proviene, a reclutar otros militantes. Tienen prerrogativas increíbles y la gente de La Cámpora hace y deshace dentro de la cárcel. Es la eterna fantasía de tener su fuerza de choque propia”.

La segunda controversia surgió cuando se supo que integrantes de La Cámpora estaban visitando colegios –incluso primarios-, con actividades controvertidas. Enseñan a los niños a cepillarse bien los dientes, pero con la cara de Cristina Kirchner entre el material que utilizan. Plantan banderas y pancartas de La Cámpora dentro de las escuelas. Y organizan talleres con un juego, el Nestornauta, aprovechando una popular historieta -El Eternauta-, protagonizada por un héroe al que le cambian la cara por la del ex presidente. Sus actividades remiten a la primera época peronista, cuando los niños aprendían a leer con libros llenos de fotos de Perón y Evita, con textos como “Evita me ama”.

La oposición ha puesto el grito en el cielo. No porque haya política en los centros educativos, ya que es tradicional que en los colegios argentinos haya centros de estudiantes muy activos políticamente. Sino porque son actividades dentro de las aulas, de claro contenido partidista y con la subvención de todos. La presidente, no obstante, ignoró estos argumentos y salió en su defensa: “es maravilloso que tengamos a miles de jóvenes pintando banderas, pintando escuelas, a chicos trabajando en el territorio con las escuelas. Les molesta cuando van a bailar, les molesta cuando van al boliche, cuando militan porque militan, lo que les molesta a algunos viejos, son los jóvenes”.

La liturgia que despliegan en sus actividades, remiten a la juventud de los ´70. A la izquierda que adoptó la revolución, el Ché Guevara y la lucha armada. Todos se definen militantes, aunque ahora militan con el dinero del Estado. Muchos son hijos de desaparecidos, algunos son hijos recuperados de sus apropiadores militares. Se les oye hablar de “La Orga”, como llamaban internamente los Montoneros a su propia organización.

En las movilizaciones del oficialismo son el grupo más entusiasta, con sus cantos y consignas, que evidentemente complacen sobremanera a la presidente, que siempre los menciona. Andrés “Cuervo” Larroque, uno de sus máximos referentes, llegó a pedir que sus militantes dieran “la vida por Cristina”, aclarando que lo decía literalmente.

Como todos los grupos que componen el amplio arco del peronismo, pretenden siempre ocupar los mejores lugares, los más cercanos a la líder y, si es posible, ocupar todo el espacio. Claro que sus dirigentes viven ahora de manera muy distinta a la de sus antecesores de hace 40 años. Con sueldos del Estado más que generosos, en algunos casos sus patrimonios han aumentado de manera llamativa.

Su defensa del “modelo” incluye ir por todo. Sueñan con construir más poder y con llevar a uno de sus hombres como candidato a vicepresidente en las próximas elecciones, a ser posible con Cristina al frente, si se cumple el sueño de cambiar la Constitución y habilitar la posibilidad de un tercer mandato.

Según la versión oficial que da en su revista la propia agrupación, La Cámpora nació el 28 de diciembre de 2006, cuando Néstor Kirchner recibió de la familia del ex presidente los atributos presidenciales del “Tío”, como llamaban los jóvenes peronistas de entonces al hombre más fiel que tuvo Perón. Laura Di Marco, autora del primer libro sobre la agrupación, afirma que las dos grandes confrontaciones que terminan de darle forma son el conflicto con el campo, en el 2008, y la Ley de Medios que se promulgó un año después: “En la guerra con el campo, Kirchner pierde esa batalla pero construye a sus herederos”, dice la autora, periodista del diario La Nación.

Es curioso el nombre elegido por los jóvenes kirchneristas para su agrupación. Héctor José Cámpora fue presidente durante solo 49 días, entre el 25 de mayo y el 13 de julio de 1973, cuando ninguno de los jóvenes kirchnheristas había nacido. Barreras legales impuestas por la dictadura del general Lanusse impidieron a Perón ser el candidato presidencial, por lo que el viejo caudillo eligió a quien era su delegado personal, pero con una consigna clara: “Cámpora al gobierno, Perón al poder”. La llamada primavera camporista se inició con la liberación de los presos políticos y con la formación de un gobierno en el que tuvieron papel destacado los Montoneros, pero en el que también estuvo López Rega, el cerebro de la Triple A.

“El Tío” no era ningún revolucionario. Su principal virtud fue la lealtad, que al final Perón no le reconoció. Se cuenta de él –aunque también de otros dirigentes latinoamericanos, para descalificar su obsecuencia- que a la pregunta de Perón de “qué hora es”, respondía “la que usted quiera, mi general”. También se le adjudica la misma respuesta –en este caso, “la que usted quiera, señora”- cuando décadas antes se la formuló Evita.

El escritor Osvaldo Soriano, seguramente el que mejor retrató el peronismo de los años ´70, recordó en su libro “Piratas, fantasmas y dinosaurios” la anécdota de una sesión del Congreso en la que habló Perón, y que presidía Cámpora, allá por la década del ´40. Camporita, como también era conocido, se levantó casi 70 veces para aplaudir, obligando al resto de la cámara, con mayoría abrumadora peronista, a hacer lo mismo, para mostrar su apoyo a las palabras del líder. Soriano también escribió que aunque casi toda su vida Cámpora fue un esperpento político, “en apenas cuarenta y nueve días entró en la historia como intérprete de una trágica ilusión que pronto sería saboteada por su conductor, minada por sus aliados y decapitada por la dictadura militar”

La Cámpora, soldados de Cristina