viernes. 26.04.2024
NUEVATRIBUNA.ES / AGENCIAS - 23.04 2009

Los comentaristas europeos presentan a Jacob Zuma como un arquetipo del dirigente africano polígamo y corrompido, algunos blancos ven en él a un dictador en potencia. Pero una vasta mayoría del pueblo sudafricano le recibe como uno de los suyos.

El jefe del Congreso Nacional Africano (CNA), el partido que domina la vida política del país desde las primeras elecciones multirraciales en 1994, debería ser elegido como Presidente por el parlamento salido de las elecciones generales de este miércoles.

En estos comicios, el CNA espera una mayoría absoluta y su líder tiene prácticamente asegurada la Presidencia. La oposición "sólo" aspira a obtener una mayor representación en el Parlamento y evitar que los oficialistas lleguen a los dos tercios de escaños, lo que les permitiría reformar la Constitución sin alianzas.

Jacob Zuma, de 67 años, acostumbra a aparecer en las ceremonias tradicionales zulúes ataviado con pieles de leopardo. Proclama su amor por todas sus mujeres, tiene cuatro esposa y 18 hijos.

Durante las reuniones del CNA, baila y entona las canciones de la lucha contra el "apartheid", como la vivantre "Umshini Wami" ("Tráeme mi metralleta"), convertida en su firma.

ACUSADO DE VIOLACIÓN Y CORRUPCIÓN

Aunque resultó absuelto en un proceso judicial por violación, en 2006, el caso ha dejado huellas... y polémicas declaraciones. Ante el tribunal, Zuma explicó cómo se había duchado para evitar contagiarse del virus del sida tras un encuentro sexual con la chica que le acusaba de violación, seropositiva.

Tras este proceso, una interminable guerra judicial por corrupción sembró de nuevo la duda sobre el populista político, y eso que la acusación se levantó finalmente. No porque Zuma probara su inocencia, sino porque el jurado invalidó los cargos, por irregularidades en la acusación de la Fiscalía.

El ascenso a la cumbre del Estado de quien, de niño, cuidaba vacas en el pueblo zulú de Nkandla se ha realizado contra la voluntad del anterior jefe de Estado, Thabo Mbeki. El ex presidente apartó a Zuma de la vicepresidencia tras la condena por corrupción de su consejero financiero.

En diciembre de 2007, el descontento del pueblo sudafricano, cada vez más pobre, llevó a Zuma a la dirección del CNA. Nueve meses más tarde, el partido presionaba a Mbeki a renunciar a la presidencia. Según Jeremy Gordin, autor de una reciente biografía sobre Zuma, el partido estaba cansado de la postura elitista de Mbeki.

Según una encuesta Ipsos, el jefe del CNA es apreciado por los negros, que le dan una nota media de 7,7 pero aborrecido por los sudafricanos blancos, quienes le dan un 1,9.
Si Jacob Zuma encarna las esperanzas de los decepcionados, es porque está dotado de una rara capacidad de empatía, que emplea para convencer y comprender. Un talento que le sirve para negociar, como durante la difícil transición hacia la democracia de Sudáfrica o durante las conversaciones de paz de Burundi.

Pero como subraya un dirigente del CNA, "el hecho de escuchar a todo el mundo acaba por confundir sus opiniones". De hecho, el sexagenario acumula numerosas declaraciones contradictorias, en función del género de su auditorio.

Jacob Zuma, a un paso de la presidencia de Sudáfrica