viernes. 19.04.2024

Irak llega a las elecciones desangrado, pobre, sin expectativas y más dividido que nunca

Los comicios del próximo domingo se presentan como un paso definitivo para ir preparando la retiradas de las fuerzas de ocupación. Pero no parece que la situación en el país tan siquiera se aproxime a la normalidad y estabilidad que sería deseable siete años después de la caída de Sadam Husein.
NUEVATRIBUNA.ES / AGENCIAS - 3.3.2010

Al menos 31 personas han muerto este miércoles y 48 han resultado heridas como consecuencia de tres atentados suicidas en la ciudad de Baaquba, al noreste de Bagdad. Los dos primeros atentados fueron cometidos contra sendas comisarías de Policía y el tercero fue perpetrado en un hospital al que habían sido trasladado los heridos.

La portavoz del Gobierno provincial, Samira al Shibli, ha informado de que las fuerzas de seguridad han impuesto el toque de queda en todo el territorio de Diyala y han cerrado las carreteras importantes y las entradas a las principales ciudades a fin de impedir nuevos atentados.

Los atentados han sido cometidos a sólo cuatro días de las elecciones parlamentarias, a las que Irak llega desangrado y agotado por la violencia. Han pasado siete años desde que fuera derrocado el régimen de Sadam Husein y cinco desde que se eligió al Parlamento encargado de elaborar una Constitución para el país y la situación sigue siendo prácticamente la misma. Algunos analistas lo atribuyen al sectarismo político que domina a la sociedad iraquí y que la figura del actual primer ministro, Nuri al Maliki, un hombre de paja de Estados Unidos de muy bajo perfil, no ha contribuido a suavizar.

El anuncio de que unos unos 500 candidatos a los comicios del domingo no podrían participar por supuestas vinculaciones con el anterior régimen tampoco ha ayudado a calmar el clima preelectoral. La obsesión de las autoridades es que los suníes, antiguamente agrupados en el partido Baaz, el pilar político del régimen de Husein, puedan recuperar cuotas de poder.

Pero la mayoría de los observadores coinciden en situar como eje del problema problema iraquí la falta de oportunidades y de expectativas, la sensación de abandono que padece la población, de la que una cuarta parte vive por debajo del umbral de la pobreza. La tasa de paro es de un 18%, pero es que además un 10% de los que trabajan lo hacen en empleos a tiempo parcial que apenas les dan para sobrevivir. Así lo reflejan los informes de la ONU, en los que se constata que los que tienen más dificultades para acceder a un empleo son los hombres de 15 a 29 años. Esto les convierte en una presa fácil para el reclutamiento por parte de grupos yihadistas, como se cuenta en un reciente artículo de Los Angeles Times.

ELECCIONES REÑIDAS Y ENRARECIDAS

Más de 6.000 candidatos concurren a estos comicios para ocupar los 325 escaños en el Parlamento. Por primera vez en la historia de país, los iraquíes acuden a las urnas con listas abiertas, lo que dará la posibilidad a los votantes de elegir un determinado grupo político o, independientemente, uno de sus representantes.

Al Maliki, en el poder desde 2006, se vislumbra como uno de los favoritos al frente de su coalición, el Estado de Derecho, dominada por el partido del primer ministro, Al Dawa, y que defiende una bandera no sectaria. Su principal rival es la Alianza Nacional Iraquí, encabezada por el mayor partido chií, el Consejo Supremo Islámico Iraquí y en el que están integrados, entre otros, el clérigo radical chií Muqtada al Sadr. Dentro de esta alianza, los políticos que tienen mayor peso son el actual ministro de Finanzas, Bayan Yabr, y el ex primer ministro Ibrahim al Yafari.

La tercera en liza, por orden de posibilidades, es la Lista Iraquí del ex primer ministro Iyad Alawi, un chií aliado con uno de los vicepresidentes iraquíes, el suní Tareq al Hashemi, y con el también dirigente suní Saleh al Mutlaq. Esta alianza se ha visto afectada por la exclusión de Al Mutlaq como candidato para el Parlamento, por su supuesta vinculación con el extinto régimen de Sadam Husein.

En cualquier caso, las elecciones del domingo se ven como un paso clave para la progresiva retirada de los soldados estadounidenses que invadieron el país en 2003. Actualmente hay cerca de 96.000 efectivos, pero los planes de EEUU son retirar la mitad de esos militares antes del 1 de septiembre. Es a partir de las elecciones parlamentarias del 7 de marzo cuando Washington confía en que se asiente la situación política.

Estos días el reto de seguridad es uno de los más importantes de cara a los comicios. Estarán disponibles medio millón de policías y 14 divisiones del Ejército, que velarán para evitar que un grupo próximo a Al Qaeda cumpla sus amenazas de boicotear las elecciones. Parte de esas medidas de seguridad reforzadas ya han comenzado a notarse en el centro de Bagdad. Por ejemplo, para acceder a la Comisión Electoral, situada en la llamada "zona verde" de Bagdad, a los siete controles de identidad habituales y los cuatro chequeos del cuerpo de cada visitante, se ha incorporado un control más a 50 metros de la entrada principal para detectar explosivos pegados al cuerpo.

Irak llega a las elecciones desangrado, pobre, sin expectativas y más dividido que...