jueves. 18.04.2024
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Desde un prisma retrospectivo se puede decir que a partir de los años sesenta la inmigración del sur hacia el norte del mediterráneo, o lo que se dominaba en terminología del siglo 17 en árabe “Bayn – Al Idwatayn” se convirtió a un fenómeno social de mayor relevancia.

Todos los países del Magreb se han convertido a países emisores de mano de obra hacia los países del sur de Europa excepto Libia que ha sido siempre país de inmigración hasta últimamente después de la destrucción del Estado con el asesinato de Gadafi y Egipto que es tradicionalmente un país exportador de mano de obra hacia la zona del Golfo.

Estos flujos migratorios entre las dos orillas han tenido sus altibajos. A partir de estos años, sesenta, Europa prospera se vio obligada a buscar mano de obra que necesitaba la economía en el otro lado del mediterráneo para cubrir la demanda de las economías de estos países.  Una década después, la avenida de la crisis del petróleo de 1973 interrumpió en el ritmo cada vez más acelerado de los flujos migratorios desde el Magreb hacia Europa debido a la subida de la tasa de desempleo que afecto a un buen sector de la población activa europea.

Dichas circunstancias dieron oportunidad para que aparecieran nuevas formas de inmigración que se podría resumir en los siguientes:

  • La emigración en el marco de la reagrupación familiar que ha sustituido a la inmigración individual.
  • La aparición de la inmigración femenina sobre todo desde Marruecos a partir de los años ochenta.
  • La  emergencia de la inmigración clandestina debido a la aplicación del convenio de Schengen firmado en 1990 que ha impuesto medidas con la finalidad de obstaculizar la circulación de las personas cerrando cada vez más las fronteras, lo que dio píe al crecimiento de la inmigración ilegal sobre todo hacia España y Italia hasta tal punto que el número de las pateras interceptadas por las autoridades Españolas se multiplicaron por veintitrés durante 1994/2000.
  • La aparición de la inmigración Subsahariana que empezó a ser significativa en el Magreb que se ha convertido a una zona de tránsito. Según las estadísticas el 80% de los inmigrantes clandestinos que cruzan el estrecho son de origen subsahariano que consideraban a la zona del Magreb y sobre todo a Marruecos como destino transitorio y un puente imprescindible para llegar al “Dorado” Europeo.
  • La inmigración de las elites, a su vez, alcanzo nuevas dimensiones con la creciente demanda de la inmigración cualificada “la fuga de los cerebros” por parte de los países del norte.

La emigración magrebí hacia Europa se ha convertido a un hecho demográfico, económico, social y culturalmente estructural puesto que ya hay más de seis millones de inmigrantes Magrebíes asentados 

Cualquier observador o investigador en el tema migratorio entre las dos orillas puede concluir que la emigración magrebí hacia Europa se ha convertido a un hecho demográfico, económico, social y culturalmente estructural puesto que ya hay más de seis millones de inmigrantes Magrebíes asentados en ocupando así la segunda comunidad después de los turcos, dentro los cuales, según una muestra de una encuesta realizada entre  jubilados y prejubilados, dos tercios de este sector residen en Europa y solo el 10% opto por el retorno.

Según las previsiones, estos flujos migratorios entre Europa y el Magreb van a conocer una tendencia creciente debido, primero, al crecimiento demográfico de la población sobre todo los jóvenes menores de 40 años que representan el 77% de la población total Magrebí.

Segundo, el desempleo que afecta a la población activa tanto masculina como la femenina que cada vez va ocupando un porcentaje mayor en este sector activo, lo que explica el aumento de la inmigración femenina sobre todo en Marruecos hacia Europa. Esto debido a varios factores que consisten en la fuerte competencia de las empresas extranjeras facilitada por la liberalización del mercado, la inadecuación de la educación con la formación, la demanda del sector productivo y la dominación del sector primario en el tejido productivo de estos países  entre otros. Todo ello desemboca en un proceso de empobrecimiento agudo de la población, prueba de ello es que el PIB per capital comunitario es 14,5 veces más elevado que lo de los tres países del Magreb (Marruecos, Argelia y Túnez)

La deuda externa, también, es un factor muy importante que absorbe, para tener una idea aproximada, el 60% del PIB de Argelia, el 54% del PIB de Marruecos y el 57% del PIB de Túnez, con lo cual se considera un verdadero hándicap no solo ante la mejora económica sino también puso en tela de juicio la independencia y la soberanía nacional de estos países con la injerencia en el diseño de las políticas económicas y sociales de dichos países. En este contexto, me refiero a los famosos Programas de ajuste estructural impuestas por las grandes entidades financieras como el FMI y el Banco Mundial en los años ochenta, poniendo así a los Gobiernos encima de barril de pólvora con las protestas y las manifestaciones sociales por los cortes en los gastos sociales de primera necesidad.

Las remesas o las transferencias de divisas a los países del Sur del Mediterráneo es un factor más que explica, sin duda, la dependencia económica y la importancia de los flujos migratorios para estos países y el interés de los gobiernos del Magreb en exportar más mano de obra a los países Europeos utilizándola como inversión de gran magnitud macroeconómica. Basta con introducir algunos datos del Banco Mundial para poder comparar y darse cuenta de estas magnitudes.

Las migraciones entre las dos orillas han sido hace poco beneficiosas para todos y los flujos y movimientos de los capitales y personas eran muy liberalizadas y abiertas, sin embargo los últimos años se deterioraron no solo por la “amenaza” de la inmigración ilegal sino, sobre todo, por la obsesión por la seguridad aspiradas en lo que se denomina el síndrome de invasión tanto contra el terrorismo como el tráfico de drogas.

Muchas veces este cambio en la política inmigratoria comunitaria, aunque carece de coherencia y unificación, ha sido motivo de malentendimientos y conflictos políticos entre los países del Magreb y la comunidad Europea y que tuvo unas consecuencias en el ámbito mediático y la forja de actitudes xenófobas, a veces racistas de un sector muy importante de la opinión pública europea. Para citar solo a algunos incidentes, las acusaciones mutuas entre los Gobiernos de los países del sur de Europa y el Magreb, sobre todo entre Marruecos y España que consistió en las múltiples llamadas a consultas de los Embajadores que tuvo como objeto de discusión la responsabilidad sobre el control de las fronteras y el aumento de los flujos de inmigración clandestina. En cuanto a la xenofobia o el racismo ha alcanzado una amplitud innegable sea en casos flagrantes como los sucesos del Ejido, sea a través de Internet u otros ámbitos de manifestación de este fenómeno. Las estadísticas confirman que dicho fenómeno ha aumentado de manera alarmante sobre todo en países como Alemania, Bélgica, Francia y España. En Alemania los brotes racistas han aumentado hasta alcanzar el 33% respecto a 1999.

Los gestores económicos y políticos y los expertos trataron de plantear alternativas que consisten en “el librecambismo” como apuesta del futuro pero, debido a la fragilidad de la competitividad de las economías de los países del Magreb con la Europea y su falta de residencia a la dictadura del mercado, además de la falta de cumplimiento de los compromisos y la escasa inversión en los países del Sur, todo ello lleva a la inviabilidad de esta alternativa que se agudizo con la apertura de nuevos mercados prioritarios para Europa al Este y Centro del continente.

Concluyendo, se puede decir que, debido a la globalización y los efectos que conlleva, dicha movilidad se va complicando por las nuevas tensiones demográficas, económicas y culturales entre el Este, el norte y el sur de la cuenca, lo que hace que la relación Magreb/Europa conozca transformaciones culturales, sociales y políticas estructurales cuyo motor principal es la inmigración.


Rachid El Quaroui El Quaroui | Historiador y Antropólogo

La inmigración Magrebí y Europa: malestar de una relación geopolítica