jueves. 28.03.2024

Haití: agua potable para comprar votos

Un sachet o saquita de agua potable es lo que vale un sufragio en un país atormentado por las secuelas del terremoto de hace un año, por el reciente paso del huracán Tomás y ahora por una epidemia de cólera que amenaza con matar a miles de personas. Un país, en definitiva, que no puede pensar en elecciones cuando en sus calles se amontonan los cadáveres.
NUEVATRIBUNA.ES / AGENCIAS - 18.11.2010

La epidemia del cólera que golpea Haití podría provocar hasta 10.000 muertos en los próximos seis a 12 meses si no mejora la intervención médica para combatir la epidemia. La advertencia ha sido hecha por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), después de que las autoridades informaran de otras 76 muertes con las que las víctimas de la epidemia suman 1.110, mientras que el número de enfermos ha crecido de 1.583 a 18.382.

Si se mantiene la actual tasa de mortalidad de 4 a 5 por ciento, podríamos tener hasta 10 mil muertos, estima el médico Ciro Ugarte, de la OPS. Añade que se trata de un escenario sombrío y reitera el temor expresado recientemente por expertos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Ginebra, de que en menos de un año podría haber unas 200 mil personas infectadas por el mal.

La situación en Haití se complicó esta semana con choques entre manifestantes y cascos azules de la ONU, en particular en Cabo Haitiano, con el saldo de dos muertos y 14 heridos durante los disturbios del lunes y el martes. La policía informó hoy de otro fallecimiento y varios heridos en la misma ciudad tras nuevos choques y ataques contra cascos azules y a médicos extranjeros. Los manifestantes levantaron barricadas con neumáticos ardiendo y la mayoría de las principales calles de Cabo Haitiano permanecían bloqueadas, en tanto que el aeropuerto local estaba cerrado. En la central Hinche, al menos seis cascos azules resultaron heridos cuando unos 400 manifestantes lanzaron piedras a fuerzas de la ONU tras reiterar acusaciones contra el batallón nepalí, integrado por unos mil efectivos, de haber sido la fuente de contagio.

El detonante del estallido de violencia ha sido la creencia de que el cólera haya sido llevado a Haití por los soldados nepalíes que forman parte de la misión. El organismo mundial, sin embargo, niega una vez más que los soldados sean responsables de la enfermedad y atribuye los disturbios a delincuentes y agitadores políticos que buscan sabotear las elecciones presidenciales y legislativas del 28 de noviembre. Más dramática es la repercusión que los ataques están teniendo en el combate contra la enfermedad, ya que han interrumpido los esfuerzos internacionales para combatirla, lo que eleva el riesgo de infección y muerte.

Hay cadáveres de víctimas del cólera abandonados en las calles, por lo que se suceden los llamamientos a la calma de las autoridades. El presidente René Préval, ha pedido que cesen los choques entre manifestantes y las fuerzas de la ONU. Propiciar el desorden y la inestabilidad jamás aportó ninguna solución en un país que vive momentos difíciles, ha asegurado.

Las autoridades haitianas, que aún no logran superar la devastación que dejó el terremoto del 12 enero, que provocó 250.000 muertos y un millón 300.000 damnificados, reciben apoyo de especialistas en salud de otras naciones. En barriadas pobres como Cité Soleil, al norte de Puerto Príncipe, la capital, un basural improvisado acumula cantidades inimaginables de residuos y, en plena época de lluvias, las aguas han ido arrastrando parte de esos desechos desde las zonas más altas hasta las calles y plazas del área céntrica de la ciudad. Jean William Pape, el único epidemiólogo haitiano, dijo que de no haber una solución definitiva para las barriadas postergadas, “no tenemos posibilidades de reducir el cólera”.

Pape explicó que no se trata sólo de los campamentos que levantaron las miles de personas que se quedaron sin casa tras el terremoto, sino también de los barrios más pobres de la ciudad, donde nunca existieron servicios sanitarios ni agua potable. “La reconstrucción de Haití sólo se podrá realizar si se traslada a no menos de 3 millones de personas de los barrios de infraviviendas a lugares habitables”, agregó. Pero Haití está cada día más lejos de esa posibilidad. La ayuda prometida, cuando muchos parecieron sensibilizarse por el terremoto, llegó en una milésima parte y la actitud de los candidatos para las elecciones del 28 de noviembre se reduce a la compra de votos pagando con sachets de agua potable.


Haití: agua potable para comprar votos