viernes. 26.04.2024
El candidato a la presidencia de México por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto, junto con su esposa Angélica Rivera.

Casi 80 millones de mexicanos eligen presidente este domingo para el próximo sexenio, en un marco de violencia extrema. Todo indica que, tras un paréntesis de doce años y dos gobiernos sucesivos del PAN (Partido de Acción Nacional), el PRI (Partido Revolucionario Institucional) tiene las mayores posibilidades de volver a dirigir los destinos del país. Ya lo hizo durante 71 años, de forma absoluta, con un régimen de casi partido único.

Los cuatro candidatos presidenciales, Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador, Josefina Vázquez Mota y Gabriel Quadri, firmaron un pacto comprometiéndose a reconocer el resultado, sea cual sea, y expresaron su respecto a las autoridades electorales. Este documento es especialmente importante ya que en las elecciones anteriores, del 2006, López Obrador denunció fraude y protagonizó un larguísimo conflicto postelectoral. Perdió por el 0,56 % de los votos frente al actual presidente, Felipe Calderón, y durante mucho tiempo se proclamó como el legítimo presidente de México.

Antes de firmar el documento, López Obrador había denunciado que sus adversarios recurrirían al fraude y que la victoria del PAN o del PRI sería moralmente imposible. Pero todas las encuestas coinciden y hasta Covarrubias & Asociados, ligada al izquierdista PRD, que le da a Peña Nieto 38 % en intención de voto, frente al 28 % que otorga a López Obrador y 24 % a Josefina Vázquez Mota. Estos porcentajes dan directamente la victoria al candidato del PRI, ya que en México no existe la segunda vuelta.

El descontento con los 12 años de gobiernos del PAN, un partido de derecha y confesionalmente católico, explica lo que apuntan las encuestas: el regreso del PRI, el “Ogro filantrópico” del que hablaba Octavio Paz al referirse a los gobiernos del que llegó a ser el régimen más longevo de la historia contemporánea. Pero, en esta ocasión, todos esperan que sea un PRI renovado y que queden para la historia viejas prácticas.

Hay todavía dinosaurios en el partido y conservan aún mucho poder. Pero la sociedad mexicana ha cambiado en estos últimos años. La prensa tiene un peso más importante para fiscalizar la labor del gobierno. Y han surgido nuevos actores sociales, el último de los cuales, los estudiantes de #YoSoy132, que puso en dificultades a Peña Nieto.

El candidato del PRI fue gobernador del Estado de México entre 2005 y 2011, siendo el quinto miembro de su familia que ocupaba el cargo. Abogado, de 45 años, su principal virtud parece ser la telegenia y su juventud no garantiza que no repita las viejas prácticas del PRI, corrupción, clientelismo y autoritarismo. Peña Nieto es un producto acabado del viejo partido, forma parte de la llamada “familia revolucionaria”.

Casado en segundas nupcias con la actriz de telenovelas Angélica Rivera, a principios de año admitió que había engañado a su primera esposa, fallecida en 2007 y que tuvo dos hijos extramatrimoniales de diferentes mujeres. Pero no parece que el escándalo afectase su carrera. Sí fue un traspié serio cuando en la Feria del Libro de Guadalajara no supo responder adecuadamente a qué tres libros habían marcado su vida. Su respuesta, errática, dubitativa y confundiendo libros y autores, produjo una penosa impresión, pero también parece haberse recuperado.

Uno de los autores que confundió fue Carlos Fuentes, que antes de morir llegó a decir: “este señor tiene derecho a no leerme, lo que no tiene derecho es a ser presidente de México a partir de la ignorancia, eso es lo grave”. Fuentes, también dijo. “los problemas exigen un hombre que pueda conversar como par con Obama, Angela Merkel o Sarcozy y no es éste el hombre capaz de hacerlo”.

Durante la campaña, centrada en el slogan “Cambio responsable”, Peña Nieto recibió el apoyo del gigante de la televisión privada, Televisa, reviviendo una vieja alianza del pasado, cuando el Tigre Azcárraga hizo del canal más visto de México (70 % de audiencia) el principal sustento del régimen priísta.

Peña Nieto promete una democracia con mejores resultados y asegura que su partido está listo para gobernar de forma democrática, con una completa transparencia y total disposición a dar cuenta de sus actos. Un informe de InSight Crime destacó que una de las grandes diferencias con el presidente Calderón, es que Peña Nieto dará prioridad a rebajar los niveles de asesinatos, secuestros y extorsiones, frente a la política actual de ir a por los grandes capos del narcotráfico y la incautación de drogas. Como golpe de efecto, contrató como asesor al antiguo jefe de la policía nacional de Colombia, general Oscar Naranjo.

Aunque las encuestas dan poco margen para el error, no hay que perder de vista al segundo favorito, Andrés Manuel López Obrador, conocido popularmente como AMLO, por sus siglas, o Peje, en referencia a un extraño pez con forma de lagarto de su estado natal, Tabasco. El candidato del PRD (Partido de la Revolución Democrática) fue alcalde de la ciudad de México entre 2000 y 2006, muy popular en su momento gracias a los programas sociales. Durante los últimos años ha recorrido todos los municipios de México, presentándose como el legítimo presidente. La diferencia en los últimos tiempos es que moderó su mensaje, fundamentalmente en las formas y ofreció una imagen más conciliadora.

Incluso se acercó a sectores que antes despreciaba, como los empresarios. “les extiendo mi mano franca en señal de amistad y reconciliación”, dijo en un acto al que asistieron hombres de negocios de Monterrey, la gran ciudad industrial del norte de México. Y también se reconcilió con Cuauhtémoc Cárdenas, el fundador del partido y referente moral del mismo, del que estaba distanciado desde el año 2000. El escritor e historiador Enrique Krauze, que hace seis años consideraba a López Obrador un “mesías tropical”, ve ahora en el candidato del PRD a “un hombre limpio”.

El legado del presidente Calderón es modesto en lo económico, aunque lo mejor que se puede decir de su desempeño es que logró capear el temporal de la crisis internacional. En el 2009 México registró una brusca caída en su crecimiento, pero se recuperó bien un año más tarde. En promedio, el país creció a un promedio del 2 % anual, lejos de las tasas chinas de países como Brasil o Argentina. Por su esquema productivo no pudo beneficiarse de las necesidades de China, que impulsaron el crecimiento de otros países de la región. .

Deja un país en el que casi la mitad de la población vive en la pobreza y la diferencia entre ricos y pobres alcanzó la brecha más grande de los últimos 25 años. Según datos de la OCDE, el 10 % de los mexicanos más ricos tiene ingresos 26 veces superiores al 10 % más pobre. Hay un índice de desempleo del 4,9 %, pero el empleo en negro llega al 28,6 %.

Calderón pasará a la historia por la guerra que lanzó contra el narcotráfico nada más asumir la presidencia, que dejó al menos 55.000 muertos en 6 años. Una cifra que ha llegado a poner al país al borde de ser calificado como un estado fallido. Si bien las cifras son de por sí escalofriantes, aún es peor la escenificación de estas muertos, el sadismo de los asesinatos, la exhibición de cuerpos descuartizados (596 decapitados el años pasado) y las masacres que han sido imágenes cotidianas para todos los mexicanos.

Pero algunos datos dan un pequeño consuelo al presidente Calderón al final de su mandato. Las muertes violentas ligadas al crimen organizado descendieron un 12 % en los cinco primeros meses de este año, respecto al mismo período del año anterior. Y una encuesta de estos días indica que la mayoría de los ciudadanos considera que este año ha habido una mejora en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, aunque esto no se ha traducido en una mayor confianza en el gobierno. Esta misma encuesta, de Gallup, tampoco muestra confianza de los ciudadanos en la situación económica del país, ya que solo el 32 % considera que ha mejorado sus condiciones de vida.

Las elecciones tienen en esta ocasión mayores garantías de limpieza y equidad, gracias a una legislación que da mayores competencias al Instituto Federal Electoral –por ejemplo, volver a contar los votos en caso de resultados muy ajustados- y a un sistema de recuento más rápido y eficiente. Estarán, además, sometidas al escrutinio de unos 700 observadores internacionales, procedentes de 66 países.

Además del nuevo presidente, en estas elecciones también se disputa la gobernación de seis estados: Distrito Federal, Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Tabasco y Yucatán. También se elegirá a los 500 diputados y 128 senadores, 900 alcaldes y otros funcionarios locales. El nuevo congreso empezará a funcionar el 1 de septiembre y el nuevo presidente asumirá el 1 de diciembre.

El regreso del 'Ogro Filántrópico'