martes. 23.04.2024

El bipartidismo británico sí se tambalea gracias a Clegg, el 'tercer hombre'

AGNESE MARRA
No sucede lo mismo en España donde parece que PP y PSOE no dejan lugar a una tercera fuerza, ayudados por leyes electorales que les benefician. En Reino Unido nadie esperaba que Nick Clegg, líder del partido liberal demócrata, se convirtiera en el ‘tercer hombre’ que irrumpiera entre el clásico laboristas y tories. Su figura es sólida y está cerca de convertirse en la segunda fuerza.
NUEVATRIBUNA.ES - 23.04.2010

El segundo debate británico entre los candidatos electorales ha reafirmado una situación anómala en Reino Unido. En los próximos comicios del 6 de mayo el poder por el Gobierno británico se disputará entre tres personas. El bipartidismo hegemónico entre los laboristas y los tories parece haber llegado a su fin.

Hace apenas una semana que Gordon Brown (laboristas) y David Cameron (conservadores/tories) se dieron cuenta que el tercero en discordia no era una simple anécdota electoral, sino que Nick Clegg con su partido liberal demócrata pisaba incluso más fuerte que ellos.

Clegg mostró todas sus armas en el primer debate electoral televisado de la historia de Reino Unido. Por primera vez los candidatos británicos se juntaban para dar a conocer su programa y para rebatir a sus adversarios. Brown y Cameron tenían sus papeles bien preparados. Conocían bien las fragilidades del otro y llevan batallando varios años. Nick Clegg aparecía como un personaje curioso, con cara de niño bien y aparentemente inofensivo. Pero la condescendencia con la que le trató Brown (Cameron en el primer debate estaba sin palabras) sólo sirvió para realzar la figura del joven Clegg.

En los siete días posteriores se ha convertido en todo un fenómeno mediático al que ya le han bautizado como el “nuevo Obama”. Clegg se ha convertido en la pesadilla de David Cameron, quien ya se sentía vencedor. Pero ahora ‘el tercer hombre’ le pisa los talones a Cameron y amplía distancia con Brown.

“NO ES ESTRELLA DE UN DÍA”

Todas las miradas estaban puestas en el debate de ayer –por el jueves-. A lo largo de la semana los conservadores han hecho dura campaña contra el benjamín de los candidatos, y las especulaciones decían que Clegg podía venirse abajo. Pero las teorías no podían estar más alejadas de la realidad y este viernes se puede leer en la prensa británica un mismo concepto: “Clegg no es estrella de un día”, decía hoy The Guardian.

El candidato ‘centrista’ no estuvo tan espléndido como en su estreno pero se mantuvo firme, convincente y ofreció esa novedad que tanto solicitan los británicos. Esta vez David Cameron se dio cuenta de quien era su verdadero ‘enemigo’ e hizo sus deberes. Se esforzó por mostrarse más natural, simpático y seguro de sí mismo. Prefirió no seguir con el papel de euroescéptico y dijo que le parecía bien “tener buenas relaciones con Europa” pero recordó que “se le habían dado algunos poderes a Bruselas que tenían que ser devueltos para los británicos”.

Precisamente Clegg, fue el que mostró con más claridad su perfil europeísta, incluso llegando a defender la entrada del euro en el Reino Unido. Insistió en las ventajas de pertenecer a la UE y señaló las bondades de las “mezclas europeas” poniendo como ejemplos el caso de su madre belga o de su esposa española. Para algunos su europeísmo puede convertirse en su talón de Aquiles.

BROWN SE CEBA CON LOS CANDIDATOS

El debate del jueves se postulaba como el encuentro en el que dominaría Gordon Brown, ya que se trataba de política internacional, materia en la que Cameron se lleva un gran suspenso.

Sin embargo el todavía primer ministro no destacó salvo por sus críticas hacia sus oponentes. “Nick (Clegg) tú eres un riesgo para la seguridad, y tú David (Cameron) eres un riesgo para la economía”, les espetó Brown, quien trató a Clegg con la misma condescendencia que en el anterior debate: “Sé realista”, le repetía Brown cuando su nuevo oponente defendía el desarme nuclear. Pero la frase que más repitió contra Clegg, como si fuera un insulto, fue cuando le dijo: “Eres un antiamericano”. Todavía hoy la prensa británica se pregunta qué pretendía Brown con ese ataque, ya que respondía a que Clegg había pedido “dejar de ser cómplices con los países que han practicado torturas” y que señaló que “no debería haberse invadido Irak”.

Afganistán y la vuelta de las tropas fue otro de los temas clave. Clegg pidió una misión clara para el país asiático y apostó por proveer a los militares británicos con el equipamiento adecuado. Cameron también atacó por este flanco a un Brown que no estuvo muy acertado.

Y el tercer gran eje fue el de la inmigración donde tanto Cameron como Brown acusaron a Clegg de apostar por “la entrada de todos”. Sin embargo el ‘tercer hombre’ resolvió y recordó “el caos del Gobierno de Brown” que había dejado a 800.000 personas sin papeles. Clegg apostó por la inmigración legal y se ubicó como el más progresista de los tres en este tema.

“YES IT CAN”

Aunque Clegg mantuvo los logros cosechados en el anterior debate, la prestigiosa consultora YouGov daba al líder del Partido Conservador, David Cameron, como el ganador del debate, con un 36%. Por detrás el novedoso Clegg con un 32%, y una vez más en el último lugar estuvo el laborista Brown con un 29%.

Todavía queda un debate más el próximo jueves donde tratarán sobre temas económicos. Pero la conclusión del segundo encuentro es que Clegg se puede considerar un candidato en toda regla que ha revolucionado el sistema bipartidista británico y que pelea por llegar a la puerta verde de Downing Street, poniendo de los nervios a laboristas y tories.

El mensaje de Clegg parece que está calando y sus paralelismos con Obama, al menos en cuestión de oratoria, son más que obvios. "No repitamos los errores del pasado. No dejen que les digan que esta vez no será diferente. Puede serlo (Yes, It can)", dijo en su alegato final, recordando a todos los televidentes el ‘Yes We Can’ que le llevó a Obama a la Casa Blanca. Todavía queda tiempo, pero la fractura del sistema bipartidista británica es digna de tener en cuenta.


El bipartidismo británico sí se tambalea gracias a Clegg, el 'tercer hombre'