sábado. 20.04.2024

El nuevo organismo continental no supone, de momento, una amenaza a la continuidad de la OEA. Y solo el futuro dirá si es un foro más en la serie de organismos regionales.

“Haciendo un sabio equilibrio entre la unidad y la diversidad de nuestros pueblos”

Con la profunda crisis global de fondo, muchas de las discusiones y los encuentros bilaterales de la cumbre de Caracas estuvieron centrados en cómo la región puede mantenerse al margen de los problemas que afligen a EE.UU. y Europa, mediante el fortalecimiento de las economías nacionales y el comercio regional. Y cómo evitar que el retraimiento del comercio mundial impacte en América Latina y el Caribe. En este sentido, la presidente de Argentina, Cristina Fernández, recordó que el comercio entre los países de la región es de solo el 16 %, mientras que el 84 % por ciento restante es con países ajenos a la zona.

Pero del encuentro de 33 países salió poco más que declaraciones de buenas intenciones. En la Declaración de Caracas se expresa el compromiso de avanzar en el proceso de integración política, económica, social y cultural, “haciendo un sabio equilibrio entre la unidad y la diversidad de nuestros pueblos”.

Del mismo modo, el llamado “Plan de Acción de Caracas 2012”, alienta a impulsar, promover, diseñar, solicitar, implementar, fortalecer… una serie de medidas, entre las que hay pocas cosas concretas. Pero se puede rescatar la propuesta para (grupo de trabajo mediante) crear una Preferencia Arancelaria Latinoamericana y del Caribe. Y también la puesta en marcha de un programa para facilitar el comercio en la región, que contenga temas vinculados al transporte, procedimientos aduaneros y digitalización de procedimientos.

No se logró un acuerdo sobre el funcionamiento práctico y, lo más importante, cómo será el procedimiento para la toma de decisiones. Por tanto, se acordó que por ahora se actuará por consenso. Una troika, compuesta por Chile, Venezuela y Cuba, asegurará la continuidad de la CELAC, pero no hay de momento sede permanente ni un aparato burocrático de respaldo.

“¿Cuánto pudiéremos hacer juntos, teniendo los recursos, tecnología, teniendo una estructura financiera propia? Esa es la Patria grande que nos estamos imaginando, por ahí tienen que ir los caminos”, dijo el anfitrión, el venezolano Hugo Chávez, en su reaparición a lo grande en la escena internacional, desde que hace 5 meses le descubrieran el cáncer.

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, se ha apresurado a rechazar la intervención del nuevo organismo en el conflicto interno de su país, pese a las peticiones expresas hechas por las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y el ELN (Ejército de Liberación Nacional). “Por ahora la mejor forma de ayudar es no hacer nada”, señaló, recordando que ya en su discurso al asumir la presidencia había dicho que la paz era un asunto interno colombiano, que iban a resolver los colombianos.

La libertad, la democracia, el respeto a los derechos humanos, la justicia “y por sobre todo nuestro profundo amor por nuestros pueblos”

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, asumió la primera presidencia de turno. Y dijo que al hacerlo quiere saldar una deuda pendiente en el ámbito de la integración regional. Se refería, fundamentalmente, al MERCOSUR, del que Chile no es más que país asociado. Piñera reconoció las diferencias ideológicas con los otros dos integrantes de la troika, Cuba y Venezuela: “sin duda que partimos con diferencias de opinión, viva la diferencia”, señaló, añadiendo que espera trabajar a lo largo de los próximos meses, junto a Chávez y Raúl Castro, guiados por los principios de la libertad, la democracia, el respeto a los derechos humanos, la justicia “y por sobre todo nuestro profundo amor por nuestros pueblos”.

Las presidentes de Argentina y Brasil, Dilma Rousseff y Cristina Fernández, no se quedaron a la segunda jornada de la cumbre, lo que podría indicar cierta cautela de ambas, más allá de declaraciones formales. El encargado de Brasil para Asuntos de América del Sur y del Caribe, José Antonio Somoes, pidió tiempo en Caracas para ver cómo funciona la CELAC, señalando que por el momento no es necesario que tenga más que una “estructura leve”, sin presupuesto propio.

Pero no es nada desdeñable la convocatoria de esta primera cumbre de la CELAC, que reunió a los representantes de 33 países de la región, incluyendo desde los conservadores mandatarios de Chile, Colombia y México, a los impulsores del ALBA, liderados por Chávez. Y que incluye a países como Cuba, expulsada de la OEA y bloqueada desde hace décadas por sucesivos gobiernos norteamericanos (se aprobó una condena de la CELAC al respecto), pero también otros que tienen tratados de libre comercio con EE.UU., como México, Chile, Perú, Colombia o Panamá.

Este primer año será fundamental. Si la CELAC sobrevive a la convivencia de personalidades tan dispares en su troika, como Piñera, Castro y Chávez, y si se avanza en cuestiones prácticas y concretas, América Latina y el Caribe estarán de enhorabuena y se estará empezando a superar la habitual retórica integracionista. La crisis global puede ser un peligro en el camino, pero también una oportunidad para la región.

Discreto éxito de la cumbre de la CELAC