miércoles. 24.04.2024

“No estamos a estas alturas seguros, nadie lo puede decir científicamente hablando que esa nueva lesión sea maligna, sin embargo hay probabilidades altas de que lo sea”

“No estamos a estas alturas seguros, nadie lo puede decir científicamente hablando que esa nueva lesión sea maligna, sin embargo hay probabilidades altas de que lo sea”, porque está en el mismo lugar donde estaba el tumor removido, dijo Hugo Chávez nada más regresar de La Habana, donde fue sometido a nuevas pruebas. Precisó que la lesión era de dos centímetros y que era muy claramente visible en las pruebas que le hicieron. La dramática confesión de Hugo Chávez no hizo más que confirmar los insistentes rumores que lo situaban en La Habana para ser operado. Era cierto que había viajado a Cuba, pero todavía no fue intervenido, aunque será en las próximas horas cuando decida cuándo y dónde se pondrá en manos de los cirujanos.

El hermetismo que ha rodeado desde el principio la enfermedad de Chávez (no se sabe oficialmente de qué fue operado, aunque está claro que es de cáncer), no permiten a esta hora hablar de una metástasis y de su eventual alcance. En dos intervenciones en las últimas horas, una de ellas por teléfono en el canal estatal de noticias, Chávez negó que tenga metástasis.

Pero la gravedad es evidente, como se desprende de las palabras del propio mandatario venezolano, que dijo que la operación debe ser en los próximos días, “no creo que pase el fin de semana para extraer esa lesión”, dijo. Los médicos serán los mismos que lo operaron hace ocho meses. Y señaló que en Cuba “todo está acondicionado” y existen mejores condiciones de seguridad para este tipo de operación.

En su intervención telefónica de Venevisión, Chávez sonó con menor convicción que de costumbre, aunque mantuvo su retórica habitual, aprovechando para ataques diversos contra la oposición. La confesión de Chávez deja en mal lugar a algunos dirigentes del oficialismo, que solo minutos antes desmentían los rumores. Andrés Izarra, ministro de Información, dijo vía twitter que se trataba de “una guerra sucia de la canallada”. Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, utilizó la misma vía para asegurar que Chávez iba a dar “una sorpresita” a quienes estaban detrás de los rumores.

“Que nadie se alarme y yo diría que nadie se alegre, porque, independientemente de mi suerte personal, esta revolución tiene un rumbo y nada ni nadie podrá detenerla”

“Que nadie se alarme y yo diría que nadie se alegre, porque, independientemente de mi suerte personal, esta revolución tiene un rumbo y nada ni nadie podrá detenerla”, dijo el presidente venezolano. Pero la incertidumbre sobre la esperanza de vida de Chávez va a tener repercusiones en el escenario electoral, ya que faltan solamente siete meses y medio para las previstas elecciones presidenciales.

El presidente venezolano admitió que debe elaborar un plan de campaña y que el punto primordial para impulsarla es la organización de los partidos que integran su base de apoyo, como el Gran Polo Patriótico y el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela). Y aceptó que no podrá seguir al mismo ritmo frenético de actividad acostumbrado: “estaré repensando, analizando esto y (dispuesto a) enfrentar lo que hay que enfrentar”.

Para Luis Vicente León, presidente de la consultora Datanálisis, nadie puede prever la magnitud del impacto que las noticias sobre la salud de Chávez tendrá en el electorado, “pero obvio que no es su mejor escenario (…) El impacto positivo de la solidaridad por enfermedad en política tiende a ser más bajo y más corto la segunda vez”.

El problema para el chavismo es que no hay Plan B. Los 13 años de gobierno han sido de un hiperpresidencialismo centrado en la avasalladora personalidad de Chávez. Y en ningún momento, ni siquiera tras la primera operación del presidente, se planteó promover una alternativa. Es más, algunos de los dirigentes más próximos hasta ahora a Chávez, fueron designados para asumir candidaturas a nivel regional. Es el caso del vicepresidente, Elias Jauá, el canciller, Nicolás Maduro, y el ministro del Interior, Tarek El Aissami, que serán los candidatos a las gobernaciones de Miranda, Carabobo y Táchira.

El papel de los militares, que en estos 13 años se han transformado en un cuerpo armado al servicio del proyecto político de Chávez, puede ser determinante en el futuro inmediato. Con una oposición fortalecida, tras elegir como su candidato presidencial a Henrique Capriles en elecciones internas, no hay que olvidar la advertencia del ministro de Defensa, Henry Rangel Silva, de que un gobierno opositor no sería aceptado por la fuerza armada.

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