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NUEVATRIBUNA.ES / AGENCIAS - 7.7.2009

Cientos de uigures se enfrentaron el martes con la policía antidisturbios en la capital de la región musulmana china de Xinjiang, dos días después de que un estallido de violencia de origen étnico dejara 156 muertos y más de 800 heridos.

Los manifestantes protestaban contra los arrestos arbitrarios llevados a cabo por las autoridades chinas el domingo después de que se desataran los disturbios en Urumqi, capital de la región. Miembros de la comunidad uigur han expresado a las agencias internacionales su intención de seguir resistiendo. “Mi esposo fue arrestado ayer por la policía. No dijeron el porqué. Sólo se lo llevaron", declaró a Reuters una mujer que se identificó como Maliya.

Abdul Ali, un uigur de veintitantos años, dijo levantando el puño en el aire: "Nos han estado arrestando sin razón, y es hora de que nos defendamos". Ali explicó que tres de sus hermanos y su hermana se encontraban entre los 1.434 detenidos para ser interrogados. Residentes locales se quejaron de que la policía estaba realizando operativos indiscriminados en áreas de la comunidad uigur.

Después, numerosos grupos de chinos de etnia han, armados con palos y otros objetos contundentes, salieron a las calles de la capital, Urumqi, pidiendo venganza y amenazando con linchar a los uigures. La policía tiene tomada las calles y las comunicaciones por teléfono e internet están cortadas. Las autoridades regionales han decretado el toque de queda entre las nueve de la noche del martes y las ocho de la mañana del miércoles (entre las 15 horas del martes y las 3 de la madrugada del miércoles en España peninsular).

Los enfrentamientos comenzaron cuando manifestantes uigures avanzaron contra cientos de efectivos antidisturbios, que llevaban porras y escudos. El martes a primera hora, el jefe del Partido Comunista en Xinjiang, Wang Lequan, informó de que los disturbios del domingo habían sido sofocados, aunque admitió que "esta lucha está lejos de haber concluido". Los medios estatales de Xinjiang citaron a Wang instando a lanzar "una lucha contra el separatismo".

Mientras, algunos diarios de Xinjiang exhibieron fotografías gráficas de la violencia, incluyendo cadáveres. Al menos una de las fotos mostraba a una mujer degollada. A pesar del férreo control establecido por las autoridades chinas, los disturbios parecen estarse propagando por la volátil región, donde las tensiones étnicas devienen periódicamente en baños de sangre. La policía dispersó a cerca de 200 personas en la mezquita Id Kah en la ciudad de Kashgar el lunes por la noche, indicó la agencia de noticias estatal Xinhua. La noticia no especificó si la policía utilizó la fuerza, pero informó de que se habían establecido puestos de control en cruces entre el aeropuerto de Kashgar, situada al oeste de Xinjiang.

La representante de la organización Human Rights Watch, Sophie Richardson, pidió que se realizara una investigación independiente sobre los incidentes: "Quienquiera que haya iniciado la violencia, es necesario rebajar las tensiones étnicas en la región, lo que requiere que el Gobierno aborde constructivamente las inquietudes de los uigures, no que las exacerbe".

POLÍTICAMENTE SENSIBLE

Junto al Tíbet, Xinjiang es una de las regiones políticamente más sensibles en China y en ambos lugares el Gobierno ha buscado mantener su estricto control sobre la religión y la vida cultural, mientras promete mejoras económicas y prosperidad.

Sin embargo, las minorías se quejan desde hace tiempo de que los chinos de la etnia Han acaparan la mayoría de los beneficios de subsidios oficiales, mientras que los residentes se sienten extranjeros en sus propios hogares. Casi la mitad de los 20 millones de habitantes de Xinjiang son uigures, mientras que la población de Urumqi, emplazada a 3.270 kilómetros al oeste de Pekín, está constituida principalmente por chinos Han.

Responsables chinos han responsabilizado de la violencia a grupos separatistas extranjeros, que según dicen, quieren crear una patria independiente para la minoría musulmana uigur. La exiliada empresaria uighur Rebiya Kadeer, culpada por la prensa estatal china de estar detrás de la violencia, negó tener algo que ver con los incidentes: “Estas acusaciones son completamente falsas", dijo a través de un intérprete desde Washington, donde vive actualmente.

En Washington, la Casa Blanca dijo el lunes estar preocupada por las muertes, pero indicó que sería prematuro especular sobre las circunstancias.

Chinos de la etnia Han amenazan con linchar a los uigures en Xinjiang