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NUEVATRIBUNA.ES - 14.10.2010

El Diario 16, periódico peruano dirigido por el periodista Juan Carlos Tafur, consiguió este miércoles la primicia del día: entrevistar al joven Richard Gálvez, de 27 años, quien reconoció haber sido agredido por el presidente Alan García el pasado sábado en el hospital Edgardo Rebagliati.

Gálvez reconoció haberle gritado “corrupto” al mandatario y que este en un arranque de furia lo abofeteó, para luego ser golpeado violentamente por su equipo de seguridad.

“Yo tenía frente a mí un cordón de seguridad humano. Pasa el presidente sonriendo, teniendo detrás a dos miembros de seguridad que quitan el cordón, y yo le digo corrupto. El presidente sonriente se voltea y pregunta quién fue y camina de regreso, y su seguridad viene a paso de trote y uno se me pega en mí delante; sabía que había sido yo. Allí el presidente me metió un manotazo que yo pude ver, pero no pude reaccionar, ya que tenía un miembro de seguridad adelante”, relata Gálvez. “El presidente me golpea con la mano izquierda hacia mi rostro derecho. Ni bien ocurrió el golpe, la gente empezó a gritar: ¡Abusivo, cobarde!, otros le decía ¡Ladrón, sinvergüenza! Fue solo una cachetada”, denuncia el joven.

Gálvez aprovechó la entrevista para negar que haya insultado a la familia del presidente como este había dicho días atrás. “No me meto con la madre, yo tengo mi madre que está delicada de salud. No me meto con su familia ni con sus hijos. Lo que dije fue contra él”, aclara. El joven añade que los miembros de la seguridad del mandatario lo golpearon en la cara y hasta lo patearon y señala que teme por alguna represalia que tomen por su denuncia. “Alan García es vengativo”, dice.

Otros medios latinoamericanos se han hecho eco de la noticia. Página12 comenta que "con la imagen en picada y jaqueado por la derrota de su partido en las últimas elecciones municipales, el mandatario de Perú perdió el control durante una visita a un hospital público". Para este medio, Alan García estalló porque "no la pasa bien. Su partido tuvo una dura derrota en las recientes elecciones regionales y municipales, su gobierno tiene una desaprobación que bordea el 70 por ciento; su gestión, que culmina en julio de 2011, enfrenta protestas sociales y graves denuncias de corrupción”.

Alan García ha negado la agresión, pero ha admitido que insultó al joven, que lo llamó corrupto diciéndole “vete al carajo”. “No puede ser que alguien le diga a uno ‘corrupto’ o ‘hijo de puta’ en la cara y uno se quede silencioso. Cuando se hace frente a frente y uno está acompañado de su hija, uno tiene que responder (...). A mí no me falta el respeto nadie, menos al presidente de la República y menos delante de mi hija y menos a mi madre”, señaló García, intentando justificar lo sucedido. Como se recoge más arriba, Richard Gálvez niega haberle dicho “hijo de puta” al presidente.

Y lo peor es que cuatro días después de ocurrido el incidente y luego de que Richard Gálvez ratificara su acusación contra Alan García, ha surgido una nueva versión sobre este bochornoso suceso. Un trabajador del hospital Rebagliati ha asegurado haber sido él y no el mandatario ni su cuerpo de seguridad, quien abofeteó y golpeó a dicho joven que prestaba servicio de voluntariado en ese centro.

Pero no es la primera vez que García reacciona con violencia al ser increpado. Este suceso ha servido para recordar que en 2004, cuando aún no era presidente y marchaba por las calles de Lima acompañando una protesta de trabajadores en huelga contra su antecesor Alejandro Toledo, una cámara le captó propinándole una patada por la espalda a un hombre que se le cruzó delante.

EL FLANCO SENSIBLE DEL PRESIDENTE

La acusación de “corrupto” que le lanzó Richard Gálvez al presidente apunta directamente a un flanco muy sensible del gobierno peruano. La gestión de García ha estado marcada por escándalos de corrupción.

Escuchas ilegales reveladas en noviembre de 2008 pusieron al descubierto los tratos bajo la mesa entre miembros de su gabinete ministerial y empresarios privados, representados por un ex ministro del primer gobierno de García (1985-1990) y un ex abogado del presidente peruano, para manejar licitaciones de obras públicas y concesiones de lotes petroleros. Su entonces primer ministro, Jorge del Castillo, se vio envuelto en el escándalo y debió renunciar. La investigación judicial contra Del Castillo y otros funcionarios del gobierno no ha avanzado, en un Poder Judicial acusado de tener una fuerte influencia del partido de gobierno.

El secretario general colegiado del oficialista Partido Aprista, Omar Quesada, ha sido acusado de usar el cargo público que tenía para traficar con terrenos del Estado. Ha habido acusaciones de desvío de fondos destinados a la reconstrucción del sureño puerto de Pisco por el terremoto de 2007 y de tráfico con los medicamentos y alimentos destinados a los damnificados. Estas son los casos más emblemáticos de corrupción, pero no los únicos.

Las acusaciones por corrupción persiguen a García desde su primer gobierno, del que salió con un juicio por enriquecimiento ilícito al terminar su gestión, que pudo librar con un oportuno autoexilio en Bogotá y París, del cual regresaría cuando los delitos por los que era acusado prescribieron. La bofetada presidencial también ha puesto en el debate los límites de la libertad de prensa y la autocensura de los medios. Un reportaje sobre este hecho, que recogía declaraciones de testigos, fue censurado por el canal privado Panamericana Televisión.

Alan García, el presidente de 'la mano larga'