jueves. 28.03.2024

Imagínese el lector que es responsable de la gestión de una empresa y se acerca a un banco para pedir un crédito. El banco examina la empresa y le dice al gestor, dueño o responsable de la empresa lo siguiente: “Vale, le concedo el crédito, pero tiene que despedir a trabajadores y reducir el tamaño de la empresa”. El gestor de la empresa se queda atónito ante la respuesta del banco y el gestor, que le suponemos con suficientes luces –no es lo habitual- le contesta al banquero: “Oiga, señor banquero, si despido y disminuyo el tamaño de la empresa la deuda que adquiero con el banco aumenta en términos relativos aun cuando no aumente en términos absolutos, y eso no le puede interesar al banco como acreedor mío”. En este caso lo mejor que podría hacer el gestor es tomar las de villadiego e intentarlo en otra entidad financiera donde la cretinez estuviera ausente. Pues bien, esto es lo que le están exigiendo a Grecia para concederle eso que llaman rescate de 130.000 millones euros y que en realidad es simplemente un crédito. Para su concesión la llamada troika (Comisión Europea, BCE y FMI) le exige a Grecia reducir el déficit en 4.400 millones de euros y despedir a 15.000 funcionarios, es decir, más de lo mismo. Con ello consiguen ahondar en la espiral contractiva de la economía por dos vías: a) por reducción del tamaño del sector público; b) por la contracción de la economía vía demanda agregada al disminuir las rentas salariales a consecuencia de estos nuevos despidos (los despedidos tendrán menos poder de compra). Los datos adjuntos corresponden al crecimiento (en este caso decrecimiento) desde el 2007 al 2011 (provisional). Supone una tasa de decrecimiento acumulado del 13,6%, pero lo más grave es que la mayor parte de ese decrecimiento se ha producido en los años 2010 (un 3,5%) y 2011 (un 5,5%), es decir, desde que se han tomado las medidas impuestas (chantajeadas) por la troika, es decir, por Merkel la miserable. En términos de empleo el desastre es absoluto, porque la famosa troika ha conseguido que Grecia pase de una tasa de paro del 16,9% de la población activa en mayo del 2011 al 19,2% en octubre ¡del mismo año!

En cuanto a la Tasa de crecimiento/decrecimiento del PIB, los datos de Grecia (según Eurostat)  han sido de 3,0% (2007); -2,0% (2008); -3,3% (2009); -3,5% (2010) y -5,5% (2011). Los datos de España, en los mismos años, han sido de 3,5%, 0,9%, -3,7%, -0,1% y 0,7%.

Es decir, a medida que Grecia hace caso a Bruselas está peor, pero a un ritmo no superado ni siquiera en la crisis del 29 del siglo pasado en USA. Para rematar la faena se habla de una quita de las deudas privadas (100.000 millones euros) a cargo de los acreedores, principalmente bancarios, de la UE. A mí me parece un error porque las deudas no han de perdonarse, sino alargarlas de su vencimiento, quizá con reducción del tipo de interés, pero con el compromiso de que se pagarán cuando la economía griega crezca. Ello obligaría a Bruselas a tomar las medidas contrarias: olvidarse de los déficits de Grecia y del resto de la Unión Europea, y estimular las medidas de empleo favoreciendo el crecimiento; y para este menester es condición necesaria ahora –aunque no suficiente probablemente- recuperar la demanda agregada. Lo de la quita es un caso de mala conciencia y un no saber qué hacer monumental. Además sólo es válida para una economía como la griega que representa el 1% de la U.E, pero ya no lo es para España, Italia y Francia -de Alemania ni hablamos- si fuera menester.

Llegado a este punto y lo que les espera a los griegos, a los trabajadores helenos y a los pensionistas ya no les interesa estar en el euro. Si no estuvieran no se verían sometidos al chantaje terrorista de la Merkel y compañía, no tendrían que centrar su política económica en el déficit presupuestario, sino en el verdadero déficit: el paro. Tendrían un banco central de verdad y no dependiente de la teutona; un banco que emitiría moneda, que tendría el control de la oferta monetaria, que podría estimular el crecimiento hasta que los primeros indicios inflacionistas aparecieran; podría devaluar entonces su moneda, fomentando las exportaciones y encareciendo las importaciones. Supondría una pérdida de nivel de vida por pérdida de relación real de intercambio, pero generalizada, que afectaría al empleo en mucho menor medida que lo está haciendo ahora. Además, con el cambio de moneda y su consiguiente devaluación, la quita de la deuda privada y pública griega se produciría en la práctica, sin negociaciones ni chantajes, si el gobierno heleno fijara la deuda en moneda propia o en euros, pero a un tipo de cambio específico y conveniente. Claro que esta medida no les interesa a los acreedores públicos y privados europeos que no están directamente implicados en la quita de 100.000 millones de euros y por ello ya no piden que Grecia se salga del euro. La parte negativa sería la posible evasión de divisas (en euros y en otras monedas) por parte de fondos privados e, incluso, de la propia banca griega antes del cambio de moneda. Ello exigiría la nacionalización de golpe en un fin de semana de todo el sistema financiero griego (bancos, cías. de seguros, fondos de pensiones privados, fondos de inversión, etc.). El otro aspecto negativo es que los préstamos recibidos están denominados en euros y su devolución también, pero podría hacer lo mismo que con la deuda pública. Pero, en cualquier caso, peor que están es casi imposible imaginar que puedan estarlo porque nada peor que se cierren empresas y los trabajadores se queden en la calle, que es lo que pasa actualmente en Grecia a un ritmo brutal. Para pagar deudas hay tiempo, pero los cierres y despidos son irreparables. Los helenos no tienen nada ya que perder porque lo que podían perder ya lo ha conseguido la Merkel y cía. ahora y Karamanlis (el partido conservador) en su momento con sus políticas facilitadoras de la especulación, la leyes sobre el suelo y las mentiras (vamos, lo mismo que Aznar en su momento). 

A Grecia ya no le interesa estar en el euro