viernes. 29.03.2024

La estimaciones de participación en un total de veinte localidades del país van de las 406.000 personas del canal 2 de televisión, la más conservadora, a las 450.000 del canal 1 o las 460.000 del canal 10.

El mayor seguimiento se registró en Tel Aviv, con unas 300.000 personas, mientras que en Jerusalén se concentraron en torno a 50.000 y en Haifa 35.000.

"El pueblo demanda justicia social" fue el himno coreado por la multitud, sobre la que sobresalían algunas banderas israelíes o pancartas con lemas como "La respuesta a la privatización es la revolución" y hasta un becerro de oro, como alusión bíblica.

En Tel Aviv, se proyectaba en uno de los edificios un discurso de Martin Luther King.

Las concentraciones estuvieron amenizadas por actuaciones de algunos de los principales grupos musicales del país, como Hadag Nahash, Karolina o Hayehudim, y concluyeron, como de costumbre, con el himno nacional, Hatikvá (la esperanza, en hebreo).

"Nosotros no pararemos esta protesta hasta que tú, primer ministro (Benjamín Netanyahu), nos des soluciones reales. Estamos aquí para quedarnos", dijo uno de sus principales líderes, el presidente del Sindicato Nacional de Estudiantes, Itzik Shmueli, desde el escenario en la concentración de Tel Aviv.

Shmueli advirtió de que "el camino hacia la victoria no será fácil", pero acabará con "una mejor sociedad israelí" basada en un mayor "equilibrio entre la economía de libre mercado y la economía humana".

En un discurso muy emocional, la iniciadora de la protesta, Dafni Lif, dijo que se siente "orgullosa de ser israelí desde hace siete semanas". "Este verano hemos abierto los ojos y ya no los cerraremos (...) Es el despertar más importante que ha habido nunca aquí", subrayó.

Esta marcha era el reto lanzado por los "indignados" de Israel para lograr la manifestación más numerosa de la historia del país, siete semanas después del comienzo de la protesta.

Hace tres sábados ya lograron sacar a las calles a 300.000 personas, en la que se convirtió entonces en la mayor concentración del Estado judío por motivos no vinculados al conflicto de Oriente Medio.

La cifra de hoy, en un país de 7,5 millones de habitantes, supera la que hasta ahora era la mayor concentración: las 400.000 personas que salieron a las calles en 1982 en protesta por las masacres de los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, en el Líbano.

Aunque el cartel de la convocatoria rezaba, en un juego de palabras: "Ellos sólo entienden números", los organizadores insistían en que el éxito de la protesta no debía medirse únicamente por el número de asistentes.

La contestación nació en Tel Aviv en julio cuando una joven plantó una tienda de campaña en un céntrico bulevar tras quedarse sin casa de alquiler.

Su caso fue seguido por otros en solidaridad, lo que llenó la avenida de centenares de tiendas, se extendió a otras ciudades y se convirtió en un movimiento más amplio de protesta socio-económica.

La protesta ha logrado aglutinar significativamente el crisol social israelí, pero la participación de árabes, judíos ultraortodoxos y colonos ideológicos (que suponen en conjunto un tercio de la población del país) es prácticamente insignificante.

El movimiento también es criticado en determinados círculos de izquierda por dejar de lado por motivos tácticos el espinoso asunto de la ocupación y la colonización de los territorios palestinos.

La mayor protesta de la historia de Israel en demanda de justicia social