jueves. 28.03.2024
@jgonzalezok y @gab2301 | Tres semanas antes de su toma de posesión, Luiz Inácio Lula da Silva recibió el diploma de presidente electo de Brasil por parte del Tribunal Superior Electoral (TSE), con un discurso en que exaltó la victoria de la democracia. Lula lloró al recordar que recibía el tercer diploma presidencial sin haber tenido nunca un diploma universitario, e hizo una fuerte defensa del estado de derecho, afirmando -sin mencionar al presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro- que “hubo un proyecto de destrucción del país”.

Para el presidente electo, pocas veces en la historia reciente de Brasil la democracia estuvo tan amenazada. Lula derrotó a Bolsonaro en la segunda vuelta de las elecciones más tensas de la historia brasileña, en las cuales el presidente saliente amenazó repetidamente las instituciones. Lula alertó contra las amenazas a la democracia no solo en Brasil, sino en otros países donde se creía que el sistema era una conquista irreversible. Y defendió una legislación internacional más dura para combatir la máquina de ataques a la democracia, sin renunciar a la defensa intransigente de la libertad de expresión.

“La democracia enfrenta un inmenso desafío alrededor del planeta, tal vez mayor que en el período de la Segunda Guerra Mundial. En América Latina, Europa y Estados Unidos, los enemigos de la democracia se organizan y se movilizan. Usan y abusan de los mecanismos de manipulación y mentiras, ofrecidos por las plataformas digitales que actúan de manera absolutamente irresponsable”, señaló Lula. 

Lula lloró al recordar que recibía el tercer diploma presidencial sin haber tenido nunca un diploma universitario

Más que un rito formal que certifica la elección del presidente y su vice, la ceremonia de este lunes en Brasilia se convirtió en un acto de desagravio a la democracia, aislando todavía más a Bolsonaro y su grupo de extremistas. Desde la derrota en las urnas, Bolsonaro prácticamente no gobierna. Dejó de cumplir su rutina laboral en el Palacio de Planalto y apenas sale de su residencia oficial.

“Este diploma que recibí, no es un diploma de Lula presidente, es un diploma de una parcela significativa del pueblo, que reconquistó el derecho a vivir en democracia en este país”, dijo un Lula emocionado, reafirmando que hará todos los esfuerzos posibles para cumplir su compromiso de toda una vida: “hacer de Brasil un país más desarrollado y más justo, con la garantía de dignidad y calidad de vida para todos los brasileños, sobre todo los más necesitados”.

El presidente electo hizo un homenaje al papel jugado por el Poder Judicial, sobre todo las más altas instancias, para defender las instituciones y la democracia. Tanto el Tribunal Superior Electoral (TSE) como el Supremo Tribunal Federal (STF) tuvieron un papel fundamental en la realización de las elecciones, con posiciones firmes que frenaron los avances autoritarios y golpistas de Bolsonaro. 

Especialmente importante fue el presidente de la máxima autoridad electoral, Alexandre de Moraes, que también integra el STF. Él fue el encargado de entregar los diplomas a Lula y al vicepresidente electo e hizo un discurso en el que fulminó los intentos de deslegitimar la democracia y el sistema electoral. Al igual que Lula, no le hizo falta mencionar al todavía presidente Bolsonaro. Para el magistrado, la ceremonia de este lunes significa el “reconocimiento de la limpieza del pleito electoral y la legitimidad política conferida soberanamente por la mayoría del pueblo brasileño por medio del voto directo y secreto”. 

Bolsonaro aún no se repuso de la derrota y todo indica que el 1 de enero no le pasará la banda presidencial a Lula

Denunció que grupos extremistas desvirtuaron el uso de las redes sociales. Y subrayó que el acto de entrega de los diplomas “confirma la victoria plena e incontestable de la democracia y del Estado de Derecho contra los ataques antidemocráticos, contra la desinformación y contra el discurso de odio, proferidos por diversos grupos organizados que ya están identificados”. Moraes garantizó que estos grupos y personas “serán integralmente responsabilizados para que eso no vuelva a suceder en las próximas elecciones”.

El discurso de Moraes, que contra lo que es costumbre tuvo una mayor duración que el de Lula, tuvo un tono durísimo y fue tan aplaudido como el del presidente electo. Sorprendió la contundencia de sus palabras, que fueron una lección magistral sobre las bases del Estado de Derecho: “La estabilidad democrática y el respeto al Estado de Derecho no significan ausencia de turbulencias, embates e incluso, como se verificó en las presentes elecciones, ilícitos ataques antidemocráticos al sistema electoral y a la propia Democracia. La estabilidad democrática y el respeto al Estado de Derecho significan el fiel cumplimiento de la Constitución, el pleno funcionamiento de las instituciones y la responsabilización integral de todos los que pretendieron subvertir el orden político, creando un régimen de excepción”. 

Ninguna autoridad del actual gobierno asistió a la ceremonia. Bolsonaro aún no se repuso de la derrota y todo indica que el 1 de enero no le pasará la banda presidencial a Lula. Actuará como el último presidente de la dictadura militar, el general João Baptista Figueiredo, que se fue por una puerta lateral del palacio y dejó una frase para la historia: “Me esqueçam” (Olvídenme). Bolsonaro, por su parte, pretende ser el jefe de la oposición, si la Justicia no pone en marcha algunas de las denuncias en su contra, convenientemente cajoneadas hasta ahora por el Procurador General de la República, Augusto Aras, y el presidente de la Cámara de Diputados, Artur Lyra. Pero eso será a partir del 1º de enero, cuando Lula asuma su tercer mandato como presidente y Bolsonaro pierda sus fueros.

Lula: “Pocas veces la democracia estuvo tan amenazada”