viernes. 19.04.2024
El húngaro Orbán y el serbio Vucic

Después de seis semanas de guerra en Ucrania, el foco se centra ahora en los presuntos crímenes de guerra cometidos por el ejército ruso antes de retirarse del área de Kiev para concentrar fuerzas en sus operaciones del este y sureste del país invadido. Moscú niega categóricamente las imputaciones y promete pruebas que las refutan. Medios occidentales aseguran contar con imágenes que prueban lo contrario. Se preparan más sanciones y se discuten formas de hacer responsable a Putin y sus colaboradores de estas masacres.

Pero esta última deriva de la guerra ha llegado tarde a dos de los países más cercanos a Rusia en Europa: uno es miembro de la UE (Hungría) y otro aspira a serlo, aunque con escasas esperanzas de conseguirlo pronto (Serbia). En ambos casos han repetido éxito abrumador los dos líderes que gobiernan con mano de hierro y pocos escrúpulos democráticos. El húngaro Orbán y el serbio Vucic han navegado por las seis semanas de guerra con cautelosa conducta, para no irritar aún más a los líderes europeos, pero sin arruinar sus relaciones estrechas con el Kremlin. Han condenado la invasión, pero se han abstenido de unirse a las sanciones económicas. La dependencia energética explica en parte su posición, no sin olvidar su coincidencia ideológica con el nacionalismo autoritario que se proyecta desde el Kremlin.

HUNGRÍA: EL ORBANATO

Viktor Orbán ha reforzado su control del país. Con el 53% de los votos, amplía más que conserva su mayoría absoluta y reduce a la oposición a la irrelevancia, con tan sólo un 35%, aunque las principales formaciones concurrieran unidas. El triunfo de Orbán ha sorprendido a quienes creían en unas encuestas que predecían un debilitamiento de su poder. 

En términos reales, la brecha entre gobierno y oposición será aún mayor, debido a un sistema electoral que Orbán ha fabricado a su conveniencia, mediante la manipulación de los distritos y la prima al partido mayoritario, es decir, el suyo (FIDESZ).

Para combatir todo eso, la oposición convino por fin en unirse, tras tres derrotas seguidas. Pero ahí se acabó la parte exitosa de la estrategia. La recta final de la campaña coincidió con la guerra de Ucrania. El candidato de la oposición, Peter Marky-Zay, un conservador alcalde de una pequeña localidad, creyó que las críticas al primer ministro por su connivencia con Rusia podrían resultar productivas, pero se equivocó. Orbán convirtió esta aparente debilidad en fuerza al afirmar que su adversario pretendía meter a Hungría en la guerra contra Rusia. Falso pero efectivo. Tras la derrota, los líderes de los partidos coaligados no se han privado de reprochar a Marky-Zay el error de apartarse de la estrategia inicial, que consistía en denunciar la corrupción y el autoritarismo de Orbán (2).

El primer ministro húngaro, en efecto, ha practicado un poder omnímodo, favorecido por el apoyo de los medios públicos y privados, éstos en manos de magnates cercanos al gran jefe, y el control de todos los aparatos del Estado (1). Orbán ha construido un sistema político que él mismo califica de “democracia iliberal”, en contraste con el que domina en Europa occidental, pero con menos claridad en los otros países de Europa central y oriental, donde el nacional-populismo es dominante bajo formas distintas.

La guerra en Ucrania puede incomodar a Orbán, porque lo distancia de otros líderes de la región que mantienen tensas relaciones con Bruselas, en particular Polonia. El líder húngaro no practica el guion antirruso del nacionalismo ultra conservador que gobierna en Varsovia. Por razones históricas y por estrategia política. Aunque ambos países sufrieron el intervencionismo soviético durante la guerra fría, Orbán es más oportunista que sus colegas del PiS polaco, uno de los muchos herederos de Solidarnosc. La línea del líder húngaro es más oportunista, menos ideológica. Los valores conservadores que proclama (cristiandad, familia, propiedad, tradicionalismo) son instrumentos, no pilares, de su estrategia política. Ante la guerra, se ha conducido como un equilibrista en la cuerda. Orbán afronta su periodo de mayor riesgo, pero ha demostrado gran habilidad para sortear los campos de minas (3).

SERBIA: PRAGMATISMO Y AUTORITARISMO

En Serbia se celebraron elecciones presidenciales y legislativas. Alexander Vucic ha renovado como Jefe del Estado mejorando en más de tres puntos su resultado anterior, hasta casi el 59%. En el parlamento, su partido SNS (progresista o del progreso, según la traducción) ha repetido su amplísima mayoría absoluta (44%) que su partido, detenta desde hace años. Alrededor de él agrandan su mayoría (hasta un 60% y más de 120 escaños) nueve pequeños partidos que comparten confusamente una ideología nacionalista templada pero conservadora (4). Fuera de esta coalición, pero con una trayectoria de cooperación parlamentaria acompañan a Vucic el principal partido de la minoría húngara en la Voïvodina (controlado por Orbán) y el Partido Socialista que fundara Milosevic de las cenizas de la Liga Comunista serbia. 

A la derecha del Partido del Progreso se han ido aglutinando formaciones nacionalistas muy radicales (incluido los partidarios de la restauración de la monarquía), que reniegan del pactismo oportunista de Vucic con la Unión Europea. De ese caladero ultra surgió Vucic, en su día miembro del Partido Radical, el más feroz de los nacionalistas serbios, hasta que las perspectivas de ingreso en la UE le condujeron a una moderación pragmática y cosmética.

Socialdemócratas y liberales se quedan fuera del Parlamento. Los ecologistas europeístas de Moramo (traducible como Debemos actuar) han obtenido poco menos que el 5% pero suficiente para contar con 12 asientos en la Cámara (5). Sin embargo, el principal rival de Vucic, con 37 escaños, será Serbia Unida, una amalgama heterogénea de partidos de reciente creación que han hecho de la lucha contra la corrupción su principal bandera.

El éxito de Vucic tiene ingredientes similares al de Orbán: autoritarismo, control de los aparatos del Estado, dominio de los medios y oportunismo ideológico. Pero, contrariamente al dirigente húngaro, el líder serbio tiene aún que ganarse la confianza europea para no perder opciones de ser admitido en el Club: una tarea difícil o imposible a medio plazo. Por eso ha cultivado con especial dedicación sus relaciones con Moscú y Pekín. La ideología en Serbia está de saldo.

Con Rusia, Vucic ha jugado sobre seguro. La vinculación histórica entre los dos países es antigua. Pero en los últimos tiempos se ha fortalecido por la comunión religiosa ortodoxa. En Belgrado no olvidan, además, que Moscú fue el principal apoyo que tuvo Serbia durante los bombardeos de la OTAN por el conflicto de Kosovo, o incluso antes, durante la guerra de Bosnia. Ahora, es la relación económica o, mejor dicho, la dependencia energética de Rusia lo que se valora como un tesoro en Belgrado. Obligado por esta duplicidad, con la UE y con Rusia, Serbia se unió al voto de condena a Rusia en la ONU, pero no a las sanciones. El lema electoral de Vucic fue una forzada y engañosa síntesis de su posicionamiento político: “Paz y estabilidad” (6).

Con China prima también este factor, pero en este caso se trata de las inversiones chinas en infraestructuras y servicios. La inyección china de capital resulta poco respetuosa del medio ambiente y de los derechos laborales, como en otros lugares, pero al gobierno le importa poco o nada. Necesita ese dinero para mantener la economía a flote, ya que Europa se antoja un horizonte muy lejano e incierto.


NOTAS

(1) “The secret of Viktor Orban’s success”. PAUL HOCKENOS. FOREIGN POLICY, 1 de abril; “Viktor Orban’s victory is a triumph for illiberal nationalism”. THE ECONOMIST, 4 de abril.
(2) En Hongrie, Viktor Orbán écrase l’opposition et remporte un quatrième mandat d’affilée” (Resumen de prensa húngara). COURRIER INTERNATIONAL, 4 de abril.
(3) “Orban’s victory speech gives clues to his future strategy”. BALKAN INVESTIGATIVE REPORTING NETWORK, 4 de abril.
(4) “Vucic revendique la victoire”. COURRIER DES BALKANS, 3 de abril;”Serbian President ruling party woin the elections. BALKAN INVESTIGATIVE REPORTING NETWORK, 3 de abril.
(5) “Moramo, una nouvelle coalition écologiste et solidaire face au régimen Vucic”. COURRIER DES BALKANS, 24 de enero.
(6) “Serbie; a l’approche du scrutin du 3 avril, le président sortant renforcé par la guerre en Ukraine”. STÉPHANIE LE BARS. LE MONDE, 29 de marzo.

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