jueves. 25.04.2024

Es evidente que la globalización ha entrado en una nueva etapa en los últimos años. Y el proceso se está acelerando. Lo que no está tan claro es hacia dónde. En todo caso, yo no comparto que se trate de un proceso de desglobalización.

En los últimos años se han formulado planteamientos antiglobalización que probablemente encerraban intentos de manipular en beneficio propio los problemas ciertos de la globalización. Así pudo observarse desde posiciones ultraconservadores y ultranacionalistas, apuntadas en el “trumpismo” tanto de EEUU como de sus seguidores o imitadores (en España o Italia, en el Brexit…). Pero de lo muchas veces grotesco de tales planteamientos hemos pasado a una problemática mucho más importante al sumarse e interrelacionarse fenómenos globales como han sido la pandemia del Covid-19 (contagios, tests, vacunas, mascarillas, confinamientos…), la invasión rusa de Ucrania, la crisis de Taiwan, así como las crisis de los chips, de los contenedores, con su evidente incidencia en fenómenos tales como la inflación de los precios de la energía y los alimentos, la ruptura de algunas cadenas de suministros, que evidencian problemas evidentes, y graves, de la propia globalización

Lo que ahora está en juego es cómo se desarrolla la globalización, cuál va a ser la nueva etapa que se está configurando a partir de fenómenos de evidente incidencia y que están produciendo análisis muy divergentes incluso desde posiciones que hasta ahora resultaban esencialmente coincidentes en el análisis de la propia globalización. Así, mientras Joseph Stiglitz propone “Acertar en la desglobalización” [1], Branko Milanovic afirma “El comienzo de una nueva globalización” [2].

Joseph Stiglitz propone “acertar en la desglobalización”; Branko Milanovic afirma “el comienzo de una nueva globalización”

En algún momento fenómenos tan dispares como el final de la “guerra fría” con el hundimiento de la URSS y la caída del “telón de acero”, o la respuesta a la crisis de 2008 que llevó a Sarkozy a plantear la “refundación del capitalismo”, apuntaban a un futuro que parecía que sólo podía surgir a partir del desarrollo del modelo económico y político imperante en el “mundo occidental” cuyo centro era el océano Atlántico, Europa y EEUU, y en el que el avance de la globalización con tal modelo parecía evidente e irreversible. 

Hoy las actuales crisis, el auge de China en los últimos decenios, apuntan que tal análisis no es definitivo. Estos días el fallecimiento de Gorbachov, el padre tras Dubcek y otros de un socialismo o comunismo “de rostro humano”, desterrando el estalinismo y sus acólitos, ha puesto sobre la mesa de nuevo, en palabras de Rafael Poch [3], si lo “irreformable” es el capitalismo o el comunismo. En mi opinión sólo es irreformable lo muerto, y ésta es la actual naturaleza del “comunismo estalinista” de la Unión Soviética y de los países de la Europa del Este tras el telón de acero, con una realidad distinta y en evolución en China [4] y Vietnam

Las crisis actuales han roto muchas certidumbres, con más preguntas que respuestas. En las cadenas mundiales de valor, un elemento clave de la globalización, los costes de los servicios resultan ya en algunos casos superiores a los de la manufactura, lo que replantea entre otras la deslocalización o sus formas. La distancia o desdoblamiento que el teletrabajo provoca entre el trabajador y su puesto de trabajo, con la localización del resultado de éste, no sólo supone un nuevo modelo de organización de la propia actividad profesional, sino que establece una nueva interrelación entre los sujetos de ésta y una heterogeneidad de sus condiciones (salarios, relaciones laborales, culturas, condiciones materiales de vida, …), así como de la propia acción y organización sindical y otras formas asociativas. Es evidente que se producen ritmos y procesos de globalización distintos, y cambiantes en sus características e interrelación, del trabajo y del capital.

En las cadenas mundiales de valor, un elemento clave de la globalización, los costes de los servicios resultan ya en algunos casos superiores a los de la manufactura

La respuesta a todo ello no puede ser, no es, que cada país, cada rincón del mundo, produzca las mascarillas, la energía, los chips, el trigo, etc. y los aviones que necesita para su desarrollo. Si bastara una sola consideración bastaría con señalar que la respuesta al cambio climático sólo puede ser global.

No, la solución, las exigencias que derivan de los actuales problemas, apuntan a la necesidad de seguir avanzando en la propia globalización. Pero con otra globalización, con un gobierno democrático global, con una eficaz gobernanza de este mundo, con la globalización de los derechos en este nuestro mundo que cada día resulta más pequeño. Y no se trata de palabras o de buenas intenciones del que suscribe estas notas, es la propuesta de la Confederación Sindical Internacional para un “Nuevo Pacto Social Global”, y a ello apuntan iniciativas materializadas ya como los Acuerdos Marco Globales de bastantes multinacionales con el sindicalismo global, el Acuerdo Internacional por la Seguridad suscrito a partir del establecido tras la catástrofe de Rana Plaza

Podemos pues afirmar que “¡Otra globalización es posible!” con la condición de asumir que ello supone un reto que va más allá de le retórica. 


NOTAS:

[1] http://www.pensamientocritico.org/wp-content/uploads/2022/07/Stiglitz-jul-2022.pdf
[2] https://vientosur.info/el-comienzo-de-una-nueva-globalizacion/
[3] https://rafaelpoch.com/2022/08/30/luces-y-sombras-de-mijail-gorbachov-1931-2022/
[4] Aunque es también propaganda, merece considerarse: http://spanish.peopledaily.com.cn/n3/2022/0302/c31619-9964817.html

Gobernanza democrática global