sábado. 20.04.2024
Comedor del barrio de Las Heras
Comedor del barrio de Las Heras

Agrupaciones sociales de la ciudad de Mar del Plata reconocieron que luego de la pandemia tuvieron que hacer frente a un aumento de personas en sus centros y a una disminución de los alimentos cedidos por el gobierno municipal.

Desde que Héctor Maciel, Referente de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) hizo público el número de personas que asisten a los comedores barriales, comparándolo a aquellas cifras previas a la pandemia, han aparecido voces a favor y voces en contra. Lo que para el Estado sólo representa una parte acotada de la comunidad, para los sectores sociales es un todo en peligro.

Una de las personas que forma parte de este ascenso de cifras que asisten a los comedores luego de decretarse la pandemia fue José, un joven de edad, pero avejentado en apariencia. Con 37 años y dos hijos que no puede ver desde que salió de la penitenciaria de Batán, se presenta en el comedor del Barrio Las Heras en una mañana que se despierta por demás fría. En la mesa de recepción, situada en la entrada del lugar, Jesica le toma nota de su aviso. Debido a la apertura de muchos locales vino para avisar que ya no necesitaría del plato. Desde marzo de 2020 y por más de 78 sábados, permaneció estoicamente esperando su vianda de comida. Una de las calles que le tocaba trabajar como trapito volvía a abrir los bares, había posibilidad de trabajo, al comienzo pidió ser borrado de la lista, pero un dejo de desarraigo hizo que solo pidiese estar en estado de stand by, “nunca se sabe que pasa a la vuelta de la esquina”, vocifera como si nadie lo escuchara.

Agrupaciones sociales de Mar del Plata tuvieron que hacer frente a un aumento de personas en sus centros y a una disminución de los alimentos cedidos por el gobierno municipal

La CCC es muy clara, no se cumple con las normativas que conforma la Ley Nacional de Emergencia Alimentaria que prevé en su artículo 1°: Declárese la Emergencia Pública en materia Alimentaria y Nutricional en todo el territorio nacional, al fin de garantizar el acceso de la población a los contenidos alimentarios y nutricionales esenciales en medio de la presente crisis económica, con sus modificaciones siguientes.

“Claramente está vedado el acceso de los comedores a ese concepto de población que dio el presidente en su momento”, comenta Maciel. En los comités barriales se creó un plan alimentario donde se pudo generar una gran cantidad de alimentos frescos, de proteína animal, pollo, cerdo, pescado y carnes rojas. Esto se forjó a través del Municipio, quien recibía en plena pandemia muchas donaciones que derivaba a los comederos, unas 20 toneladas por semana que se distribuían equitativamente. En diciembre pasado sufrió una reducción unilateral del gobierno Municipal de solo entregar menos de la mitad de lo que estaban suministrando.

El referente popular afirma que se busca que el plan generado en los comités se oficialice, pero ninguno de los bloques del Honorable Concejo Deliberante quiere tocar el tema y los pocos concejales que lo hacen chocan contra el verticalismo partidario. Hay una disyuntiva clara, quince comedores y merenderos a cargo de la CCC, antes repartían 2.000 viandas semanales, en la pandemia ya suman 8.000.

Quince comedores y merenderos a cargo de la Corriente Clasista y Combativa, antes repartían 2.000 viandas semanales, en la pandemia ya suman 8.000

El último relevamiento de comedores y merenderos llevado a cabo en Mar del Plata por la CCC arroja el resultado de 369 centros comunitarios activos, un total de 41.285 viandas semanales y 2912 voluntarias y voluntarios, de los cuales un 70% son mujeres. Actualmente los Comités Barriales de Emergencia (CBE) reúnen a 81 barrios del Partido de General Pueyrredón, organizadas en 5 mesas de trabajo especiales.

Dentro de un gran plan de organización barrial, el sistema de distribución de alimentos está organizado en 4 grandes zonas que abarcan los CBE de acuerdo a su cercanía para garantizar la logística. Hubo un desabastecimiento de alimentos frescos por parte del gobierno municipal encabezado por el Intendente Guillermo Montenegro.

En carne propia

Allí, donde Jesica tomaba nota y ponía en la libreta a aquellos que iban por su vianda, entre miércoles y viernes se sirven 1.000 viandas semanales. Los niños asisten cada miércoles para su chocolatada con galletitas y cada sábado para un plato de comida caliente. Antes de la pandemia los asistentes al comeor eran 120 personas, de los cuales 40 eran mamás y 80 eran niños, en la pandemia el número se ncrementó a 500, de los cuales 150 son mamás y 350 son niños.

Ubicado en la calle Mac Gaul 2515 y desde hace catorce años el comedor del Barrio Las Heras se ha convertido en parte necesaria de un paisaje difícil en Mar del Plata. Humanitariamente, es mucho más que un merendero, sus voluntarios se han mimetizado con el ambiente hasta el punto mismo de fundirse con él, son historias de apego y de desapego que se viven a diario. Cada niño es una maleta colmada de vivencias, cada madre en este lugar es un puente a lo desconocido.

En Mar del Plata y Batán a partir de la Pandemia se crearon los CBE, órganos no estatales que intentan dar una respuesta comunitaria, en este sentido han sido masivos, durables y muy eficaces. El municipio en un principio y a partir de haber detectado su presencia, proveyó proteínas y alimentos frescos a varios puntos de distribución.

En Mar del Plata y Batán a partir de la Pandemia se crearon los Comités Barriales de Emergencia, órganos no estatales que intentan dar una respuesta comunitaria

La credibilidad se construye sobre la base de las promesas cumplidas, los gobiernos y las personas de a pie se han comprometido con el paso de los años a aliviar ese problema que acoge a un gran número de desahuciados en la ciudad. Pero parecen moverse en distintos planos, los 33 CBE se han convertido en las víctimas de un sistema político ausente que hace de la ciudad una postal apocalíptica que por momentos da pavor.

El ala política

Roberto “Tata” Gandolfi, abogado y concejal del Frente de Todos, planteó en este último tiempo que la alimentación sana, variable y sustentable son derechos básicos universales, a los que todos deben acceder. El Estado debe proveer alimentos a quienes están en situación de vulnerabilidad, en este sentido el gobierno de la Nación, el de la Provincia y el Municipio se involucran a través de la producción. Algunas de ellas son de provisión directa y otras de forma bancaria con una tarjeta con la cual se puede acceder a la compra de bienes determinados como los alimentos.

Una de las críticas que se les hacen a las compras directas es que se compra a sectores concentrados de la economía y no se fortalece ni a los pequeños productores ni a los pequeños comerciantes del barrio. Entre cuatro y ocho de estos proveedores abastecen a la totalidad de los CBE y estos a las más de 360 cocinas populares, la crisis se vio reflejada en el frustrado trabajo entre los comités y la Municipalidad para bancarizar y agilizar la distribución de los alimentos.

Nel nome del Padre, del Figlio e dello Spirito Santo

Y Dios no podía mantenerse al margen de la situación, Rolando Brites, un cura franciscano a cargo de la Casa Fraterna situada en Gorriti 350 y del Comedor del Barrio Los Pinares pone sobre la mesa que antes de la pandemia eran 60 personas y hoy suman 750 las que asisten. Otra pieza importante en el tablero de la religión oficial es Gabriel Mestre, el Obispo de la Ciudad de Mar del Plata, quien coordina la entidad que articula permanentemente con distintas autoridades en diferentes esferas gubernamentales, “del signo político que sean, la asistencia a estas personas es una responsabilidad primaria del Estado”, aclara el Obispo.

Mestre aclara que el Arzobispado local se articula en una relación clara y abierta, en general muy buena con los tres niveles y “a veces con algún tironeo que no es para nada complicado ni rupturista, puede haber criterios diferentes sobre respuestas que pedimos sobre realidades directas”. Se trabaja con dispositivos directos que tiene la iglesia, son comedores, desayunadores, merenderos, el servicio de la Noche de la Caridad y con todas las Cáritas parroquiales.

Se ha generado un fuerte vínculo en esto de poder responder a la emergencia alimentaria, sanitaria y en muchos casos se ha trabajado en equipo

“Además, se trabaja en territorio, y esto fue un efecto positivo en la pandemia”, según Mestre, precisa que hubo un encuentro muy fuerte entre los servidores de la iglesia y de otros ámbitos como ONG’s, espacios sociales, movimientos populares o políticos que se fueron encontrando en los CBE, de los 33 que hay en la ciudad, Cáritas está presente en 31.

Según el obispo, se ha generado un fuerte vínculo en esto de poder responder a la emergencia alimentaria, sanitaria y en muchos casos se ha trabajado en equipo. Según su visión es interesante repensar una labor mancomunada entre organizaciones políticas y sociales que en algún tema pueden tener una diferencia o una mirada distinta, pese a ello hubo un acuerdo para atender cada situación. “Estas son personas rotas por la realidad de la vida y rotas en sus vínculos, hay que buscar realmente un tejido que pueda conectarlos con el sistema que hoy los mantiene aislados”.

Pan para hoy, hambre para mañana

Ezequiel Rodríguez, el cocinero del comedor del Barrio Las Heras plantea que hace dos años dejaron de recibir asistencia del gobierno municipal. En algún momento tuvieron alguna ayuda de lo que es la leche y algunas galletitas, pero era muy irregular. “Creo que a una sociedad no la arreglamos con un plato de comida, les falta. Vos ves la necesidad en sus ojos de muchas cosas, no tan solo es comida, sino que hay que ayudarlos en lo que es social, psicológicamente, estando al lado de ellos, escuchándolos. Hay una sociedad que necesita de un montón de cosas, sin entrar en detalles, no es fácil esta tarea, pero es algo que no tendríamos que estar haciendo nosotros”, aclara.

Hay familias que tienen a los padres presos o a sus hijos varones, lo que significa que no tienen un ingreso diario continuo, al venir al comedor se les entrega una vianda doble

Sorprende la presencia de mayores de setenta y ochenta años que se acercan al comedor sábado a sábado para conseguir un plato de comida. Según los referentes del lugar antes de la pandemia no había abuelos en la cola, estaban acostumbrados a asistir a niños y a sus madres. Hay familias que tienen a los padres presos o a sus hijos varones, lo que significa que no tienen un ingreso diario continuo, al venir al comedor se les entrega una vianda doble, una para el día y una para la noche. Tratan de priorizar, pero se les complica mucho.

María Inés, Presidenta de la sociedad de Fomento del Barrio Serena, aclara que el Estado no está cumpliendo con las normativas de su trabajo. Para ella, les cuesta entender que la sociedad necesita de recursos para adquirir el conocimiento sobre determinadas temáticas. Un abordaje que las instituciones barriales necesitan sostener desde lo económico y desde lo estructural, y que terminan abordándose desde el voluntariado. Cocinan tres veces por semana y asisten a 350 personas, un número impensado antes de la pandemia.

En Mar del Plata hay una clara ambigüedad entre lo que manifiesta el Ente Municipal y la realidad que se vive en estos espacios de sustento diario para miles y miles de marplatenses que no logran hacer pie ante la pandemia.

Comedores en el barro argentino