viernes. 29.03.2024
Cristina Kirchner en Plaza de Mayo
Cristina Kirchner en Plaza de Mayo

@jgonzalezok | Este 25 de Mayo Argentina celebraba un nuevo aniversario de la Revolución de 1810, que llevaría seis años más tarde a la Independencia. También recordó el 20 aniversario de la llegada al poder de Néstor Kirchner, que inauguró una época, un ciclo político en el que el histórico peronismo fue encabezado por lo que se conocerá a partir de entonces como kirchnerismo y que hoy parece definitivamente agotado. 

La actual vicepresidenta y dos veces presidenta (2007-2011 y 2011-2015), sigue siendo la figura política más importante de ese espacio político, la única con caudal electoral propio, a pesar de lo cual renunció a presentar nuevamente su candidatura en las elecciones generales de octubre. Pero es también una figura política con un fuerte rechazo y no quiere ser humillada con una derrota en las urnas. Eso sí, está decidida a seguir imponiendo candidatos y a condicionar la orientación política del futuro gobierno, si se da el milagro de una victoria peronista.

Este jueves fue la protagonista absoluta de un acto en la Plaza de Mayo, que empezó con un recuerdo de su marido y continuó con un discurso casi exclusivamente dedicado a reivindicar sus gobiernos, el de Néstor y los dos consecutivos encabezados por ella. No se hizo cargo del actual gobierno -el presidente Alberto Fernández no fue invitado al acto y tuvo que irse a la costa para no molestar- a pesar de que es un invento suyo, desde el comienzo al final. 

Cristina Kirchner es una figura política con un fuerte rechazo y no quiere ser humillada con una derrota en las urnas

“Todos saben las diferencias que he tenido y que tengo y que no es necesario explicitarlas porque lo he dicho”, señaló Cristina. Añadiendo que a pesar de los errores, equivocaciones o diferencias, “este gobierno es infinitamente mejor del que hubiera sido otro de Mauricio Macri, no tengo dudas”. 

Cristina presidenta”, “Una más y no jodemos más”, fueron algunos de los cánticos de una muchedumbre perfectamente organizada, trasladada en cientos de autobuses escolares desde el conurbano bonaerense, donde está el núcleo duro del kirchnerismo. El peronismo, en este sentido, sigue teniendo una impresionante capacidad de movilización, ayudados por los movimientos sociales que se ven beneficiados por la tercerización de las ayudas a los sectores desfavorecidos. 

En el escenario, inmediatamente detrás de Cristina estaban varios integrantes de su familia: su hijo Máximo, su ex nuera, su cuñada y, por primera vez, sus cuatro nietos. Solo faltó la hija, enferma, aparentemente con algún disturbio alimenticio que arrastra desde hace años. También estaban los presidenciables del peronismo, todos en primera fila. Pero las tomas de la televisión favorecieron al gobernador de la provincia de Buenos Aires y ex ministro de Economía Axel Kicillof, que aparecía incluso en las tomas más cerradas. Se lo vio sonriendo a menudo, contrariamente al semblante de Sergio Massa, ministro de Economía, que estaba al lado de Wado de Pedro, titular de la cartera de Interior. Todos esperan a que el dedo de Cristina los señale para optar a la candidatura mayor, la presidencia de la República. 

Porque Cristina Kirchner es la gran electora, como corresponde a un partido que hace de la verticalidad uno de sus fundamentos. En el escenario estaban muchos que habían sido humillados en el pasado por Cristina, pero prefirieron guardar sus bochornos a la espera de algún lugar en las listas electorales. Pero el acto terminó sin ninguna definición electoral. 

El peronismo corre el riesgo de quedar en tercer lugar, lo que supondría su definitivo pase a la intrascendencia

Siempre auto referencial, Cristina Kirchner lanzó algunas frases de impacto, aunque nada dijo sobre los problemas gravísimos que enfrentan los argentinos: “Me odian, me persiguen y me proscriben, porque nunca fui de ellos, ni lo voy a ser, hagan lo que hagan, me quieran matar, meter presa, nunca voy a ser de ellos, yo soy del pueblo y de ahí no me muevo”. A pesar de haber sido condenada por corrupción, no está proscrita y podría presentar su candidatura a cualquier cargo, pero ella insiste en presentarse como víctima de la Justicia, calificando a la Corte Suprema como una “camarilla indigna” y “mamarracho”. 

En otro clásico, volvió a atacar al Fondo Monetario Internacional, aunque el ministro de Economía, Sergio Massa, al que ella promovió, esté negociando nuevamente con el organismo y pidiendo -de rodillas, según el columnista Carlos Pagni- más dólares para compensar la caída de reservas y evitar una brusca devaluación. 

Por primera vez desde que el peronismo existe y se presenta en elecciones sin proscripciones, corre el riesgo de quedar en tercer lugar, lo que supondría su definitivo pase a la intrascendencia. Según algunas encuestas puede verse superado por la coalición del ex presidente Mauricio Macri -que también renunció a su candidatura- y por Javier Milei, el candidato de extrema derecha aliado de Vox y admirador de Trump y Bolsonaro. La desesperación por el altísimo grado de rechazo que tiene tanto Cristina Kirchner como Alberto Fernández puede explicar que uno de los candidatos sea el actual ministro de Economía, Sergio Massa. 

La Argentina está mucho peor que lo que estaba 20 años atrás, cuando los Kirchner llegaron al poder y después de cuatro períodos presidenciales: uno de Néstor, dos de Cristina y el actual, de Alberto Fernández, un total 16 años. Y eso que en este tiempo hubo varios períodos de bonanza económica internacional que supusieron un ingreso de divisas extraordinario, que dilapidaron. La pobreza alcanza oficialmente el 39,2 % de la población, pero el Observatorio de la Deuda Social, con más credibilidad, habla ya del 43,1 %. La inflación, que supera el 100 % y que cada mes sube más y más, sigue empujando a más personas a la pobreza. La informalidad del mercado de trabajo alcanza el 46 % y buena parte de los miles de personas que cada día acuden a distintos organismos de caridad para comer gratis, incluye a personas con trabajo, pero con ingresos que no les permiten siquiera alimentarse. 

Argentina está mucho peor que lo que estaba 20 años atrás, cuando los Kirchner llegaron al poder y después de cuatro períodos presidenciales

El liderazgo de Cristina Kirchner en el peronismo es innegable, aunque cada vez está más reducido a un puñado de incondicionales, un grupo sectario que puede llenar la Plaza de Mayo, pero que no le da los votos suficientes. Comentando el fin del ciclo kirchnerista, el politólogo Carlos Malamud decía hace unos días en una entrevista en el diario La Nación: “Un final de época es un punto de inflexión, girás y vas en otra dirección. Nosotros vamos siempre en la misma, vamos para abajo. La Argentina sigue su camino de decadencia con civilidad. Cada vez más pobres, cada vez más desigualdad, cada vez más informalidad”. Aunque destaca que esto no ha producido violencia. 

En el libro que está presentando estos días, Diccionario arbitrario de política, el mismo Malamud sostiene: “El kirchnerismo empieza recuperando la autoridad presidencial (después de la crisis del 2001, en que la gente pedía que se fueran todos) y el valor de la moneda (destruida por la hiperinflación) y termina destruyendo la autoridad presidencial y el valor de la moneda”. 

La cuesta abajo de la decadencia se acelera. Comparando el desempeño del actual ministro de Economía, Sergio Massa, con el anterior, Martín Guzmán, integrante del mismo gobierno, se advierte claramente. Massa tiene en su haber una inflación anual del 120 %, frente al 70 % de Martín Guzmán. El dólar, que ronda los 500 pesos, estaba a 239 cuando Guzmán se fue, el 2 de julio de 2022, es decir, hace menos de un año. Sin olvidar que ahora mismo hay 16 tipos diferentes de cambio. 

Ante estas y otras cifras resulta difícil pensar que hay luchas encarnizadas en gobierno y oposición para ganar las próximas elecciones. El economista Juan Carlos de Pablo habla del resultado de los comicios en términos de “quien tenga la mala suerte de ganar”. 

El ocaso de Cristina Kirchner y los pronósticos sombríos para el peronismo en año...