jueves. 25.04.2024

@jgonzalezok | Los gravísimos acontecimientos de este domingo (8) en Brasilia apuntan directamente a Bolsonaro, y su situación judicial y política está cada vez más comprometida. Fueron sus seguidores los que actuaron, alentados por sus medias palabras, a veces por sus silencios. Su disparatada e infundada postura negando la limpieza electoral en octubre, dio alas a sus seguidores que, en realidad, no están defendiendo la democracia. Su aspiración era provocar el caos para forzar un golpe de Estado militar, porque su odio a Lula y lo que representa. La saña con que depredaron la sede del Supremo Tribunal Federal, que es el custodio de la Constitución y las instituciones, demuestra que su enemigo es la libertad.

La eventual vuelta de Bolsonaro al Brasil se complica. Abandonó el país horas antes de terminar su mandato, sin reconocer su derrota en las urnas y sin cumplir con la tradicional ceremonia de entregar la banda presidencial a su sucesor, refugiándose en la casa de un luchador de MMA brasileño. Varias veces salió a saludar a seguidores y una mujer contó que le había dicho que “lo mejor estaba por venir”. Después de lo sucedido es difícil imaginar cómo sería su regreso al país, con los medios, buena parte de la clase política y hasta la Justicia convencidos de su responsabilidad en los sucesos del domingo. Volvería sin fueros -los perdió al dejar la presidencia-, y con muchos más elementos para acusarlo de atentar contra la democracia. 

Bolsonaro volvería sin fueros -los perdió al dejar la presidencia-, y con muchos más elementos para acusarlo de atentar contra la democracia

En caso de que decida retrasar su vuelta, tiene un problema añadido. Entró a los EE.UU. con un visado diplomático que ya no es válido. Ingresó como presidente, pero deberá cambiar su situación migratoria en 30 días, corriendo el riesgo de que no se le conceda otro visado, por ejemplo de turista, como explicó el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Ned Price, aunque sin referirse específicamente al brasileño: si alguien entra en el país con visado diplomático y no está en misión oficial, debe dejar el país o pedir un cambio. 

En Washington no se olvida que Bolsonaro tardó semanas en reconocer la victoria de Biden hace dos años, que sostuvo el relato de fraude de Trump y que festejó la invasión del Capitolio. Además, proféticamente, había dicho entonces que Brasil podría enfrentar un problema mayor que el de los Estados Unidos en caso de que no se impusiera el voto impreso.

El senador Renán Calheiros pidió al Supremo Tribuna Federal que pida urgentemente la extradición al gobierno de los Estados Unidos. Congresistas estadounidenses también han pedido su expulsión del país. “Bolsonaro no debe encontrar refugio en la Florida, donde se está escondiendo de la responsabilidad de sus crímenes”, dijo el diputado Joaquín Castro, del Partido Demócrata. La también diputada demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, apoyó la iniciativa: “Casi dos años después de los ataques contra el Capitolio por fascistas, vemos movimientos fascistas en el exterior intentando hacer lo mismo en Brasil”. Y James Raskin, diputado igualmente demócrata, que investiga los actos contra el Capitolio, añadió que “las democracias del mundo necesitan actuar rápidamente para dejar claro que no habrá apoyo para los criminales de derecha”. 

Bolsonaro perdió una incierta oportunidad de tratar de liderar a una derecha civilizada

En cualquier caso, ¿volver para qué? Bolsonaro perdió una incierta oportunidad de tratar de liderar a una derecha civilizada. Pero, como escribió el columnista de O Globo Merval Pereira, pasó a liderar un bando de golpistas que eligieron la ilegalidad bajo su estímulo y su orientación. Y otra pregunta: ¿Cúantos de sus 58 millones de votantes en segunda vuelta logrará mantener después de la barbarie de Brasilia?

Políticamente está también cada vez más aislado. Valdemar Costa Neto, el presidente de su último partido -el PL, después de pasar por una decena de otras agrupaciones-, calificó como una vergüenza los sucesos de Brasilia. Para salvar la cara del ex presidente añadió que ese movimiento no representaba ni al partido ni a Bolsonaro. Otra muestra del aislamiento del ex presidente se pudo comprobar este lunes, cuando el presidente Lula se reunió con los 27 gobernadores del país, incluyendo los bolsonaristas. Uno de ellos, el gobernador de São Paulo, Tarcísio de Freitas, expresó su solidaridad con los poderes constituyentes y con el Supremo Tribunal Federal, como representantes de la democracia brasileña. 

El otro factor de apoyo con que contaba era el Ejército, pero no consiguió arrastrarlo en su delirante aventura golpista, aunque el comportamiento de los altos mandos en los últimos meses no era tranquilizador. Los comandantes de las tres armas respondían políticamente a Bolsonaro y fueron conniventes con los campamentos golpistas que se instalaron frente a numerosos cuarteles después de las elecciones. Incluso en las últimas horas un coronel impidió a la Policía Federal que empezara a desalojar el campamento golpista de Brasilia, de donde salieron muchos de los que vandalizaron el corazón del poder en la capital, y cuando ya había noticias del desastre.

Los comandantes de las tres armas respondían políticamente a Bolsonaro y fueron conniventes con los campamentos golpistas

El ministro de Defensa José Múcio sale de esta crisis en una posición difícil. Elegido por Lula para normalizar las relaciones con las Fuerzas Armadas, por ser un personaje componedor y bien visto entre el estamento militar, mantuvo que los campamentos golpistas que se instalaron frente a varios cuarteles después de las elecciones eran manifestaciones democráticas, añadiendo que tenía familiares y amigos en dichos campamentos. Por el contrario, el ministro de Justicia Flavio Dino sostenía que eran incubadores de terroristas y apoyaba la idea de acabar con los mismos el mismo día 1º de enero, cuando asumió Lula. 

El presidente Lula tuvo este lunes (9) una reunión con el ministro y con los nuevos jefes militares, en la que el presidente se mostró muy fastidiado con la situación y pidió firmeza en la defensa de la democracia. Contrariamente a lo sucedido después de una reunión anterior con los representantes de los otros dos poderes, que terminó con un documento en defensa de la democracia, tras la reunión con el ministro de defensa y los jefes militares no hubo información directa y no consta que los representantes de las Fuerzas Armadas ofreciesen al gobierno un apoyo franco. 

Varios analistas están ya señalando que el ministro Múcio está en la cuerda floja, a solo una semana del comienzo del gobierno. El columnista Lauro Jardim escribió en O Globo sobre la irritación de Lula con su ministro después de los acontecimientos del domingo. Y Vera Magalhães, una de las periodistas y analistas mejor informadas, afirmó que si el presidente percibe que el ministro no tiene control sobre las Fuerzas Armadas puede caer, aunque no de forma inmediata, para no agravar la crisis. 

Los acontecimientos de Brasilia aíslan políticamente a Bolsonaro