domingo. 28.04.2024
Robert Oppenheimer
Robert Oppenheimer

James Fernández Cardozo

En el año de 1939 existía un ambiente de degradación en curso de los valores de la vida, la libertad y paz mundial de la humanidad por causa del accionar siniestro de Adolfo Hitler, anti sujeto global quien en ese mismo año llevó a cabo la invasión de Polonia, marcando el inicio de la Segunda Guerra Mundial, con la ambición de establecer un régimen totalitario y autocrático bajo la bandera de la Alemania nazi. Su objetivo era someter y dominar a las naciones europeas, bajo la primera lógica fatal de la guerra: la invasión de territorios ajenos con fines hegemónicos.

  1. El héroe científico 
  2. El sacrificio desproporcionado
  3. La autoculpabilización 

La llamada heroica para salvar a la humanidad de esta amenaza la había realizado Albert Einstein quien, con una carta redactada por su colega Leo Szilard, había avisado en 1942 al presidente Franklin Delano Roosevelt sobre la posibilidad real de que científicos alemanes pudieran desarrollar un arma atómica con base en el descubrimiento de la fisión nuclear, fruto de los estudios de la científica Lise Meitner y Otto Hahn,en diciembre de 1938. 

El presidente Roosevelt fue profundamente influenciado por este mensaje, que despertó en él la intención de construir una bomba atómica antes que Hitler y, al mismo tiempo, derrotarlo, convirtiendo a los Estados Unidos en el actor global principal en la preservación de los valores fundamentales de la humanidad. 

La ciencia actuó como un catalizador de decisiones políticas, y Roosevelt dio inicio al Proyecto Manhattan para desarrollar su propia arma atómica

La ciencia, en este caso, actuó como un catalizador de decisiones políticas, y Roosevelt rápidamente dio inicio al Proyecto Manhattan, una empresa monumental de los Estados Unidos para desarrollar su propia arma atómica, delegando la tarea en los científicos de la época que trabajaban en suelo estadounidense.

El héroe científico 

El héroe delegado resultó ser el científico Robert Oppenheimer, cuyo recorrido narrativo inicial en el film es puesto en escena con sus estudios doctorales en Cambridge y luego en Alemania, denotándose en él una vida pasional tormentosa que se alternaba con su vocación de naturaleza teórica, en el ambiente de competencia científica que empezaba a verse implicada en la trama de la confrontación bélica del régimen nazi. 

La llamada a la aventura heroica fue realizada por el general del ejército Leslie Groves, quien encomendó a Oppenheimer la tarea de dirigir un laboratorio secreto y diseñar una bomba nuclear. Oppenheimer no ofreció ninguna reticencia a este llamado; por el contrario, ofreció al general claridades sobre su pasado en la izquierda, porque el proceso de influencia para el nacimiento de su intención, por querer y por deber, ya estaba consumado en el científico. 

Movido por el temor de la aniquilación total de la comunidad judía, a la cual pertenecía, por parte de Hitler en caso de que los nazis desarrollaran la bomba atómica antes que los americanos, Oppenheimer sintió la urgencia de actuar. Aceptó el llamado y dio el salto hacia el primer umbral: una ciudadela secreta en Los Álamos, donde se albergarían las familias de los científicos.

Oppenheimer no encontró la determinación necesaria al consultar a Einstein sobre los posibles efectos de la reacción en cadena de la bomba atómica en la atmósfera terrestre

Una vez que los héroes han iniciado su travesía narrativa, la semiótica discursiva entra en juego, actualizando dos elementos clave para alcanzar el objeto de valor deseado. En primer lugar, la competencia, que se refiere a los conocimientos y habilidades que, a través de la colaboración científica y los desafíos planteados por sus colegas, impulsaron la investigación de Oppenheimer. En segundo lugar, la motivación, el querer o deber iniciar la acción, y en este sentido, Oppenheimer no encontró la determinación necesaria al consultar a Einstein sobre los posibles efectos de la reacción en cadena de la bomba atómica en la atmósfera terrestre. Sin embargo, otro científico, Hans Bethe, le confirmó con sus cálculos la imposibilidad de tal reacción. 

Sin embargo, la motivación también implica la capacidad de reanudar la acción cuando esta se detiene. Tras verse afectado emocionalmente al enterarse del suicidio de su antigua novia, Jean Tatlock, Oppenheimer se sumió en una crisis emocional profunda. Fue Kitty, su esposa, quien lo instó a levantarse y superar las consecuencias de sus acciones: "No puedes cometer pecados y luego esperar que todos sintamos lástima por ti cuando hay consecuencias".

La prueba Trinity, que marcaría la primera explosión de un arma nuclear en el mundo, constituyó un momento dramático en la tensión del supremo valor de la vida en la humanidad. Esta exitosa prueba sería utilizada como medio de influencia por el nuevo presidente Harry S. Truman en la conferencia de Potsdam en 1945, para infundir una sensación de temor e impresionar a los otros líderes, actualizando la segunda lógica de la guerra: la exhibición ostentosa de triunfos pragmáticos como un medio para intimidar a los adversarios.

El sacrificio desproporcionado

La Alemania nazi se destacaba como el principal antisujeto global de la historia relatada en el film mientras Oppenheimer trabajaba en el proyecto de la bomba atómica. Sin embargo, derrotada Alemania, otro antisujeto con un alcance global menor seguía siendo una amenaza en el escenario de la guerra, especialmente para los Estados Unidos, y ese era Japón.

A pesar de su papel crucial en la creación de la bomba atómica, Oppenheimer no pudo participar en el proceso deliberativo para determinar cómo hacer rendir a Japón. No tuvo la oportunidad de plantear, por ejemplo, la idea de mostrar el poderío de la recién creada bomba atómica a los científicos japoneses o de llevar a cabo una prueba en un territorio japonés aislado para evitar daños a la población civil. Desesperado por la situación, Oppenheimer compartió su preocupación con sus colegas, expresando “No le temerán hasta que lo entiendan. Y no lo entenderán hasta que lo hayan usado”.

Oppenheimer no pudo participar en el proceso deliberativo para determinar cómo hacer rendir a Japón

Este proceso deliberativo para la rendición del segundo antisujeto lo adelantó la política, no la ciencia, y el actor principal de este nuevo segmento narrativo fue el presidente Harry S. Truman, quien había servido como oficial de artillería en la Primera Guerra Mundial, tenía la firme intención de liderar para los Estados Unidos el fin de la Segunda Guerra Mundial mediante la rendición de Japón y al mismo tiempo veía en la explosión de la bomba atómica una oportunidad para intimidar a los demás aliados, en particular hacia la Unión Soviética, a quien tenía una profunda aversión por su ideología comunista. 

Truman activa un proceso de influencia sobre el pueblo estadounidense para obtener su respaldo en la decisión de utilizar la bomba atómica contra Japón.  Aprovecha el resentimiento que aun persistía tras el ataque a la base naval de Pearl Harbor en 1941, y ejerce la modalidad de manipulación de la intimidaciónargumentando, mediante discursos y propaganda, que era necesario y urgente utilizar la bomba atómica como única solución contra los japoneses para evitar que más soldados estadounidenses perdieran la vida en los sangrientos combates en territorio nipón. Es la tercera lógica de la guerra: la intimidación oportunista y constante a sus propios pueblos. 

Finalmente, lo que decidió la política, liderada por Truman, fue llevar a cabo la explosión de dos bombas atómicas con un intervalo de 3 días en agosto de 1945. La primera bomba cayó sobre Hiroshima y la segunda sobre Nagasaki, lo que produjo un total de 220.0000 muertes a causa de los devastadores efectos de la radiación y las abrasadoras quemaduras.

Por alguna razón el público que asistió la película se encontró perplejo ante los aplausos que los púlpitos estadounidenses en 1945 ofrecían por ocasión de la explosión de estas bombas, a sabiendas de las innumerables muertes producidas con ellas. Incluso Oppenheimer, quien se había convertido en una nueva estrella en el mundo científico, parecía desorientado y a punto de colapsar ante la euforia social.

La primera bomba cayó sobre Hiroshima y la segunda sobre Nagasaki, lo que produjo un total de 220.0000 muertes

Nuestra perplejidad provino de evaluar que la medida de usar las dos bombas atómicas sobre ciudades pacíficas de Japón, aunque resultó eficaz para forzar la rendición japonesa, resultó desproporcionada por constituir un sacrificio abusivo de miles de vidas de civiles inocentes. 

En ese entonces, la política estadounidense careció de lo que hoy en el mundo del derecho se conoce como "correcto juicio de ponderación". Este juicio implica sopesar cuidadosamente los derechos o intereses en conflicto a la luz de valores y principios humanos, y permite tomar medidas que no sacrifiquen de manera desproporcionada los derechos de otras personas. 

Lamentablemente, en el caso de las bombas atómicas, se produjo una grave lesión a la conciencia de la humanidad a través de la destrucción masiva de seres humanos, que dejó una cicatriz en la historia y dio origen a la peligrosa carrera nuclear que todavía hoy nos acecha.

La autoculpabilización 

En los procesos de influencia discursiva se viene examinando la culpa como un modo de influencia persuasiva para que un sujeto manipulado realice, evite o abandone una acción, mediante un reproche basado en un estatuto moral. Esta modalidad de influencia suele dirigirse hacia los otros, pero también puede dirigirse a sí mismo mediante un movimiento de autoculpabilización.

Es precisamente esta modalidad de influencia la que atormenta a Oppenheimer y lo lleva a visitar al presidente Truman para persuadirlo de moderar el uso de las armas atómicas. Truman, visiblemente molesto con la actitud de Openheimer, reacciona de manera despectiva y dice que no quiere volver a ver a “este mal nacido”. Ahora, parece que la política desprecia a la ciencia, haciendo evidente la cuarta lógica de las guerras: su carácter utilitarista.

Con las bombas atómicas se produjo una grave lesión a la conciencia de la humanidad a través de la destrucción masiva de seres humanos, que dejó una cicatriz en la historia

La postura de Oppenheimer, junto con su oposición al desarrollo de la bomba de hidrógeno, lo dejó en una posición vulnerable frente a la nueva dinámica de la posguerra. En este escenario, surge el tercer antisujeto de la historia relatada en el film, el colega Lewis Strauss, quien tenía la intención de neutralizar y destruir el poder de influencia de Oppenheimer en la sociedad estadounidense, motivado por el aparente desdén de Einstein hacia él y cuya causa imputó a Oppenheimer. Strauss en consecuencia ejecuta un programa narrativo de venganza en 1954, auspiciando una retorcida audiencia gubernamental de seguridad violatoria de todas las garantías procesales del derecho moderno. 

Desde el estallido de las bombas atómicas la autoculpabilización es la principal influencia movilizadora de Oppenheimer, que le hace oponerse a la proliferación del armamento nuclear y abogar por el control internacional del poder nuclear. Ni siquiera el premio Enrico Fermi que en 1963 le otorgó el presidente Lyndon B. Johnson, rehabilitándolo políticamente ante la nación estadounidense, hizo que Oppenheimer se sintiera moralmente interpelado por esta sanción positiva.

Openheimer es para siempre un héroe trágico moderno, que contribuyó a la ciencia y al desarrollo de la primera bomba atómica con la que se terminó la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, su invención todavía amenaza a los valores profundos de la vida, la libertad y la paz de la humanidad.

Por eso nuestro héroe, después de presenciar el éxito de la prueba Trinity, en la que se detonó la primera la primera bomba atómica, afligido recordó un verso del texto sagrado hindú Bhagavad Gita: “Ahora me he convertido en la muerte, destructor de mundos.”


James Fernández Cardozo | PhD Análisis del Discurso

Oppenheimer: el héroe trágico de la Bomba Atómica