Atentados como los de París a manos del yihadismo ponen de relieve la importancia de vigilar la redes e infraestructuras que cada vez más se forman y captan a través de Internet. De hecho, el EI recluta seguidores a través de la red y expande su propaganda apoyándose en miles de milicianos. Según el instituto político estadounidense Brookings en la red social Twitter existen al menos 46.000 perfiles que respaldan al EI. Tres cuartos de los tuits los envían en árabe y la mayoría proceden de Irak, Siria, Arabia Saudí, Egipto y otros países árabes. Twitter se enfrenta así a un enorme desafío, según la compañía, diariamente se envían unos 500 millones de tuits y revisarlos todos no es factible, explicaba recientemente el director de asuntos legales de Twitter Vijaya Gadda al Congreso estadounidense.
El Estado Islámico ha creado redes para mantenerse en contacto con sus muyahidines (personas que hacen la yihad). Crearon un Facebook del Califato, el5elabook. Era igual que Facebook, con la misma interfaz, pero con los colores del IS. Anonymous lo tumbó en pocos días. También crearon una aplicación conocida como Dawn que coordinaba todas las cuentas del IS para lanzar mensajes propagandísticos a la vez. Se podía lanzar un mensaje en 40.000 cuentas a la vez. Son numerosas las iniciativas en todo el mundo que luchan contra el EI en la red, el colectivo Anonymus (formado por hackers de todo el mundo) ya ha impulsado distintas acciones como organizar ataques de denegación de servicio contra webs, descubrir perfiles de potenciales terroristas en Twitter o publicar una guía de lucha contra el EI.
Pero vencer al EI no se consigue solo con portaaviones (afirma Francisco Canals, periodista especializado en ciberdelitos) el EI es ante todo una estructura informativa, sus redes de información comprenden un complejo entramado de sitios webs y perfiles en Twitter o Facebook; trabajan con tecnología de señales y mensajes clave publicados en redes sociales, su grado de sofisticación y su pericia ante el teclado es elevada. El 13 de noviembre ha marcado un antes y un después tras los atentado de París, la cibervigilancia se ha ‘decretado’ prácticamente en toda Europa; la nueva legislación francesa (aprobada el pasado mayo en el Parlamento tras los ataques a la sede de la revista satírica Charlie Hebdo) contempla que el gobierno pueda controlar y monitorizar comunicaciones personales como correos electrónicos o llamadas de teléfono sin necesidad de una orden judicial. La Constitución francesa, sin embargo, reconoce el secreto de las comunicaciones como un derecho de sus ciudadanos. La nueva ley de vigilancia también permite que las autoridades instalen unos dispositivos conocidos como ISMI, que permiten rastrear todas las comunicaciones móviles que se produzcan dentro de una zona determinada, e incluso seguir los movimientos de las personas que estén usando teléfonos móviles. Las medidas permiten un mayor control a la vez que un menor número de garantías para la ciudadanía en cuanto a privacidad se refiere; el Parlamento Europeo ha denunciado la relativa desprotección de los ciudadanos después de que se dieran a conocer casos de cibervigilancia masiva de gobiernos como el de Estados Unidos y Reino Unido sobre su población. Por ello, insta a la Comisión Europa a garantizar que todas las transferencias de datos a Estados Unidos estén sujetas a un verdadero nivel efectivo de protección.