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NUEVATRIBUNA.ES - 30.6.2010

El Metro de Madrid volverá a funcionar. Si bien, lo hará a partir de mañana jueves -y a medio gas-, según acordaron hoy sus trabajadores reunidos en asamblea, y tras amenazar a la compañía con radicalizar el conflicto, si se cumplen las amenazas de la dirección. En definitiva, tras dos días de total parálisis, el Metro echará mañana jueves a andar, al 50 por ciento de su capacidad habitual y así seguirá hasta el sábado, cuando, durante el fin de semana, se suspende la huelga. Posteriormente, el lunes, los trabajadores volverán a reunirse para decidir si el paro continúa.

El fin de semana traerá un respiro para los ciudadanos de Madrid, que esperan la llegada de decenas de miles de personas para participar en el Día del Orgullo Gay, que se celebra el sábado. Hoy, jueves, la ciudad volvió a sufrir los inconvenientes de la falta del Metro, si bien en menor medida que ayer, cuando los trabajadores decidieron no cumplir unos servicios mínimos que consideran “abusivos”.

Unos 3.000 trabajadores, reunidos en asamblea, aprobaron hoy la propuesta del comité de empresa. Con un calor de sauna, y entre vítores y algún abucheo, la sala se quedó pequeña para acoger a quienes se acercaron a los talleres del Metro para participar en la asamblea. Miembros del comité de huelga, y todo aquel que quiso, se encaramaron a la tarima para exponer sus planteamientos sobre una huelga que se ha convertido en asunto nacional, por sus implicaciones con los conflictos sociales que se avecinan a raíz del plan de ajuste aprobado por el Gobierno.

En un clima muy hostil a los medios de comunicación, los trabajadores lanzaron proclamas contra el gobierno regional que preside Esperanza Aguirre, responsable del recorte salarial. Subidos en la tarima, hubo quien pidió que la huelga continúe durante el fin de semana, algo que fue rechazado por el comité de huelga. “No queremos pasar por homófobos”, clamó uno de sus miembros, entre gritos y chanzas referidas al Día del Orgullo Gay.

Otro trabajador ganó luego la tarima y pidió “unidad” contra las amenazas de la empresa, cuya dirección pretende aplicar sanciones contra los huelguistas. “Dicen que somos privilegiados”, clamó. “Ellos... que no se bajan del coche oficial, que consiguen sus pensiones, sin hacer nada. Mientras que yo tengo que cotizar cotizar 45 años para tener una”, prosiguió. “Que vengan con nosotros, a las 4 de la mañana, a abrir un servicio, para que vean cómo es este trabajo”, zanjó, entre los aplausos de los congregados.

También se oyeron gritos en la asamblea contra la presidenta madrileña Esperanza Aguire, a quien acusaron de escudarse tras la Asamblea de Madrid -el Parlamento regional- para justificar el recorte de salarios de un 5 por ciento, en el caso de los trabajadores del Metro. “Espe, espe, espe.. Especulación”, gritaban, tras acusarla de provocar este huelga.

LAS ESTACIONES, UN PROBLEMA

A continuación otro trabajador reconoció que los huelguistas tienen “un problema” con las estaciones, en referencia al bajo seguimiento de la huelga entre los trabajadores de este colectivo. “Hay que convencer a los trabajadores de las estaciones de que tienen que sumarse a esta huelga”, exclamó, entre ovaciones. Hecho el silencio, y en medio de un persistente calor, que salía a vaharadas por las dos únicas puertas de entrada al salón de actos, llegó el turno de hablar sobre "los esquiroles", los trabajadores que se han negado a secundar la huelga. “No tenemos nada que hablar con los esquiroles”, dijo uno de los huelguistas. “Nada que decir a esos cuatro esquiroles. Ni un favor a los esquiroles. Ni un cambio de vacaciones. Nada”, remató, animado por los aplausos y los gritos de “esquirol, esquirol”.

SOLIDARIDAD DE LA EMT

Tras este asunto, la solidaridad llegó a la asamblea en forma de carta firmada por trabajadores de la EMT, la empresa de autobuses urbanos. Un orador leyó las frases de apoyo a la huelga en el Metro. “No estamos dispuestos a prestar ningún servicio distinto del habitual”, -afirmaba la misiva-, que pueda perjudicar la huelga de nuestros compañeros del Metro, leyó, ya en medio del delirio. La carta transmitió además la “solidaridad” y el apoyo de los conductores de autobuses -cuyas líneas han debido ser reforzadas para paliar la falta de trenes del Metro- contra “la gravísima agresión” al convenio firmado hace unos meses por los trabajadores del Metro.

Algunas protestas contra la interrupción de la huelga el fin de semana fueron finalmente vencidas, cuando un trabajador veterano subió a la tarima y, tras recordar los once días de huelga del Metro, en 1991, despejó las dudas en torno a la vuelta al tajo. “No se trata de que nadie se haya vendido”, afirmó. “Se trata de dosificar fuerzas”, justificó. “Y tratar así de evitar que el conflicto se enquiste”, remató. “No debemos temer nada”, dijo tras reclamar la “unidad” de los huelguistas. “En aquella huelga, también nos amenazaron. Y aquí estamos. No hubo ningún despido. Ningún expediente disciplinario”, sentenció.

Vuelven los servicios mínimos