jueves. 28.03.2024
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El mundo de los seguros se caracteriza por la variedad y la amplitud. Cuando queremos abordar la contratación de uno en concreto conviene tener en cuenta ciertos aspectos que hay que valorar previamente. Si nos detenemos en la parcela que concierne al seguro de hogar, es muy importante que conozcamos por qué resulta aconsejable su contratación y hasta dónde alcanza su cobertura.

Y es que para todos aquellos que dispongan de una vivienda este seguro es realmente necesario. El porqué de esta necesidad reside en que tanto la vivienda como lo que se encuentra en su interior son concebidos como bienes muy preciados, y en la mayoría de los casos de un significativo valor sentimental, para su poseedor.

La contratación de un seguro del hogar, en este sentido, resulta importante precisamente si el objetivo no es otro que proteger de imprevistos y complicaciones, tales como inundaciones, robos, incendios, entre otras problemáticas. Por ello, valorar de una forma correcta todo lo que la vivienda contiene es muy importante para evitar cualquier tipo de problema en el caso de tener que recibir una indemnización.

Siguiendo esta línea, también es fundamental diferenciar entre contenido y continente a la hora de contratar un seguro de hogar. Dicha distinción es conveniente conocerlas para valorar nuestras posesiones. La primera pregunta que se lanza ante esta cuestión es ¿qué es el continente? Pues bien. Se puede considerar como tal a las partes de la vivienda que no son móviles, es decir, techos, suelo, paredes, incluyendo cualquier instalación fija, como por ejemplo las de electricidad, gas o agua. Concretamente, en este caso, también hay que incluir algunos elementos como toldos, persianas, componentes añadidos al suelo como la moqueta o el parqué, molduras, exteriores, piscinas, garajes, etc. Si lo que se pretende es asegurar y valorar el continente señalar el número de habitaciones de la vivienda y los metros cuadrados disponibles de la misma suele bastar.

El contenido del inmueble comprende aquellos bienes que están dentro de éste y que no forman parte del edificio como tal (lo que se entiende por continente). Se incluyen, por tanto, en este apartado: Por un lado, los muebles, alfombras, cuadros, lámparas, cortinas, espejos, adornos, etc. Por otro, ordenadores, electrodomésticos, equipo de música, televisión y demás, al mismo tiempo que aquellos objetivos que sean de uso personal (ropa, sábanas, mantas, etc.) o de valor. Podría decirse que, a nivel general, esta sección abarca todos los bienes de uso habitual, adquiridos por los habitantes de la vivienda.

En lo que corresponde al valor del contenido, si queremos calcularlo hay que tener en cuenta todos y cada uno de los elementos que se incluyen dentro del contenido y asignarle un precio relativo a su valor en el mercado actual de mercado. Es decir, la cantidad que costaría reponerlos. La realización de esta tarea se debe hacer habitación por habitación con la finalidad de conseguir, de este modo, una lista clara que no olvide contenido alguno. Por su parte, objetos de valor como cuadros, joyas y demás suelen ser tratados de manera especial, ya que resulta más complicado establecer un valor de mercado.

¿Cómo valorar el contenido a la hora de contratar un seguro de hogar?