jueves. 28.03.2024

Cuando a finales del pasado agosto pasado la señora Lagarde, recién estrenada como directora del FMI, nos advirtió desde Washington que era necesario recapitalizar los Bancos europeos, muy afectados por la crisis de las Deudas públicas y por la depreciación de activos inmobiliarios, todo el mundo se le echó encima.

Pero ahora Merkel y Sarkozy ya reconocen que era necesario hacerlo y que además es urgente. Y se han comprometido a hacerlo antes de la próxima reunión del G-20 en Cannes. Es decir, que tienen un mes para evitar una nueva crisis financiera mundial y, de paso, evitar que se lleve al euro por delante.

Pero no deben de estar muy de acuerdo en cómo hacerlo. De momento el Consejo Europeo se ha tenido que aplazar para el próximo fin de semana, más vale no exponer las divergencias a la luz de todo el mundo no sea que los mercados se pongan nerviosos.

El dilema al que se enfrenta Europa es cada vez más complejo, entre la quiebra de Grecia y la recapitalización bancaria. Porque si Grecia, y quizá otros, no paga, alguien tiene que soportar las pérdidas, y solo pueden ser los accionistas de los Bancos o los contribuyentes.

Recapitalizar los Bancos está bien. Pero el pequeño problema es quién pone el capital. Francia y Alemania están completamente de acuerdo en que hay que hacerlo pero en completo desacuerdo en cómo y dónde encontrar los 200.000 millones de euros necesarios. Una bagatela comparado con lo que cobran en España los directivos de las Cajas de Ahorros premiados con sueldos indemnizaciones y pensiones multimillonarias por conseguir quebrarlas. Con unos cuantos retribuidos a ese nivel se llegaría pronto a la cantidad que buscan Ángela y Nicolás.

Es mucho dinero para el sufrido contribuyente europeo al que se le prometió que nunca, pero que nunca, nunca más, tendría que volver a poner dinero para salvar a los Bancos, que además parecían gozar de muy buena salud a juzgar por los stress test que cada vez que se hacen nos dicen que no les falta de nada.

Los de agosto pasado decían que la falta de fondos propios era de unos 2.500 millones de euros y que el problema solo afectaba a una veintena de pequeños Bancos. La última vez que Dexia pasó uno de esos tests dio blanco blanquísimo, su Director decía antes del verano que iba a volver a dar beneficios. Y de repente nos enteramos que está quebrada y que los gobiernos, es decir, los contribuyentes franceses y belgas han perdido los 6.000 millones de euros que le inyectaron en la pasada crisis.

Ahora, el baile de cifras sobre lo que los Bancos necesitan va desde los 200.000 millones estimados por Lagarde hasta el doble de esa cifra. Dependerá de cuán grande sea la pérdida en la Deuda griega pero el tema espinoso es donde encontrarlos. En Francia dicen que usando los recursos del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FESF) recientemente aumentados para hacer frente a los problemas de la Deuda pública. Se comprende, París tiene miedo de perder la triple A si tiene que sacar dinero de su bolsillo para ayudar a los Bancos, mejor sacarlo de un fondo europeo aprovechando que ya lo tenemos.

Berlín dice que no, que ese dinero está ahí para sacar las castañas del fuego a Grecia y a los que vienen detrás. Que si usamos una parte importante de sus 440.000 millones para los Bancos no quedará munición cuando haya que defender a España y a Italia. Prefiere soluciones nacionales y está dispuesto a activar el fondo se saneamiento bancario que creó en 2008.

Habrá que encontrar un compromiso. Que involucrará otra vez la solución a la crisis de la Deuda griega, porque ya está claro que la contribución que los Bancos aceptaron “voluntariamente” en julio no será suficiente para sacarla del agujero. Pero también está claro que cuanto más grande sea el perdón a Grecia mayores serán los problemas de los Bancos europeos que tienen mucho de ese papel mojado en sus balances.

Y además habrá que ver qué condiciones se les imponen a cambio. Porque esta vez tiene que haber condiciones. No puede ser que volvamos a cometer los mismos errores que en 2008 cuando les dimos lo que necesitaban, no sea que nos arrastren en su caída a cambio de nada, perdiendo la ocasión de imponer al sistema financiero, a cambio de la ayuda del Estado, los cambios que hacen falta para que deje de ser un problema para la economía.

Otra vez los bancos