sábado. 20.04.2024

En su comparecencia en el Congreso para explicar la crisis y sus soluciones, el nuevo Gobernador del Banco de España ha repetido los mismos mantras de siempre, cargados de teología desreguladora, disfrazada de ciencia.

En mi intervención he tenido oportunidad de rebatirlos, aunque no de replicar a la respuesta del Gobernador que, como era de esperar, ha repetido las falacias que comparte con FMI, OCDE, G-20, Troika. Por eso dedico estas líneas a contestar a las falacias vertidas, argumentos aparentemente lógicos que solo son engaños, por el Gobernador. 

Para comenzar, ha reivindicado el derecho del Banco de España a emitir opinión sobre todos los ámbitos económicos. No faltaría más. Nadie le niega su derecho a dar consejos a poderes públicos y agentes privados sobre sus "obsesiones" - Reforma Laboral, Salario Mínimo- . Pero no estaría de más que centrara sus esfuerzos en sus competencias - Supervisión del sistema financiero- y sus incumbencias -que fluya deuna vez el crédito a empresas, autónomos y familias-.

Aunque pueda resultar increíble, la comparecencia del Gobernador ha terminado sin explicar que va a hacer el Banco de España para garantizar el crédito a los particulares. Y no debería olvidarse que esta es su principal incumbencia.

El Gobernador, como el Gobierno Rajoy, no aceptan que el saneamiento del sector financiero no ha terminado. Continúan sin entender que a un enfermo anémico no basta con recetarle hierro -rescate bancario- , sino se tapona la hemorragia -desempleo y grave endeudamiento de familias y empresas-. ¿Están ciegos? No creo. Simplemente, están cegados por sus mantras y maniatados por el MOU y sus verdades teológicas. Sin olvidar que detrás de cada conflicto siempre hay intereses.

Por supuesto, ha rechazado nuestras sugerencias de plantearse una reestructuración ordenada de la deuda pública y un proceso de reducción del endeudamiento privado de familias y pymes. Se ha limitado a descalificarlo, sin responder a la pregunta de si conoce a lo largo de la historia alguna crisis de esta naturaleza que no se haya resuelto con un acuerdo entre deudores y acreedores para la condonación parcial y mora de la deuda pública. La pregunta sigue en el aire.

Con un cierto maniqueísmo ha contestado a nuestras observaciones sobre los graves riesgos de oligopolización bancaria fruto de la crisis y de las respuestas que se están dando. Oligopolio bancario que comportará la exclusión financiera de determinados sectores sociales y falta de competencia, con todas las consecuencias que ello comporta. Nos ha imputado una visión conspirativa del proceso, en una actitud muy típica. Su ideología son verdades científicas, la nuestra deformaciones conspirativas. El oligopolio bancario no será fruto de una conspiración, pero si hijo de algunas decisiones. Por ejemplo, no aprovechar las entidades nacionalizadas para crear banca pública y apostar por su venta y por tanto la concentración bancaria en pocas manos.

En relación al desempleo ha repetido las mismas recetas de siempre, reducción de salarios, más desregulación -la llaman flexibilidad- y menos negociación colectiva - la llaman menos rígida y con menos fuerza de obligar-. También ha quedado sin respuesta nuestro alegato en contra de deprimir salarios. En un país en el que 3 de cada 4 empleos dependen del consumo interno, la bajada de salarios es el camino directo para que la recesión económica se cronifique.

No ha sido capaz de explicar porqué los sectores más competitivos, los que exportan bienes o servicios son al mismo tiempo los que tienen mejores condiciones y salarios. La respuesta es obvia, han decidido competir con otras recetas distintas a las de precariedad y bajos salarios. Tampoco ha dado respuesta a la incongruencia que supone explicar el elevado desempleo como consecuencia de las "rigideces" del mercado laboral, cuando el país de la UE en que más ha crecido proporcionalmente el desempleo y no se recupera, Irlanda, es el país con el marco laboral más desregulado de la Unión Europea.

Cómo no, en este debate ha salido el sector de la automoción. El Gobernador, como Rajoy, Guindos, Soria, Bañez, Montoro o cualquier vocero del PP, cuando sale el tema, sacan a pasear los acuerdos en las empresas del automóvil. Desgraciadamente noconocen otros- a pesar de que existen- pero los mantras tienen estas cosas. Su éxito depende de repetirlo muchas veces. Tantas que no se dan cuenta que en su ejemplo está su desautorización. Es cierto que los acuerdos de flexibilidad en el sector de la automoción han sido importantes. Pero deberían recordar que la mayoría han sido adoptados mucho antes de la Reforma Laboral del 2012, incluso de la 2011. La flexibilidad, que es distinto a la desregulación, no necesitaba ninguna de las Reformas Laborales impuestas. Sus objetivos no eran flexibilizar, sino imponer bajadas de salarios, debilitar la negociación colectiva, fortalecer el poder empresarial e incentivar la unilateralidad patronal, incluidos los despidos.

Por supuesto no ha querido entrar en el debate del que a nuestro entender es el hilo conductor de la agravación de nuestros problemas. La responsabilidad es del Gobierno español, pero detrás hay claras imposiciones de instancias democráticas. La dificultad para dar una salida justa a preferentes y otros productos híbridos, las presiones para una nueva Reforma Laboral y de Seguridad Social, el proceso de resolución de algunas entidades financieras como Catalunya Banc o NCG tienen en común una cosa. Con la firma del Memorandum de entendimiento, España y su ciudadanía hemos perdido una buena parte de nuestra soberanía.

La lucha es pues de derechos laborales y sociales, pero es también una lucha democrática. Por eso molestan aún más las falacias con las que responsables de instituciones públicas imponen su ideología y los intereses a los que sirven.

Las falacias del Gobernador