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NUEVATRIBUNA.ES - 09.04.2010

Como un agujero negro, la crisis amenaza con succionar bancos, cajas, países enteros, todo aquello, en fin, cuya órbita se encuentra lejos del corazón líquido y fiable del sistema financiero. Al escribir estas líneas, los mercados daban hoy viernes un respiro a Grecia. Sin embargo, su gigantesca deuda pública y el falseo de sus cuentas todavía obligan al país mediterráneo a pagar desorbitados intereses para financiar su actividad, más del 7 por ciento, frente al 5,5 por ciento que algunos expertos señalan como razonable para el bono griego a diez años.

Los mensajes de tranquilidad del Banco Central Europeo (BCE), del Gobierno alemán y del Consejo Europeo parecen haber calmado el castigo sobre el país heleno. Quizás, señalan algunos, no sea más que un alto en el camino por parte de los especuladores que amasan instantáneas fortunas apostando contra las esquinas del sistema.

Con la bolsa en caída libre, los bancos griegos también están sufriendo el contagio de la mala situación financiera del país. Las cuatro grandes entidades –Banco Nacional de Grecia, Eurobank, Alpha y Piraeus- se han visto forzados a recurrir al fondo de rescate pergeñado por la Administración nacional en 2008, y apuran hasta las heces los últimos 17.000 millones de euros del fondo, a fin de reforzar su capital y conseguir nuevos recursos procedentes del BCE, después de que los mercados les hayan negado otras vías de financiación.

En Europa, la Comisión cree que todavía no es necesario activar el mecanismo de rescate a Grecia que pactaron los líderes europeos el pasado mes de marzo. Ante este situación crece la alarma entre quienes piensan que es más caro dejar hundirse a Grecia que salvarla.

Mientras tanto, en España, la tensión también se dejó sentir este jueves en los mercados de deuda pública, cuando el bono español vio elevarse su diferencial respecto al bund alemán en casi 5 puntos básicos frente al día anterior, hasta casi 80 puntos básicos.

Aquí, además, la guerra financiera presenta otro frente en el sector privado, donde BBVA y Banco de Santander luchan por captar el ahorro familiar, y ofrecen un 4 por ciento de interés para sus nuevos clientes. Según algunas fuentes, esta batalla –iniciada por el banco que preside Emilio Botín- forma parte de una estrategia diseñada para inclinar hacia el abismo el balance de las cajas de ahorros, con la finalidad última de hacerse con el control de estas entidades financieras.

Las cajas españolas perderán este año hasta 6.000 millones de euros, según la previsión del Instituto de Estudios Económicos, y tienen urgentes necesidades de capitalización. Esta realidad obliga a abrir estas entidades al capital privado, según coinciden, desde muy distintas tendencias, el ex secretario de Economía del PP, Luis de Guindos y el sindicato Comisiones Obreras, que han pedido la entrada de fondos privados, incluso con derecho a decidir en los órganos de gobierno de un sector en lenta reestructuración.

Según De Guindos, el conjunto de las cajas precisa entre 30.000 y 50.000 millones de euros de capital para seguir con vida en un contexto muy complicado. En caso contrario, el agujero negro que ahora amenaza a los griegos acabará succionando hasta la última gota de liquidez, no sólo de las cajas, sino también de países enteros -como Irlanda, Reino Unido, Portugal y, en una segunda línea, España- atraídos como moscas por la ‘no materia’ creada tras el estallido de la crisis subprime.

Grecia respira al borde del agujero negro