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NUEVATRIBUNA.ES � 07.04.2009

Como una estela, la crisis de gobierno operada por el presidente del Gobierno español dibuja tras de sí la imagen de una formidable incógnita. Los cambios anunciados por Zapatero, que incluyen el relevo del ya ex ministro de economía Pedro Solbes, demostrarán su eficacia sólo si, a la postre, la nueva titular Elena Salgado resulta ser la persona indicada para inyectar confianza en el malparado sistema económico español.

La salida del Gobierno de Pedro Solbes constituye una pérdida muy valiosa. Una vez más, al ya ex ministro le ha tocado bailar con la más fea, como ya hizo en el año 1993, cuando, llamado por Felipe González, fue capaz de cuadrar las deterioradas cuentas públicas, agotadas tras años de déficit sistemático y de los llamados ‘fastos’ del 92. Aunque entonces fue Rodrigo Rato quien recogió las mieles del triunfo, hoy nadie discute que fue Pedro Solbes, el ministro hoy saliente, quien sembró las raíces del “España va bien” de la era Aznar. Hoy, su deseo de mantener las cuentas ‘a raya’ le ha enfrentado, dicen, con otros miembros de gobierno y con interlocutores sociales como los empresarios y los sindicatos.

Pedro Solbes deja el Gobierno cuando la herida abierta en el tejido productivo español es extraordinariamente amplia y profunda. En gran parte, a consecuencia de una crisis internacional, que ha dejado el sistema financiero mundial paralizado, aunque algún rayo de luz asome ya entre los negros nubarrones. Además, es sabido que España necesita para salir de la crisis que antes se produzca el inicio de la recuperación internacional. Pero todo ello no quita que muchas cosas puedan hacerse en el ámbito doméstico hasta que esa recuperación comience. Sin duda, insuflar confianza es la primera de ellas. Y, después, cavar los cimientos de un modelo que sustituya al ‘ladrillo’.

En materia de confianza, el Gobierno debería planteare en primer lugar la conveniencia de alejar las cuestiones económicas de la primera línea de discusión política. En un momento en que la crisis se cobra cada día 4.000 nuevos parados, son muchas las voces que piden un consenso en torno a “las cosas de comer.”

En este sentido, los cambios operados por Zapatero podrían solucionar al menos la cuestión administrativa. Al parecer, el Gobierno se plantea mejorar la coordinación entre el Ejecutivo central y los respectivos gobiernos autonómicos, con la creación de una tercera vicepresidencia de coordinación territorial, que dirigirá el andaluz Manuel Chaves. “España es un estado federal que no se reconoce como tal”, advierten los sindicatos, a quienes Zapatero ha hecho al fin caso, al reforzar el diálogo con las regiones.

La segunda cuestión, la del cambio del modelo productivo, resulta más compleja, debido a la cantidad de factores que intervienen en él. Entre ellos, sin embargo, destaca la Educación, un área también remodelada por Zapatero quien ha nombrado a Ángel Gabilondo nuevo ministro de Educación. Además, Zapatero ha encargado a su amigo José Blanco, nuevo ministro de Fomento, que gestione el área de infractucturas.

Liberado del corsé impuesto por el férreo Pedro Solbes, Zapatero se dispone a impulsar un cambio profundo en su política. Sin embargo, como Estado miembro de la Unión Europea, España goza de poco margen para aumentar el gasto, una vez que se han sobrepasado con holgura los límites de déficit previstos por la disciplina europea.

Sin embargo, en materia de endeudamiento, España aún puede recorrer un tramo equivalente al 20 por ciento de su PIB, el que nos separa de la media europea. A buen seguro, la decisión de endeudarse provocará nuevas críticas procedentes de quienes consideran que este es un momento pésimo para que el Estado se endeude, puesto que así resta financiación a los particulares y empresas, al captar recursos en un mercado financiero muy selectivo.

En cuanto al papel de la nueva vicepresidenta segunda y ministra de Economía, ciertas voces del PSOE dudan de la capacidad de Elena Salgado, a quien consideran una gestora eficaz, aunque sin el recorrido profesional y el prestigio suficientes para asumir esta nueva tarea, aunque liderase los esfuerzos para reformar el sistema de pensiones durante la etapa del ex presidente Felipe González.

Además, los críticos también señalan que su promoción, así como las de otros miembros de los gabinetes de González (entre 1982-1996), representa una vuelta de la vieja guardia que sirvió a las órdenes del que fue primer presidente de gobierno socialista.

La nueva ministra tiene por delante terminar la negociación del nuevo modelo de financiación autonómica. Este asunto ha tensado las relaciones entre el Gobierno socialista y el Partido Socialista Catalán PSC, quien demanda el cumplimiento del acuerdo en los términos marcados por el Estatut.

Elena Salgado, nuevos tiempos para la vieja guardia