viernes. 26.04.2024
NUEVATRIBUNA.ES - 26.06.2009

El empeño del Sr. Botín en impedir a los accionistas críticos, especialmente a los reincidentes, que terminaran sus intervenciones en la Junta General del pasado 19 de junio me impidió decirle que una de las muchas razones que aconsejaban un replanteamiento del caso del fondo Santander Banif Inmobiliario era la erosión que el banco estaba sufriendo en su reputación debido a los problemas creados en la persona de un importantísimo número de accionistas y partícipes.

Hubiera debido añadir que los accionistas y partícipes del fondo, a los que yo represento, piensan que si el Consejo es incapaz de aceptar y dar solución a los problemas del fondo Santander Banif Inmobiliario, ellos temen que será incapaz también de aceptar y dar solución a los problemas del banco. Los tiempos son difíciles y los problemas a abordar, extraordinariamente complejos. Si en toda fusión o absorción se asumen importantes riesgos, los riesgos son todavía mayores cuando se intentan varias operaciones simultáneamente. Especialmente, cuando se ha comprado caro; cuando se padece una fuerte exposición a los mercados inmobiliarios; o cuando el entorno se ha vuelto hostil, y las integraciones deben desarrollarse en plena crisis.

Además, como representante de los partícipes, me hubiera gustado añadir que los accionistas y partícipes del fondo no entienden y difícilmente entenderán que el máximo responsable de la gestión de riesgos del Santander, Matías Rodríguez Inciarte, haya permitido la comercialización de un fondo especulativo como si se tratara de un fondo conservador. Que no advirtiera ni evitara el colapso del fondo. Y que incluso certificara su defunción al facilitar la salida del mismo -al mejor precio y a cualquier coste- a unos cuantos afortunados, unos pocos días antes de que él abandonara la presidencia de la Gestora, cuando el fondo, en pleno naufragio entonces, dejó a la deriva a más de 40.000 accionistas y partícipes.

Por otro lado, la lectura de las más de 1.000 páginas de información financiera, la atención prestada a las 4 horas de intervenciones del presidente y del consejero delegado, y las contestaciones a los elogios y críticas vertidas, me reafirmaron aún más en una idea. Y es que el principal riesgo del Santander -como el de cualquier otra entidad financiera de igual talla- emerge cuando se niega a aceptar el principio de la causalidad, el sencillo concepto que proclama que no hay efecto sin causa.

Así, por ejemplo, la exuberancia contable no tendría su causa. Ni tampoco los defectos detectados en la comercialización de productos de ínfima calidad y de alto riesgo, como los ligados al caso Madoff o Lehman, ya que aún así, pese a la inexistencia de una causa, el el banco se ha avenido a compensar a los afectados con casi 700 millones de euros. La negativa a aceptar este principio explicaría, en fin, la falta de respuestas por parte del Sr. Botín a todas las preguntas que sí pude formular sobre la gestión del fondo Santander Banif Inmobiliario. Por ejemplo, cuáles fueron las causas de su fracaso. Quiénes fueron los responsables de su caída. Qué demonios significa ese plan “ordenado” de liquidación de activos que el banco ha puesto “bajo la supervisión de la CNMV” y que, menos mal, está destinado a minimizar los destrozos.

Ninguna de estas preguntas obtuvo respuesta. Muy al contrario, el Banco de Santander sigue muy lejos de reconocer algún error en la comercialización del fondo Banif Inmobiliario. Ni siquiera se lo ha planteado, de hecho. Y tampoco ha reflexionado sobre los riesgos que su gestión transfirió a los clientes que le confiaron sus ahorros, al suscribir las participaciones del fondo. No ha habilitado ninguna cantidad en compensación de estos errores. No ha evaluado el ritmo al que las plusvalías latentes que se están evaporando, ni la forma en que, a buen seguro, se van a evaporar...

Sin embargo, los hechos son tozudos. Y lo seguirán siendo. Los problemas de los afectados carecen de solución mediante la mera liquidación del fondo, como cada se demuestra con mayor evidencia. Lo sabemos y cada día lo corroboramos a raíz de las nuevas noticias que surgen sobre la desafortunada gestión del fondo.

UN MUNDO SIN SENTIDO

Para los afectados, es inaceptable pasar de una situación de liquidez cifrada en 867 millones de euros a principios de 2007, a los paupérrimos 8 millones con que contaba el fondo a 31 de marzo de 2009; todo ello con un endeudamiento de 600 millones. Es inaceptable sostener que el fondo se ha cerrado por haber superado el 10 por ciento las peticiones de reembolsos, cuando la gestora fue capaz, en la ventana de febrero, de afrontar, en tiempo y forma, peticiones de reembolso por un 5 por ciento. Son inaceptables las comisiones del 0,85 por ciento, un valor desorbitado en una situación concursal, y contrarias a la ley, además, pues se imponen a unos partícipes que ni siquiera tienen el derecho de reembolso y puesto que su valor supera el 10 por ciento de los resultados. Son inaceptables las operaciones de venta de activos que se han realizado hasta el momento, muy por debajo de los precios de la reciente tasación extraordinaria (un 18 por ciento en el caso del Paseo de de la Castellana 13 y un 16 por ciento en el caso del Centro Comercial Plenilunio). Es inaceptable la bajísima productividad de los alquileres, con una rentabilidad media del 2,48 por ciento y una tasa de ocupación del 75 por ciento. Es inaceptable el aumento del endeudamiento en un 220 por ciento en un un período de menos de tres meses, hasta los 600 millones, lo que supone ya un 21 por ciento del patrimonio. Y son, desde luego, inaceptables, unos resultados negativos en el trimestre por valor de 22 millones de euros. Todo ello, en fin, para devolver a los partícipes apenas 315 millones de euros, en dos plazos, además.

En su obra titulada Lógica, el moralista inglés reconvertido en economista, John Stuart Mill, razona sobre la ‘ley de la causalidad’ en un capítulo dedicado por entero a tal fin. De acuerdo a este principio, Mill razona que, en cualquier instante, el estado del universo es una consecuencia del estado que tenía en el momento anterior. Y continúa diciendo que a una inteligencia infinita le bastaría el conocimiento perfecto de un solo instante para conocer por completo la historia del universo, la pasada y la venidera. Muy al contrario, el mundo creado por Santander en Banif Inmobiliario provocaría escalofríos a esta inteligencia superior. Con su gestión en el fondo, el Santander ha creado un universo donde las cosas, al parecer, suceden ‘porque sí’. Un mundo sin causalidad ni responsabilidades. Un mundo sin pasado y, al parecer, sin futuro. Un auténtico sin sentido, en fin.

Juan Manuel Moreno-Luque, abogado y autor de ‘El desgobierno de los fondos de inversión’ (Editorial Marcial Pons), es presidente de Activa, la asociación creada por partícipes del fondo Santander Banif Inmobiliario.

Banif Inmobiliario y la ley de la causalidad