domingo. 12.05.2024
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Escena de la obra.

Vicente I. Sánchez | @Snchez1Godotx

No me enorgullece admitir que apenas estaba familiarizado con la vida y obra de la austriaca Elfriede Jelinek, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2004. Sí, conocía su libro más destacado, 'La Pianista', adaptada al cine por su compatriota Haneke en 2001, pero lo cierto es que, a sus 77 años, Jelinek es una autora con una extensa trayectoria literaria.

Sus novelas se caracterizan por una visión muy crítica de la sociedad en la que las mujeres se encuentran con la imposibilidad de vivir vidas plenas y se ven arrastradas y oprimidas. En palabras de la propia autora: “La literatura debe hacer frente al caos de una sociedad patriarcal dominada por el sexo, que, como elemento vertebrador, parece ser tan solo productor de podredumbre”. Declaraciones que le han valido bastante polémicas y con las que algunos críticos la han etiquetado como feminista radical.

“Viaje de invierno: el día en que Jellinek dejó de tocar a Schubert” es la propuesta con la que la dramaturga catalana Magda Puyo ha decidido homenajear la figura de esta novelista en el Teatro de la Abadía. Una representación que busca dar a conocer el nombre de esta ganadora del Nobel y que además se presenta como una ocasión única de acercarnos a la obra de una autora muy desconocida pero que ha desempeñado un papel fundamental en la cultura europea. Laia Alberch, Pepo Blasco, Rosa Cadafalch, Bru Ferri y Encarni Sánchez serán los encargados de dar forma a este complejo texto lleno de símbolos y poética.

La obra comienza a oscuras y con una voz que nos habla sobre el tiempo y cómo este fluye y se diluye entre las manos. Entonces, el telón se abre y nos encontramos con un escenario lleno de espuma que simula ser nieve. Hay además dos hombres y una mujer moviéndose de forma extraña, casi mecánica, y sobre un piano, el cuerpo desnudo de una mujer. Así comienza una obra que busca reflexionar sobre el tiempo, la vida y sobre la misma esencia de la vida. Un texto complejo que irá mutando mientras vemos cómo los actores bailan, lloran, se contorsionan y se entregan al tiempo que la “nieve” va derritiéndose en un alarmante aviso de que el tiempo no perdona.

“Viaje de invierno: el día en que Jellinek dejó de tocar a Schubert” habla de feminismo, de vida, de muerte, de sexo o de locura, aunque también puede que no hable de nada de eso y sea simplemente un bello viaje sensorial en el que es mejor dejarse llevar. La realidad es que Magda Puyo busca desafiar al espectador construyendo una dolorosa performance en la que provocación y poesía van estrechamente ligadas. Por eso es bastante complicado analizar en unas breves líneas cuál es realmente la historia que busca contar su autora, porque realmente puede tener tantos argumentos como sensibilidades haya en el patio de butacas. Sí, podríamos decir que la nostalgia de la vida y el olvido es una parte fundamental del texto, como bien dice uno de sus personajes cuando dice “En este país todo el mundo se olvida de todo, a los desmemoriados los queremos lejos de nosotros, es intolerable, no se acuerdan de nosotros”, pero entonces estaríamos sintetizando en extremo el texto.

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Otro punto fundamental de la obra es la música que ha compuesto Clara Peya y que, bajo la influencia de las melodías de Schubert, el actor Bru Ferri defenderá con gran maestría al piano. Un sonido envolvente que trata de dar forma a la inmensa melancolía que sienten todos los protagonistas que irán desfilando por el escenario del Teatro de la Abadía. El baile mecánico, casi de gimnasia nazi (no olvidemos que la crítica a los sistemas totalitarios está muy presente en su obra), contribuye a crear una sensación irreal en la que el dolor, la ausencia y la nostalgia se fusionan con la espuma que se derrite.

La propuesta de Magda Puyo no es fácil de abordar, pero siempre he creído y seguiré defendiendo que el riesgo debe ser apreciado en el escenario. Lograr que el espectador reflexione no es algo que muchos espectáculos consigan, y sin duda, “Viaje de invierno: el día en que Jellinek dejó de tocar a Schubert” lo logra. Mi más sincero aplauso.

'Viaje de invierno': el día en que Jellinek desafió al espectador