jueves. 25.04.2024

El principio de curiosidad está profundamente arraigado en el cerebro. Bien es cierto que también aparece en muchos animales, sin embargo, en el ser humano este instinto es mucho más poderoso y sofisticado. Esto se debe a nuestra selección natural, puesto que este mecanismo nos permite dar con nuevos recursos para adaptarnos a cualquier circunstancia y salir airoso de ella.

La curiosidad es un elemento básico de nuestra cognición; sin embargo, lo cierto es que seguimos albergando muchas dudas sobre sus mecanismos neuronales e incluso sobre su función biológica. Las investigaciones alrededor de esta dimensión han empezado hace muy poco. Todas ellas aparecieron en un intento de comprender la utilidad de este mecanismo y las diferencias individuales.

La curiosidad como el impulso motivacional para la búsqueda de novedades y la investigación del entorno circundante es para la supervivencia tan esencial e intrínseca como el hambre.

En el trabajo  de investigación del doctor Todd Kashdan, de la Universidad de Florida, en el 2004 se desarrolló una escala para explorar el comportamiento curioso, y encontró algo llamativo: que las personas pasamos más tiempo dejándonos guiar por el principio de curiosidad que alimentándonos.

En un estudio publicado en la revista Neuron, se vio que a las personas les resulta más fácil aprender sobre temas que les interesan, cosa lógica, pero se sabe poco sobre los mecanismos por los cuales los estados motivacionales intrínsecos afectan el aprendizaje. Utilizaron en este estudio imágenes de resonancia magnética funcional para investigar cómo la curiosidad (motivación intrínseca para aprender) influye en la memoria.

Tanto en las pruebas de memoria inmediatas como en las de un día de retraso, los participantes mostraron una mejor memoria para la información sobre la que tenían curiosidad y para el material incidental aprendido durante los estados de alta curiosidad. Los resultados de la resonancia magnética funcional revelaron que la actividad en el mesencéfalo y el núcleo accumbens se mejoró durante los estados de alta curiosidad. Es importante destacar que la variabilidad individual en los beneficios de la memoria impulsada por la curiosidad para el material incidental fue apoyada por la actividad anticipatoria en el mesencéfalo y el hipocampo y por la conectividad funcional entre estas regiones. Estos hallazgos sugieren un vínculo entre los mecanismos que apoyan la motivación de recompensa extrínseca y la curiosidad intrínseca y resaltan la importancia de estimular la curiosidad para crear experiencias de aprendizaje más efectivas.

La curiosidad es lo que impulsa a los organismos a investigarse entre sí y su entorno. Muchos consideran que es tan intrínseco como el hambre y la sed, pero los mecanismos neurobiológicos detrás de la curiosidad han permanecido esquivos. En ratones, Ahmadlou et al. encontraron que una población específica de neuronas érgicas de ácido γ-aminobutírico (GABA) genéticamente identificadas en una región del cerebro llamada zona incerta (ZI), reciben información excitatoria en forma de novedad y / o información de excitación de la corteza prelímbica, y estas neuronas envían proyecciones inhibitorias a la región gris periacueductal; este circuito es necesario para la exploración de nuevos objetos y congéneres.

Los impulsos motivacionales son estados internos que pueden ser diferentes incluso en interacciones similares con estímulos externos. La curiosidad como el impulso motivacional para la búsqueda de novedades y la investigación del entorno circundante es para la supervivencia tan esencial e intrínseca como el hambre.

La curiosidad, el hambre y la agresión impulsan tres comportamientos diferentes dirigidos a objetivos: búsqueda de novedades, comer alimentos y cazar, pero estos comportamientos se componen de acciones similares en animales. Esta similitud de acciones ha hecho que sea difícil estudiar la búsqueda de novedades y distinguirla de comer y cazar en animales no articulados. Los mecanismos cerebrales subyacentes a este impulso básico de supervivencia, curiosidad y comportamiento de búsqueda de novedades no están claros.

A pesar de tener técnicas bien desarrolladas para estudiar los circuitos cerebrales de los ratones, hay muchos resultados controvertidos y diferentes en el campo del comportamiento motivacional. Esto ha dejado las funciones de las regiones cerebrales motivacionales como la zona incerta (ZI) aún por conocer. No tener un paradigma transparente, no reforzado y fácilmente replicable es una de las principales causas de esta incertidumbre. 

En un trabajo publicado en Science, se eligió una solución simple para llevar a cabo la investigación, darle al ratón libertad para elegir lo que quiere, doble opción de acceso libre. Al examinar ratones en una batería experimental de pruebas de doble elección de acceso libre de objetos (FADC) e interacción social, utilizando optogenética, quimiogenética, fotometría de fibra de calcio, electrofisiología de grabación multicanal e hibridación in situ de ARNm multicolor, descubrieron un circuito cerebral cortico-subcortical específico del tipo de célula de la curiosidad y del comportamiento de búsqueda de novedades.

Se analizaron las transiciones dentro de las secuencias de acción en FADC de objetos y las pruebas de interacción social. Los análisis de frecuencia y modelos ocultos de Markov mostraron que los ratones eligen diferentes secuencias de acción en interacción con objetos nuevos y en períodos tempranos de interacción con nuevos congéneres en comparación con la interacción con objetos familiares o períodos posteriores de interacción con congéneres, que categorizaron como investigación profunda y superficial, respectivamente. Este hallazgo ayudó a definir una medida de profundidad de investigación que indica cuánto prefiere un ratón la investigación profunda sobre la superficial y refleja el nivel motivacional del ratón a investigar, independientemente de la duración total de la investigación.

Con la activación optogenética de neuronas inhibitorias en ZI medial (ZIm), las neuronas mostraron un aumento dramático en el nivel de excitación positiva, la profundidad de la investigación y la duración de la interacción con objetivos específicos y con objetos novedosos en comparación con objetos familiares y alimentos. La desactivación optogenética o quimiogenética de estas neuronas produjo el efecto contrario.

Por último, compartir esta reflexión de la escritora Dorothy Parker: “el aburrimiento se cura con curiosidad, pero la curiosidad no se cura con nada”.

Psicoecología: Curiosidad y Neurociencia