lunes. 29.04.2024
crush (1)

Cristina Rosales | @cristinagaros_

A finales de 2023, la editorial Ultramarinos sorprendía con la publicación de Crush, el que fuera poemario debut del polifacético editor estadounidense Richard Siken (Nueva York, 1967), traducido por vez primera al español por Juan Gallego Benot. El libro se abre con un prólogo de Lucía Lijtmaer y el prefacio original que Louise Glück escribió hace ya dos décadas con motivo del premio Yale Series of Younger Poets Competition de 2004. Con esta publicación, el sello editorial pone de manifiesto la importancia de la figura del traductor como puente, físico y emocional, entre la obra y el público.

Afirma Glück al inicio de su prefacio que «este es un libro sobre el pánico», pero la profesora Penelope Illich —con la que estoy completamente de acuerdo— va un paso más allá y apunta que «este es un libro sobre una especie de deseo que conduce al pánico. El pánico es el resultado, pero el libro es sobre el deseo». Illich identifica, de esta forma, el deseo y el pánico como los ejes principales sobre los que se vertebra Crush: el pánico, la noción de amenaza implícita en este, no puede entenderse de forma descontextualizada, pues está íntimamente ligado a la experiencia personal del deseo, la intimidad y el contacto con el otro, con el sujeto amado. De la relación que se establece entre estos dos conceptos, a priori contradictorios, surge un conflicto que atravesará no solo el poemario, sino al propio autor, sin dejar espacio para nada más. Sin embargo ¿de dónde surge este conflicto? Desde la publicación del poemario en 2005 se han llevado a cabo numerosas aproximaciones sobre el deseo y el amor en la obra de Siken, asumiéndolo una experiencia universal, obviando —o eludiendo— el hecho de que el autor es gay. Hablamos, pues, de un deseo y un amor entendidos estos ya no desde un marco heteronormativo, sino desde la experiencia de habitar un espacio que se encuentra en oposición, y a menudo rechazado, por ese marco. La experiencia que retrata Siken en su libro es una experiencia —dolorosa— del deseo que solo aquellos que no nos inscribimos en los límites de la heteronormatividad entendemos. Independientemente de que este aspecto esté presente en los poemas explícita o implícitamente, es fundamental para el contexto en el que se desarrollan.

crush

Este conflicto del deseo y el pánico se resume en el título que da nombre al poemario, Crush. Ese vocablo anglosajón que en su ambigüedad admite distintas acepciones: la de «flechazo» y la de «ejercer presión entre dos cuerpos opuestos para romper o herir; oprimir; romper; machacar o moler», representando esas dos fuerzas que impulsan estos poemas. El amor y la destrucción, ¿acaso podemos entender la primera sin la segunda? Esa es la pregunta que aquí (nos) plantea Siken.

Crush crea una red de asociaciones mediante el uso de imágenes y significados contradictorios, literalizando el lenguaje del deseo y limitando las representaciones del contacto íntimo en encuentros, a menudo, violentos que perpetúan los valores tradicionales de la masculinidad. El deseo es para Siken una fuerza destructiva, tanto para el sujeto deseante como para el sujeto deseado; una fuerza condenada a permanecer siempre insatisfecha.

 

'Crush', de Richard Siken