viernes. 26.04.2024

Poesía | JESÚS CÁRDENAS

Nace de una búsqueda de la palabra por apresar la propia identidad, desde diversas perspectivas del yo, cuidando todos los rasgos temáticos, formales y estilísticos de los textos, hacia una comunicación del lector. Es mediante este hábil modo como ha logrado José Luis Morante atesorar una trayectoria poética digna y sólida a lo largo de más de tres décadas, aunque en ocasiones alejado de las alharacas producidas por compilaciones y antologías de la poesía española de los 90 y siglo XXI. En su haber figuran ocho títulos con reconocimientos por sus libros de poemas desde aquella Rotonda con estatuas (1990) hasta Ninguna parte (2013). Para tener un perfil de la poesía de Morante véanse las selecciones: Mapa de ruta (2019), Pulsaciones (2017) y Ahora que es tarde (2020). En esta última antología, publicada por La Garúa, dentro de la sección de inéditos, adelantaba una decena de composiciones, con algunas modificaciones, lo que sería su última entrega hasta la fecha, nadar en seco (2022). 

El escritor avilense, afincado en Rivas-Vaciamadrid, se ha destacado por llevar un camino paralelo, trabajoso y a veces de mal sabor de boca, como es la crítica literaria, con la escritura de reseñas que pueden leerse en distintos medios y en su blog “Puentes de papel”. No obstante, siempre se ha caracterizado como una voz autorizada en las ediciones críticas de poetas contemporáneos como Joan Margarit, Luis García Montero y Eloy Sánchez Rosillo, entre otros. 

Sondear en el lenguaje le ha llevado a Morante también a crear aforismos. Volúmenes de aforismos son: Mejores díasMotivos personales o Planos cortos. Aforismos que suelen adentrarse en los poemas de nadar en seco, entre los que podemos espigar algunas frases reflexivas y firmes con un tono contenido; versos que sintetizan un modo de ver y pensar casi lapidario que, en muchas ocasiones, están colocados en el cierre del poema: “Sé que soy mientras busco” (en “Alcantarillas”); “El tiempo que no tuve nada en seco” (en “nadar en seco”); “Aquí la vida desconoce al arte (en “Don Juan”); “Nada sobra al olvido” (“En clave autobiográfica”); “Palpita la vejez / cuando no hay sueños” (en “El muro”); “Nunca cede / la urgencia de partir” (en “La voz del sueño”).

Leyendo estos poemas de nadar en seco el lector deja de estar perdido para transformarse mediante el asombro

Nadar_en_seco

Es comentado en poesía la disposición del sujeto. A propósito, en nadar en seco el yo se presenta ficcionalizado, incluso fragmentado, muy útil para el perspectivismo –de acuerdo a las palabras previas del escritor y crítico José Antonio Olmedo López-Amor. Aspecto este singular en el discurrir poético del avilesino ya desde sus primeros poemas, como atestiguaba Antonio Jiménez Millán en el prólogo a la antología de 2020. En la cincuentena larga de poemas que conforman nadar en seco aparecen distintos rostros en modo de confesión (léanse “En clave autobiográfica”), aunque más bien parece un modo de horadar en los interiores para salir de un modo luminoso posteriormente; adentrarse en la otredad, en palabras de Octavio Paz. Lo que podría resultar una anécdota termina siendo afín a muchos lectores, es por esto que puede calificarse su discurso poético de confidente, cercano, porque los que leemos estos versos hallamos puntos de encuentro, cotidianos, por eso nos sentimos igual o parecido y con los que terminamos identificándonos. El inicio de “Aquí” es clarificador: “Es aquí donde estoy, / entre grietas de un yo parapetado / en las profundidades / de sí mismo”. Una búsqueda consciente a partir de un lugar profundo que termina deviniendo en incertidumbres; una cuestión de identidad, como concluye en “Conócete a ti mismo”: “Dentro de mí no hay nadie / salvo yo, / una inquietud debajo de la piedra: / la piel desconocida, misteriosa, / intangible, / que quiere conocerme”. Y no digamos del alejamiento que produce la paradoja con la que se cierra “Deseo”: “esa cóncava voz que me desdice”. Traza una trayectoria del desplazamiento, en la piel del otro en “La voz del sueño”; o en la conclusión de “Invitación al otro”: “El yo debe quedar inerme entre la grava; / ser reliquia. / Quien importa es el otro”. Un diálogo consigo mismo, una perspectiva alejada como una forma más de dar profundidad al propio Morante. Ahí están reflejadas algunas de las cualidades de su personalidad: la cercanía, la honestidad, la humildad y la madurez poética.

El rasgo luminoso es, por otra parte, otro rasgo recurrente en la poesía de Morante, y esencial el tono esperanzador una característica de los poemas de nadar en seco. Lo vemos expresado en su deseo por “la claridad pujante del comienzo” (en “Nube”), lo que transparenta un sentido renovado de la exploración, un sentido persistente de la esperanza, como leemos en “Epifanía”; en “Don Juan”: “Cuando no queda nada, / respirar es un modo / de esparcir y los escombros”; o en el deseo de no dejarse vencer por el desánimo o el cansancio como se expresa en “Nadar en seco”. Con todo, el fluir inexorable del tiempo mantiene su importancia con su sentido cíclico, y, consecuentemente, renovador, siempre incipiente, del que el sujeto se nutre. Pensemos en el lapidario final de “La semilla”: “A resguardo del tiempo / y su rumor de tábanos, / en la semilla duerme otra semilla”. Y, por añadidura, el tránsito como un mecanismo natural aceptado aunque en ocasiones produzca daño. De hecho, la evocación de ciertas imágenes deja honda huella, por ejemplo, en “Los caños”, en “Defensa de un paisaje” y de una mera más profunda y sentida en “Ausencia”. Es en estos poemas donde la atmósfera se cubre de melancolía.

Entra en el poema la propia creación poética, como una clave en la poesía de Morante. La identidad lectora, el reflejo de la sabiduría y la suspicacia del voraz lector. La riqueza de la experiencia lectora transportada a la poesía, como un mecanismo de ida y vuelta. La metapoesía. En nadar en seco el acto de referirse al poema y a las palabras que lo conforman supone un esfuerzo por interrogar y cuestionar su estado y procedencia, logrado mediante una estética contenida y reflexiva, nada hermética, que podría recordarnos a Ángel González. Casi siempre el poema nace de una grieta, un escalofrío, una hendidura. Así, en “Epifanía”: “Ordinal necesario, / la pulcritud se aplica en dar textura y forma / al poema feliz”; en “Insistencia” como algo no dicho pero intuido, sospechado, implícito: “El hueco desconcierto del poema / se hizo hueco en el aire / y quedó mudo”; en “Tinta fresca” la condición atrevida, inconsciente, fluida en lo que recuerda a la estructura de los haikus: “Intento improvisar / palabras en voz baja. / Tinta fresca”; o en el magnífico y contenido “Huellas” al concluir: “cuando estiro la mano, / toco fondo, / y me quedo a vivir en el poema”. 

Leyendo estos poemas de nadar en seco el lector deja de estar perdido para transformarse mediante el asombro. Habilitan estos lugares de encuentro la forma de experimentar tan extraordinaria transformación.

José Luis Morante, nadar en seco, Valencia, Isla Negra / Crátera, 2022. COMPRA ONLINE
 


JESÚS CÁRDENAS. Poeta,profesor y crítico literario
JESÚS CÁRDENAS. Poeta,
profesor y crítico literario

Lugares de encuentro | Sobre "nadar en seco", de José Luis Morante