miércoles. 24.04.2024

 Poesía | JESÚS CÁRDENAS

Cantar lo íntimo desde nuevos ángulos es la pretensión del auténtico poeta, del que busca profundizar en los adentros y, casi hallado, es destilado con un filtro renovador. Conocimiento de la tradición y hallazgo que expresa nuestro mundo son los ejes sobre los que Marina Casado bascula en Los ojos fríos del vals, publicado por BajAmar Editores. Corresponde a la quinta entrega de la autora madrileña, tras Los despertares (2014), Mi nombre de agua (2016), De las horas sin sol (2019) y Este mar al final de los espejos (2020); un surco donde puede verse a una poeta con oficio.

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Marina Casado

Entendiendo el modernismo como un amplio movimiento cuyo símbolo se vio enmarcado al cisne, apuesta Marina por la libertad en el prolegómeno por “resucitar al cisne, devolverlo a la vida para no olvidar la noche. Y no cortar más alas”. En la misma línea se refiere Andrés París en las palabras previas al “neomodernismo urbano”. 

El volumen se articula en tres secciones, que conforman un itinerario por la memoria. En la primera rescata imágenes del pretérito, arraigadas en los adentros (“Sorolla, el verano”). Sin embargo, estas imágenes pierden parte de su referencialidad para formar símbolos periódicos con los que se crean correspondencias: el espejo, el mar o la sed. Símbolos ya tanteados por la escritora madrileña en sus anteriores incursiones poéticas. A los que habría que añadir el bosque, como se lee al comienzo del poema “No es posible que no quede nadie”: “He aprendido muy pronto / el mecanismo de la ausencia. / Estar triste consiste / en inventar un bosque / al que poder marcharnos / cuando no quede nadie”. 

El refractario del sueño devuelve al sujeto poético a ese paraíso cernudiano de la infancia. Ante el deseo de que ese tiempo permanezca, la realidad se impone inexorablemente, como vemos en el magnífico “Deus ex machina”. Para rescatar ese otro tiempo, Casado retoma la tradición del poema-cuento, extraordinariamente ejecutado en “El sur” o en el formato canto de la conciencia que lleva a cabo en “El camino que conduce a una estrella”. La memoria pasa a ser colectividad en el poema “1936”, cuya estructura circular se corresponde con el significado de persistir en la idea de la justicia para aquellos que no caigan en el olvido: “Devolvedles la voz / para que no se mueran”.

‘Los ojos fríos del vals’ es una actualización de la estética modernista, tanto en el uso de estructuras como recursos tan singularmente propios de finales del siglo XIX

En la sección central, “Estampas para Odile”, dos personajes, Odile frente a Odette, el cisne negro frente al blanco, se convierten en la formación opuesta y complementaria de la propia identidad, y, a su vez, se corresponden con la realidad y la expresión inefable del lenguaje. Lo vemos en “Dualidad”: “Si el lenguaje tuviera la fuerza suficiente, / os abriríais como flores / después de una tormenta”. Comprobamos en “Infinitud” que, tras la decepción amorosa, el desdoblamiento oxida al ser, donde, de nuevo, asistimos a una nueva recreación del símbolo del espejo: “No soy más que / un intento fallido / de olvidarte”. Por otro lado, el empleo de los poemas-cuentos encuentra aquí su esplendor. Se trata de dos composiciones también complementarias: “Pero quién es realmente Odile” y “Final apócrifo”. Casado reúne un arsenal de recursos literarios, entre los que resaltan las aliteraciones (“Caminamos tantos años sobre las aguas de aquel lago hecho de lágrimas”) y las sinestesias (“Rodeada de voces de colores”). Cabe recordar, a propósito, el gusto del Modernismo por la música, así como esa predilección por la paradoja a final del texto, así en “Billy Wilder”. Aunque a nuestra poeta no le interesa la mera exhibición del lenguaje, sino ponerlo a disposición de la idea.

“Historia de la noche” es un tanteo con la lírica dramática. La división en cuatro actos más el poema final, “Medianoche”; los símbolos empleados en un lugar alejado (el Mundo de la laguna) componen una alegoría, donde la Noche acaba con el amanecer. Antes de que caiga el telón y se den las últimas instrucciones teatrales, vemos la correspondencia de los últimos versos con el poema de título homónimo presente en la anterior sección:

Tiene los ojos fríos como la última canción 
de aquel invierno. 
Hay una vida azul 
más allá de los labios desinflados del Tiempo. 
Hay un mundo secreto 
sobre los arcos de la medianoche.

Qué más puede decirse de este tanteo tan atrevido como meritorio de Marina Casado. Diremos que Los ojos fríos del vals es una actualización de la estética modernista, tanto en el uso de estructuras como recursos tan singularmente propios de finales del siglo XIX; sin embargo, la escritora madrileña no se ha dejado llevar por la forma sino que nos ha dejado magníficas composiciones, ya sean enmarcadas por su imaginación como por conmovedoras correspondencias de gran calado testimonial.

Los ojos fríos del vals, de Marina Casado. BajAmar Editores. Gijón. Asturias, 2022.. COMPRA ONLINE


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JESÚS CÁRDENAS. Poeta,
profesor y crítico literario
 

 

Conmovedoras correspondencias | Sobre "Los ojos fríos del vals"