sábado. 20.04.2024
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Livia nació el treinta de enero del año 59 o 58 a. C., pues no se sabe con seguridad. Era hija de Marco Livio Druso Claudiano y su esposa Aufidia, que pertenecía a la burguesía de la ciudad italiana de Fundi.

01Estatua de Livia Drusila.

Confluyen en Livia Drusila dos de las estirpes más ilustres de la antigua Roma, la Claudia y la Julia. Pertenecía a la familia Claudia, el cual era un linaje muy poderoso que hundía sus raíces en los primeros siglos tras la fundación de Roma.

Heredó la primera, pues era biznieta por línea paterna del respetado censor y general romano Apio Claudio el Ciego, y obtuvo la segunda tras su matrimonio con el primer emperador de Roma, Octavio Augusto.

Livia contrajo matrimonio con Tiberio Claudio Nerón en torno al año 42 a.C., que era primo suyo y descendía de familia patricia. Después de la Guerra Civil que siguió al asesinato de Julio César, Tiberio Claudio Nerón estaba en el bando contrario a Octavio. La familia de Livia sobrevivió a la persecución y se encontró con Octavio Augusto en el año 39 a. C.

Los Claudios demostraron una lamentable falta de acierto a la hora de escoger alianzas en los convulsos tiempos que les tocó vivir. El padre de Livia se puso del lado de los asesinos de César, lo que le llevó al suicidio cuando éstos fueron derrotados en la batalla de Filipos.

Cuando era una jovencita de apenas quince años allá por el año 43 a. C., Livia fue entregada por su padre en matrimonio a su primo Tiberio Claudio Nerón.  Éste luchó en el año 40 a. C. en la guerra de Perugia contra Octavio.  Livia tuvo que huir con su marido.

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Esta derrota les terminó llevando al exilio de Roma, a perder todas sus propiedades, y a buscar refugio en Sicilia, moviéndose de noche y escondiéndose en los bosques para no ser detectados. Cuando Octavio, en una de sus hábiles jugadas, decretó una amnistía para los rebeldes, Livia acompañó a su marido de vuelta a Roma.

Octavio era el miembro más débil del triunvirato formado tras el asesinato de Julio César. Octavio había sido un hijo adoptado por el asesinado dictador, sin embargo, logró ir jugando sus cartas no sólo para conseguir eliminar a Lépido y Marco Antonio, los otros dos triunviros, sino que el Senado y el pueblo de Roma le fueran cediendo paulatinamente poder hasta convertirlo, en el 27 a.C., en emperador.

Octavio conoció a Livia en el año 38 a. C. Su belleza enamoró rápidamente al futuro emperador. Livia pasaba por ser una de las mujeres más bellas de su tiempo, y se casaron un día después de que sus divorcios fueran anunciados.

Octavio iniciaba un proceso de consulta al colegio de pontífices sobre la posibilidad de casarse con Livia No dudó Octavio en deshacer su matrimonio y el de Livia también.  Octavio estaba casado en ese momento con Escribonia, que era unos cuantos años mayor que él y de carácter difícil. Con ella tuvo a su única hija, Julia y esperó a que su mujer diera a luz para casarse con Livia.

Livia ya tenía un hijo, que será el futuro emperador Tiberio, y estaba embarazada de su segundo hijo, Druso el Mayor. El veintiocho de enero se casaban Octavio Augusto y Livia.

Su marido fue obligado a divorciarse y entregar a Livia a Octavio.  No hace falta decir que el esposo de ésta no tuvo reparo en divorciarse, e incluso entregarla en la boda a su nuevo marido, en lo que supuso el perdón definitivo de sus pecados políticos.

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Cuando Livia se casó con Octavio Augusto estaba embarazada de seis meses de un segundo hijo, Nerón Claudio Drus, a los que Octavio Augusto adoptó. La muerte de este último, favorito de Augusto, abrió el camino a la sucesión por parte de Tiberio.

La importancia del papel de los Claudios en la política de Octavio Augusto y la supervivencia política de Tiberio Claudio Nerón parecen las explicaciones más racionales para esta tempestuosa unión.

Como emperador y emperatriz consorte, Augusto y Livia iniciaron una vida de mutuo respeto en el que llevaron con eficacia sus asuntos personales y compartieron las cuestiones políticas. No en vano, Livia fue uno de los consejeros más fieles de su augusto marido y se convirtió en modelo de matrona romana.

A pesar de su riqueza y de su poder, Octavio Augusto y su familia siguieron viviendo modestamente en su casa del Palatino. Livia fue el paradigma de la matrona romana. Nunca llevó excesiva joyería ni vestidos pretenciosos, se ocupó de las labores domésticas y de su esposo y en ocasiones tejiendo ella misma sus ropas. Intervino activamente en política, siendo considerada la mano derecha del emperador Octavio Augusto.

Octavio Augusto permitió a Livia administrar sus propias finanzas en el año 35 a. C. y le dedicó una estatua pública. Livia tuvo su propio círculo de clientes y colocó a muchos de sus protegidos en puestos oficiales, incluyendo al abuelo de Otón y al mismo Galba.

Al no tener hijos en común y tras la muerte de su primer marido, Livia acogió en su casa a sus hijos, Tiberio y Druso, mientras Augusto era nombrado su tutor legal. Livia desempeñó un papel vital en la formación de sus hijos Tiberio y Druso el Mayor.

Sería interesante conocer el papel Livia en el divorcio de Tiberio y Vipsania en el año 12 a. C., debido a la insistencia de Octavio Augusto. En su afán por consolidar la sucesión de Augusto en la persona de su hijo Tiberio, Livia había obligado a su hijo años atrás a divorciarse de su amada esposa Vipsania Agripina para casarse con Julia, hija de Octavio Augusto y Escribonia, algo que Tiberio nunca le perdonaría.

No se sabe si fue neutral o meramente pasiva, o si ella intervino activamente en este proceso, actos por los que Tiberio pudo guardarle rencor a su madre, ya que él se vio obligado a abandonar a la mujer que amaba por consideraciones dinásticas.

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El hecho de que el matrimonio durara cincuenta y dos años, hasta la muerte de Augusto, y que éste no la repudiara por no tener ningún hijo con él, que era la causa más que habitual por entonces para el divorcio, parece demostrar que fue efectivamente un enlace por amor.

Eso no quiere decir que no tuviera un inmediato rédito político pues Livia servía para enlazar a las dos familias más poderosas de Roma, la Julia a la que pertenecía el joven Octavio y la Claudia que era su familia.

Livia se benefició de la protección recibida por su cuñada Octavia, ex esposa de Marco Antonio, quien fue declarada tribúnica sanctissima, o mujer intocable para protegerla de su ex marido. Este honor, dado a una mujer de manera excepcional en la historia de Roma, no podía dejar a un lado a la esposa de Octavio.

Livia también recibió ese título que no sólo la protegía legalmente de cualquier ataque sino que le daba total libertad para gestionar y disponer de sus propiedades riquezas.

En una sociedad en la que la mujer nunca perdía la minoría de edad legal frente a su padre, algo que ni siquiera cambiaba con el matrimonio, Livia demostró desde muy pronto una gran capacidad para sobrevivir políticamente y luego ejercer el poder en la sombra.

Livia Drusila se convirtió en esposa, madre, abuela y bisabuela de emperadores.  Tuvo que ver con Octavio Augusto, Tiberio, Calígula y Claudio todos ellos emperadores.

Livia supo interpretar el papel perfectamente, convirtiéndose en el símbolo de la matrona romana, virtuosa, humilde y fuerte, a la par que ejercía de influyente consejera en la sombra de su marido. La oposición perfecta a la libertina Cleopatra, la amante de Marco Antonio, el odiado rival.

Después del suicidio de Marco Antonio tras la batalla de Accio en el año 31 a. C., no encontró más oposición a su poder. Roma se volcó con el vencedor. Livia obtuvo las mayores distinciones, su figura se perpetuó en numerosas estatuas y prestó su rostro a las imágenes de diversas diosas.

Finalmente, y siempre con Livia a su lado, fue nombrado emperador de Roma con el título de “Caesar Augustus”. Juntos establecieron el modelo de pareja romana.

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La villa de Livia Drusila

Livia representaba a la perfección la tradición patricia, clase social dominante que defendía la legislación augusta enfocada a recuperar la antigua moral republicana. Ejerció de primera dama mostrándose en público como arquetipo de buena esposa y ejemplo de conducta femenina. Quería promover una moralidad estricta. Y lo consiguió.

Adquirió una gran reputación de integridad y fue honrada por todo el Imperio. Se ganó el afecto del pueblo. Algunas parejas de Egipto firmaban sus contratos matrimoniales ante estatuas de la emperatriz, que incluso servían de imagen de culto.

Paralelo a este puritanismo, su actividad política en la corte y poder de decisión, la convirtieron en la mujer más influyente de Roma. Fue la gran confidente del emperador. Él inició la práctica de discutir cuestiones de Estado con ella, que luego compilaba por escrito y debatía en el Senado.

Livia adquirió un estatus equivalente al de “amicus principis”, figura a la que el emperador solía pedir consejo. Pasó a controlar las finanzas del Imperio, que utilizó patrocinando diversos proyectos, como la creación de templos y la restauración de los antiguos.

Cuando enviudó, su amor por Augusto se convirtió en devoción. Livia se erigió como la sacerdotisa de su culto. Este título le permitió ir acompañada por un lictor, oficial encargado de anunciar la llegada de los magistrados más importantes, privilegio reservado a las vírgenes vestales.

Posteriormente, tuvo el honor de sentarse junto a éstas en los juegos públicos. Se proclamó ella misma hija del dios Augusto, por lo que recibió el venerable tratamiento de Augusta y pasó a llamarse Julia Augusta.

Tras el fallecimiento de su joven hijo Druso a consecuencia de la caída de un caballo, muerte por la que Augusto se sintió muy afectado, parece que Livia hizo todo lo posible para conseguir que su otro hijo, Tiberio, se hiciera con la sucesión al poder.

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A la muerte de su esposo, Livia logró que Tiberio, su hijo mayor, fuese investido emperador, tras las sospechosas muertes de otros miembros de la familia imperial.

PERSONALIDAD

Livia gozó siempre de la popularidad del pueblo romano. Para ser más que la mujer bonita, como se describe en los textos antiguos, Livia se sirve de la imagen pública de la idealización de las cualidades femeninas romanas, una figura maternal, y, finalmente, una diosa como la representación que alude a su virtud.

Livia simboliza el poder en la renovación de la República con las mujeres y virtudes que muestra en público, tuvo un efecto espectacular en la representación visual del futuro imperial de la mujer como ideal de honorables madre y esposa romana, aunque después ha sido sospechosa del envenenamiento de muchos de estos personajes, entre ellos del de su hijastra Julia.

Hubo rumores contados por Dión Casio, sobre que Marcelo, que era sobrino de Octavio Augusto, que murió en el año 23 a. C., no fue por muerte natural, y que detrás de esto se encontraba Livia.

Uno por uno, todos los hijos de Julia y Marco Vipsanio Agripa habían muerto prematuramente. Además de Marcelo también murieron, Lucio y Cayo, a quienes Octavio Augusto había adoptado como hijos, con la intención de que fueran sus sucesores.

07Livia siempre complació a su marido en todos los detalles, ignoró a sus amantes, se comportó como una excelente matrona romana, y nunca disputó con Octavio Augusto excepto por la sucesión que ella quería asegurar a sus hijos, y Octavio Augusto prefería miembros de su propia familia.

El menor de los hijos de Julia y Marco, Agripa Póstumo, a quien Augusto había adoptado como hijo, también fue encarcelado por conspiración y finalmente muerto. Tanto Tácito como Dión Casio mencionan en sus obras estos rumores, pero Suetonio no hace mención de los mismos, ni hay pruebas suficientes para darlos por válidos.

Las muertes de algunos posibles sucesores habían despertado sospechas y fue acusada de estas muertes. Los historiadores no están plenamente de acuerdo con los hechos, pero algunos incluso le acusan de la muerte de Octavio Augusto en el año 14 d. C.

Sólo cuando se acercó el final de Octavio Augusto, en el año 14 d.C., el relato de los historiadores se enturbia. Varios la acusan de allanar el camino al imperio a su hijo Tiberio utilizando incluso el veneno para eliminar a los rivales de la dinastía Julia.

LIVIA COMO VIUDA

En agosto del año 14 d.C. Octavio Augusto moría en presencia de Tiberio, su hijo adoptivo, quien automáticamente fue nombrado emperador. Como emperatriz madre y viuda de Augusto, Livia inició una vida relativamente tranquila dirigiendo sus propiedades en varias partes del imperio.

Su patrimonio comprendía varias ciudades de Judea, propiedades en Egipto con viñedos, pantanos con papiros, huertos y granados, una propiedad en Asia Menor, además de la villa de Prima Porta donde ella misma cultivaba el laurel con la que los emperadores realizaban sus coronas.

08Controlaba además otras actividades comerciales como era una fábrica de ladrillos en Campania, una mina en la Galia, inmuebles para alquilar en Roma y una gran reserva en dinero líquido.

A la muerte de Augusto, su testamento indicaba que Livia había sido adoptada en la gens Julia y entonces adoptó el nombre de “Júlia Augusta” y Tiberio será su sucesor como emperador.

Durante un tiempo, todos los documentos públicos llevaron las firmas del emperador Tiberio y de Livia Drusila, y excepto por algunas cosas como las comparecencias en el Senado, en las asambleas y en el ejército, para todo lo demás actuó como soberana. El Senado le confirió varios honores.

El emperador Tiberio era consciente del gran carisma que tenía su madre Livia Drusila y fue apartándola progresivamente del poder. Esto provocó fuertes desavenencias entre ambos. No la visitó ni una sola vez durante su último año de vida, pero aún así seguía teniendo una enorme influencia.

Tras las rivalidades imperiales ocasionadas por la sucesión, Tiberio se convirtió en el segundo emperador. Las relaciones entre madre e hijo nunca habían sido buenas y empeoraron desde la coronación del joven.

Se piensa que estas desavenencias venían provocadas por la incesante demanda de Livia para compartir el poder. Parece ser que era tal su grado de autoridad, que en los últimos años de su vida Tiberio decidió vivir retirado en Campania. Quería escapar a la dominación de su madre.

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Tácito en su libro Anales decía “Mientras vivió Augusta quedaba todavía un refugio (para la prudencia), porque Tiberio tenía un respeto inveterado a su madre y ni siquiera Sejano osaba anteponerse a su autoridad”.

Finalmente, Tiberio le ordenó retirarse de los asuntos públicos, pero todavía siguió ejerciendo influencia sobre el emperador, hasta el punto de que éste decidió trasladar su residencia lejos de Roma, y se estableció en la isla de Capri y durante tres años sólo habló con ella un par de veces, y todavía rehusó ir a verla cuando ya estaba en la cama de muerte.

Sea como fuere, cuando ella murió en el 29 d. C., Tiberio se negó a ejecutar su testamento, algo que sólo haría su bisnieto Calígula. Fue el emperador Claudio, su nieto, el que la divinizó. Modelo de virtud o serpiente venenosa.  No parece que para sus contemporáneos hubiera un término medio a la hora de describir a la mujer más poderosa de Roma.

LA MUERTE DE LIVIA

Murió en el año 29 d. C. Su hijo el emperador Tiberio no asistió al funeral pues se había refugiado en la isla de Capri y rehusó su consagración, propuesta por el Senado, con la excusa de que ella misma no lo hubiera querido.

10Tácito en sus Anales describe así sus funerales “En el consulado de Rubelio y Fufio, Julia Augusta encontró la muerte a una edad muy avanzada. De una moralidad a la manera antigua, amable incluso más allá de lo que se consideraba propio en las mujeres de antaño, madre dominante, esposa complaciente, bien acomodada tanto a las artes de su marido como a la simulación de su hijo. Su funeral fue modesto y su testamento quedó largo tiempo incumplido. Su elogio lo pronunció ante la Rostra su biznieto Calígula, el que más adelante alcanzó el poder universal”.

Continúa Tácito contando el funeral “Tiberio se excusó por carta de haber faltado a las supremas honras de su madre, sin cambiar en nada su ameno modo de vida, con el pretexto de importantes ocupaciones; además los honores a su memoria generosamente acordados por el Senado, los atenuó aparentando modestia, aceptando sólo unos pocos y añadiendo que no se le decretara un culto divino, puesto que así lo había querido ella misma. Incluso en esa misma carta increpó las amistades mujeriles, censurando indirectamente al cónsul Fufio, pues había gozado éste de especial aprecio de Augusta”.

El Senado ordenó a las mujeres mantener el duelo durante un año y no tardó en reconocer los actos de bondad y generosidad de Livia hacia el pueblo romano, pese a la oposición de Tiberio. Entre algunos de los honores que votó destaca el de designarla Madre de la Patria, título que en vida de Augusto ya recibía, pero no de forma oficial.

También mandó construir un arco en su memoria, hecho que no tenía precedentes para una mujer, pero el proyecto no se llevó a cabo. Tampoco salió adelante la propuesta del Senado de concederle culto divino, de nuevo ante la negativa de Tiberio.

El reconocimiento oficial de su divinidad vino de la mano de su nieto el emperador Claudio. Tal vez debiera haber sido la primera mujer en recibir esta distinción, pero su biznieto Calígula, preso de su demencia, la reservó para su hermana.

11No sería hasta el año 41 d. C. cuando su nieto el emperador Claudio la reivindicaría con todos sus honores y se completaría su deificación, proclamándola la Divina Augusta”, recibiendo como símbolo un carro tirado por elefantes, para transmitir su imagen en todos los juegos públicos.

Su divinización suponía un refuerzo al simbolismo de la familia imperial romana, haciéndola modelo virtuosa de matrona y al mismo tiempo, junto con la divinización de su marido, implicaba dar también carácter divino a sus descendientes de la dinastía Julia-Claudia.

Se elevó una estatua en su honor en el templo de Augusto, junto con su marido y se celebraron carreras en su honor. Las mujeres romanas invocaban su nombre en sus juramentos sagrados. También tuvo su propio templo dedicado en la ciudad ática de Ramnunte.

Su divinización suponía un refuerzo al simbolismo de la familia imperial romana, haciéndola modelo virtuosa de matrona y al mismo tiempo, junto con la divinización de su marido, implicaba dar también carácter divino a sus descendientes de la dinastía Julia-Claudia.

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Villa de Livia Drusila

Fue abuela de Germánico y Claudio, bisabuela de Calígula y Agripina la Menor y tatarabuela de Nerón. Sobrevivió a su segundo hijo Nerón Claudio Druso y a sus nietos, Germánico hijo de Druso el Mayor y a su primo Druso el Menor hijo de Tiberio.

LOS HISTORIADORES ROMANOS Y LIVIA

Horacio poeta romano, amigo de Octavio Augusto, la presenta como “una mujer que se regocijaba con tan solo un marido” y destaca su virtuosismo.

Dion Casio, historiador griego, resalta su filantropía, argumentando que ayudaba económicamente a hombres y mujeres de todas las clases sociales.

Cayo Suetonio, historiador romano, en su Vida de los doce césares la acusa de complacencia hacia las infidelidades de Augusto e incluso de proporcionarle ella misma jóvenes vírgenes.

Tácito, historiador romano. Fue su máximo detractor. Asegura que Livia estuvo detrás de las muertes de aquellos familiares que aspiraban al poder y hacían sombra a su hijo Tiberio. Nunca tuvo buenas palabras para ningún miembro de la dinastía Julio-Claudia, y menos para Livia, a la que consideraba el mal en persona.

LIVIA EN LA LITERATURA

Diversos historiadores y poetas latinos escribieron sobre Livia, y su figura adquirió una imagen muy contradictoria a partir de sus manifestaciones. Sus defensores elogiaron sus numerosas virtudes, mientras que sus detractores la acusaban de las vilezas más extraordinarias.

En la novela de Robert Graves “Yo, Claudia”, Livia es uno de los personajes principales. A lo largo de la novela es mostrada como un personaje malvado, frío y calculador que recurre a todo tipo de estratagemas para alcanzar sus objetivos, que se resumen en conseguir que su hijo Tiberio suceda a Octavio Augusto como emperador.

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La Villa de Livia Drusila

El narrador de la historia, Claudio, la incrimina por múltiples asesinatos, la mayoría de ellos por envenenamiento, entre los que se encontraría el del propio Octavio Augusto.

Las sospechas del narrador se confirman cuando se lo confiesa poco antes de morir, cuando alegó que existía una necesidad de los mismos para evitar que Roma entrase de nuevo en una guerra civil, y le pide a Claudio que la proclame diosa para librarse de las torturas del infierno.

Enrique Serrano en su novela “La diosa mortal” se muestra una faceta más humana y mucho menos cruel de Livia. Como bien la define el autor, Livia fue una matrona romana, esposa, gobernante, madre, emperatriz y diosa, mortal pero de realizaciones inmortales.

Juan Luis Posadas la define como la mujer más influyente, interesante, ambiciosa y a la vez respetable de toda la historia romana.

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Casa de Octavio Augusto y Livia en el Palatinado


BIBLIOGRAFÍA
Barrett, Antonhy A. “Livia. Primera dama de la Roma Imperial”.  2004. Espasa Calpe.
Guy De La Bédovére. “Domina. Las mujeres que construyeron la Roma Imperial”.
Phyllis T. Smith. “Yo Livia”.                                                
Posadas, Juan Luis. “Emperatrices y princesas de Roma”. Serrano, Enrique. “La diosa mortal”. 2014. Seix Barral. Biblioteca Breve.


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