domingo. 16.06.2024

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El republicanismo era ya una fuerza política en los comienzos de la Restauración. El republicanismo tuvo un efecto revitalizador. En el cambio de siglo, algunos importantes intelectuales se vincularon con el movimiento republicano, los más significados fueron Joaquín Costa y Benito Pérez Galdós, mientras que en los núcleos urbanos las votaciones fueron importantes para el republicanismo, hasta dar la sensación de poner en cuestión el sistema monárquico actual.

Estas esperanzas republicanas acabarían frustrándose después de la I Guerra Mundial. El republicanismo se encasilló en posiciones arcaicas y fuera de lugar en ese momento histórico. Sin embargo, el sistema político de la Restauración no perdió su capacidad de atracción sobre los dirigentes republicanos.

A finales del siglo XIX el republicanismo fue descrito por Pérez Galdós como una reedición de la Torre de Babel. No se trataba de que hubiera tendencias distintas sino que, se trataban de ideologías distintas, mínimamente coincidentes y que incluso parecían más distintas entre sí que algunas de las restantes fuerzas políticas.

Alejandro Lerroux
Alejandro Lerroux

En la izquierda del republicanismo, el partido federal gozaba de la reputación intelectual de Pi y Margall y de una indudable sintonía con el movimiento obrero, en especial con el movimiento anarquista.

En el centro político del republicanismo nos encontramos con Ruiz Zorrilla, cuyo componente revolucionario derivaba en la confianza de los pronunciamientos militares para derrocar a la monarquía.

El desastre del año 1898 tuvo el efecto de provocar entre los republicanos la conciencia de la necesidad de unirse. En ese año se inició por parte de los sectores moderados un intento de concentración democrática republicana, que, aunque tuvo unos inicios poco brillantes habría de resultar con el paso del tiempo, el organismo unitario más importante de todo el periodo.

En marzo del año 1900, la concentración acabó por convertirse en la Unión Nacional Republicana. Con esta fórmula, el republicanismo obtuvo unos excelentes resultados electorales en los años 1901 y 1903, llegando en este último año a conseguir 36 diputados sobre todo en las grandes ciudades.

En el año 1905, los sectores más izquierdistas reprocharon actitudes dictatoriales y personalistas, mientras que los federalistas permanecieron al margen de cualquier colaboración con los restantes grupos.

Manifestación de Barcelona de mayo de 1906
Manifestación de Barcelona de mayo de 1906

A partir del año 1906, la aparición con potencia del nacionalismo jugó un papel decisivo en la vida del republicanismo, que podía haber sido un elemento de aumentar su clientela electoral fue al contrario un elemento más de desunión.

Hay que tener en cuenta que no sólo el federalismo era uno de los componentes ideológicos decisivos de uno de los sectores del republicanismo, sino que en el pasado había sido un elemento de desunión en plena I República y que en regiones como Cataluña, en las que se planteaban cuestiones nacionalistas, donde el republicanismo obtenía los mejores resultados.

Desde el año 1905, el federalismo catalán sólidamente consolidado en Barcelona y Gerona, llevó en la práctica una vida independiente y tres años después celebró la organización nacional su última asamblea, elaborando un programa avanzado en lo social que en realidad no llegó a tener ninguna efectividad.

Tuvo un impacto muy importante en el federalismo los movimientos nacionalistas y regionalistas, esto también afectó al resto de formas republicanas. A comienzos del año 1906, la Solidaridad Catalana agrupó en una protesta general en toda Cataluña a republicanos de esta región hasta la extrema derecha.

Quien resultó beneficiado de esta alianza fue el catalanismo, mientras que en las filas republicanas enseguida surgieron protestas entre los sectores izquierdistas y en los republicanos unitarios.

El resultado de las elecciones del año 1907 fue bueno, pero pronto se demostró que los mismos diputados electos en las listas de Solidaridad Catalana eran poco menos que incompatibles entre sí.

Pío Baroja
Pío Baroja

A mediados de la primera década del siglo XX, el republicanismo se había convertido en un mosaico no ya de grupos políticos, sino de actitudes y concepciones de la vida, tuvo el inconveniente de condenarles a un camino de perplejidades que condujo a su esterilidad política.

Existía un republicanismo urbano que propuso como solución para la España de esta época una democracia liberal interclasista y reformista en lo social, que con el paso del tiempo acabó por aceptar la realidad del encasillado de la Restauración y provocó su división y su corrupción.

La fórmula más característica del republicanismo en el cambio de siglo fue una actitud exaltada, protagonizada por sus líderes recurrentemente revolucionaria, con un contenido claramente anticlerical propiciador de un cambio social pero aun así con una gran atracción a la clase obrera.

El prototipo de este género de republicanismo fue Alejandro Lerroux, que fue durante muchos años un factor imprescindible en la política barcelonesa. Procedía de una familia de clase media baja. Su formación fue más bien escasa. Baroja decía de Lerroux que no había leído nada serio.

Su fama de revolucionario en estos años del cambio de siglo no era ficticia. Había tenido que exiliarse ya en el año 1895, permaneció nueve meses en la cárcel entre los años 1898 y 1899 y ya en estos años había tenido una treintena de procesos.

Su populismo se basaba en afirmaciones como la que dice “hay hombres que trabajaban y no comen y hombres que comen y no trabajan”. Decía que la propiedad era un robo, pero solo hacia estas afirmaciones después de haber presenciado un desahucio.

Caricatura de Blasco Ibáñez en la revista Don Quijote del año 1902
Caricatura de Blasco Ibáñez en
la revista Don Quijote del año 1902

La otra cara de la moneda es que Lerroux se encontró un republicanismo barcelonés dividido en capillas, no organizado como partido, ni responsable ante el elector, y supo dotarle de organización, método y programa.

Su partido no fue de la clase trabajadora exclusivamente, pero sí estuvo sólidamente en ella. Un tercio de las sociedades que se agruparon en Solidaridad Obrera eran de su partido, que sólo en el año 1908 se denominó radical. Lerroux decía que para algunos republicanos era anarquista, mientras que éstos le seguían reputando republicano.

Nunca dejó de apoyarse en las masas. En su mejor momento el partido llegó a tener más de nueve mil afiliados y a sus reuniones, entre fiesta y mitin, asistían entre sesenta y setenta mil personas. El lerrouxismo rentabilizó su anticlericalismo entre la sociedad urbana pero nunca lo pudo controlar.

En la Semana Trágica de Barcelona. Los jóvenes dirigentes radicales participaron en ella pero nunca fueron un factor determinante. Con el tiempo el lerrouxismo se hizo demagógicamente españolista.

El republicanismo de izquierdas vinculado al escritor Vicente Blasco Ibáñez en Valencia, tuvo muchos puntos de contacto con el lerrouxismo barcelonés. Tenía un órgano de prensa muy popular y una relación estrecha con las sociedades obreras, que luego se independizaron, pero con las que coincidían en un reformismo social que no tenía otras posibilidades. Se constituyó en un movimiento modernizador.

Pablo Iglesias
Pablo Iglesias

El auge político del blasquismo se produjo entre los años 1899 y 1911, coincidiendo con el predominio lerrouxista en Barcelona. El blasquismo lograba su principal apoyo en los medios semirrurales del entorno de la ciudad de Valencia, pero llegó a tener un apoyo importante de la burguesía de la capital. Sus enemigos no fueron de tipo regionalista, sino los católicos y los seguidores de Soriano, cuyas diferencias con Blasco Ibáñez era puramente personalistas.

Aunque el blasquismo coincide en muchos puntos con el lerrouxismo es posiblemente más anticlerical, llegándose a crear impuestos sobre el toque de campanas o a subvencionar el carnaval, considerado como un ataque clerical.

A comienzos de la segunda década del siglo XX, el apogeo de la cuestión clerical y las tensiones provocaron un nuevo auge del republicanismo, aunque de nuevo habría de resultar efímero, beneficiando sobre todo a otro grupo político como eran los socialistas.

La iniciativa del grupo parlamentario republicano surgió la conjunción republicano-socialista que consiguió la elección del sociales Pablo Iglesias por Madrid en el año1910, pero que no sólo mantuvo al margen a los radicales, sino que tampoco llegó a elaborar un programa conjunto en materias como la cuestión social o la regional. Esta conjunción republicano-socialista llevó una vida pobre, hasta que en vísperas de la I Guerra Mundial prácticamente desapareció.

Ortega y Gasset
Ortega y Gasset

Surge otro grupo político de características muy diferentes al lerrouxismo o al blasquismo y que tuvo tras de sí a los sectores profesionales e intelectuales más valiosos del republicanismo español.

El surgimiento de este nuevo movimiento se remonta al año 1909 debido a la actuación del gobierno de Maura en la Semana Trágica. Hubo un sector del republicanismo, al que pronto se clasifico como gubernamental, pues parecía estar dispuesto a colaborar con Moret y su acercamiento al sistema de la Restauración.

Melquiades Álvarez declaró no tener nada en contra de una monarquía capaz de comportarse como lo hacían la de Bélgica, Italia o Gran Bretaña., e incluso añadió que en España los monarcas a veces resultaban más progresistas que el pueblo, lo que viene a demostrar su poca consistencia intelectual.

A pesar de todas las dificultades y contradicciones iniciales, el partido republicano despertó un gran interés en los medios intelectuales, desde Ortega y Gasset a Azaña, pasando por Pérez de Ayala, los hombres de la generación intelectual del año 1914 que se sintieron vinculados a esta empresa, la primera de carácter político en la que colaboraron con decisión.

Manuel Azaña
Manuel Azaña

No puede extrañar que lo hicieran puesto que el programa de los reformistas era muy semejante al del liberalismo radical inglés, que ofrecía soberanía del poder civil, secularización del Estado y reforma social.

Frente a la improvisación habitual de los medios republicanos entre los que era frecuente encontrar periodistas que eran incapaces de hacer un programa un programa político coherente con el republicanismo.

Los reformistas quedaron muy por debajo de sus expectativas para llegar a ser un elemento de primera importancia dentro de la clase política española. Tan solo consiguieron once diputados y dos senadores.

En las elecciones del año 1916 solo fueron elegidos catorce diputados, pues los republicanos habían disminuido mucho, tanto en cifras globales como sumando a los dos grupos.

Pérez de Ayala
Pérez de Ayala

El reformismo había demostrado que si el régimen de la Restauración tenía para domesticar a los demagogos por el procedimiento de la corrupción, para los posibilistas disponía de otros motivos de atracción.

A la altura del año 1914 la altura del año 1914, las posibilidades de los republicanos que parecían importantes en los inicios del siglo, se habían ido desvaneciendo. Todavía lo harían más con posterioridad a la Iª Guerra Mundial

El republicanismo en los inicios del siglo XX