viernes. 19.04.2024
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Luis Calandre Ibáñez (Foto: drcalandre.blogspot.com)

El médico Luis Calandre Ibáñez (Cartagena 1890-Madrid 1961), es una figura paradigmática de cómo la dictadura franquista condenó al ostracismo a muchos profesionales de enorme valor por su contribución científica y social durante el primer tercio del siglo XX. Y también lo es de cómo la conquistada democracia española aún no ha reconocido el valor de una parte de ellos.

En el paso del siglo XIX al XX se dio en toda Europa una multiplicada actividad científica que cambió el panorama, pasando del liderazgo francés (alcanzado tras la Revolución Francesa con la École de Médecine de Paris) al alemán. Simultáneamente, las presiones sociales de cambio que despertó la Revolución Industrial acabaron en una confrontación bélica mundial. Los parlamentos iban preparando a la opinión pública con la aprobación de los “presupuestos de guerra”, quedando contra esa dinámica los pocos pacifistas (Betrand Russell) y la fracción comunista de la socialdemocracia. En esa coyuntura Berlín se situó en el centro de la investigación científica así como de la polémica social.

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Retrato de Luis Calandre Ibáñez

Mientras tanto, España dedicó el siglo XIX a la difícil superación de las consecuencias negativas del ominoso reinado de Fernando VII, y a la asimilación de las nuevas condiciones que la Revolución Industrial deparaba. La concesión a Santiago Ramón y Cajal (junto a Camilo Golgi) del premio Nobel de Medicina en 1906, favoreció la ambiciosa tarea encomendada a la recién creada, ese año, Junta para la Ampliación de Estudios (JAE). La JAE adquirió más y más compromisos con la institucionalización de la actividad científica y cultural, llegando, en la Segunda República, a lo que se ha denominado, “la Edad de Plata de la Ciencia española”.

Luis Calandre Ibáñez, es una figura paradigmática de cómo la dictadura franquista condenó al ostracismo a muchos profesionales de enorme valor por su contribución científica y social

Calandre pide ayuda económica a la JAE para estudiar medicina en Madrid. Asiste desde 1906 a las clases, entre otros, de Ramón y Cajal, Achúcarro, Madinaveitia, o Amalio Gimeno (también de Cartagena e impulsor de la JAE). El contacto con la clínica de Madinaveitia le permite conectar a su vez con profesionales de prestigio como Baudilio López Durán, Sandoval, Marañón, Rodríguez Lafora, Urrutia y otros.

Calandre estuvo trabajando desde mediados de la carrera en el laboratorio de la JAE con Achúcarro (discípulo a su vez de Simarro y de Cajal) y a través de él entró en contacto con la Institución Libre de Enseñanza (ILE) y con Jiménez Fraud, con el que trabó una profunda amistad.

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Revista Clínica de Madrid

Ante las dificultades económicas que pasa su familia, en 1910 solicitó Calandre una pensión a la JAE para estudiar en Berlín, entregando como mérito un trabajo sobre cardiología publicado (con P. Carrión) en la Revista Clínica de Madrid, con el título Pulso bis feriens[1]. Aunque no se le concedió la pensión solicitada se le compensó con una beca de 225 ptas. mensuales en la recién creada Residencia de Estudiantes, donde impartió clases de Histología y Anatomía Patológica. Estaba al servicio de Nicolas Achúcarro del que era discípulo y admirador. Al año siguiente, en 1911, solicita otra vez la ayuda y esta vez se la conceden.

La estancia en Berlín fue muy bien aprovechada por Calandre. Desde el punto de vista científico Nicolai le recomendó trabajar con Carl Benda en la Charité, estudiando los cambios del ECG en relación con los de frecuencia del pulso. Asistió a las clases de Rübner sobre fisiología y a las de Kraus y Nicolai sobre fisiopatología del corazón. Al acabar el semestre se traslada a Friburgo donde trabaja en la clínica y laboratorio de Oskar de la Camp, discípulo de Aschoff. Fruto del trabajo de Calandre en Alemania son los artículos que remite a la JAE como justificación de la pensión.[2]

Pide la renovación de la pensión para seguir en Alemania y el Informe que le hace Achúcarro muestra el aprecio que le profesa. No va a Alemania por el clima de guerra que se vive allí. No obstante, consigue en 1917 que un submarino le traiga un Electrocardiógrafo que había adquirido. La confrontación política alcanzaba niveles de gran tensión como muestran las biografías de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Una vez que decide quedarse en España despliega una actividad extraordinaria asumiendo responsabilidades en múltiples ámbitos. Así, podemos mencionar la enseñanza en la Residencia de Estudiantes, la Vocalía en la Comisión de dicho Instituto, el ejercicio como médico de la Residencia de Estudiantes, o la dirección del Laboratorio de Anatomía Microscópica de la Residencia.

Una vez que decide quedarse en España despliega una actividad extraordinaria asumiendo responsabilidades en múltiples ámbitos

Se casa en 1916 con Francisca Díaz de la Cebosa, compañera de excusiones de la ILE, y tiene cuatro hijos. Trabaja así mismo en la clínica del Dr Madinavetia, del Hospital Provincial de Madrid. Funda con Gustavo Pittaluga la revista Archivos de Cardiología y Hematología en 1920. Se le nombra miembro Correspondiente de la Real Academia de Medicina de Madrid, etc.

La JAE le nombra en 1919 encargado del Servicio de Inspección y Asistencia Médica Escolar en el Instituto Escuela, un proyecto innovador de la JAE con cuyos métodos pedagógicos se identifica. Estas experiencias sociales y pedagógicas las refleja en artículos remitidos al periódico El Sol. En 1920 publica su primer libro, Anatomía y Fisiología clínicas del corazón que se convierte en libro de texto para los estudiantes. El mismo año es designado miembro correspondiente de la Real Academia de Medicina de Madrid a propuesta de Ramón y Cajal, Goyanes y Pittaluga. En 1921 se multiplica la actividad de Luis Calandre con cursos y conferencias sobre cardiología. En 1927 en reconocimiento por su trabajo se le dio la categoría de Médico de Número del Hospital de la Cruz Roja, de la que llegaría a ser Vicepresidente de su Comité Central, y en 1928 es nombrado vocal del Instituto Escuela. En 1931 es también vocal del recién fundado Patronato para el gobierno de los Asilos de San Juan y Santa María del Pardo y poco después representante del Ministerio de Instrucción Pública en el Patronato Nacional de los mismos Asilos y vocal de Consejo de Administración de los Bienes Patrimoniales de la República. También destaca su trabajo como miembro del Patronato de las Hurdes dotando de fuentes de agua potable a sus poblaciones. Impulsó así mismo las Misiones Pedagógicas y la creación de nuevas escuelas.

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Calandre, Luis. Enfermos del corazón reales e imaginarios. Madrid: Cénit; 1934

Su prestigio profesional y social crece continuamente y como resultado de ello es solicitado para nuevos compromisos. Por ejemplo a la muerte de Novoa Santos en 1933 es invitado a formar parte del Consejo de Redacción de la revista Anales de Medicina Interna a propuesta de Marañón. En 1934 publica su libro El antiguo Palacio del Pardo y otro libro, Enfermos del corazón reales e imaginarios en la editorial Cenit, del PCE. También se hace socio de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, coincidiendo con múltiples personalidades.[3] Refleja esta Asociación, similar a las que se crean en otros países occidentales, la imagen positiva de la Revolución antes de la actuación nefasta y criminal de Stalin. Mejoró la situación de los hospitales de la Cruz Roja, incluyendo los de Cartagena, ayudado por el doctor cartagenero Casimiro Bonmatí. Protestó por la actuación de la Guardia Civil en los sucesos de la Revolución de Asturias, dimitiendo de sus cargos.

La llegada de la II República aumentó su dimensión social implicándose en las mejoras sanitarias (…) Hay que destacar el tratamiento que ofreció ante una epidemia de paludismo que afectó a 1.490 personas

La llegada de la II República aumentó su dimensión social implicándose en las mejoras sanitarias. Ello le obliga a presentar su dimisión como Director del Laboratorio de Anatomía Microscópica después de veinte años de docencia. Fruto de su afán por mejorar las condiciones de desarrollo de las diferentes actividades en las que participa durante la etapa republicana son las propuestas de funcionamiento alternativo para la formación de personal de enfermería, y para la mejora de la red hospitalaria española, o el recomendar un acercamiento global y holístico al estudiar la enfermedad no sólo como como acontecimiento biológico sino además social.

La experiencia de la guerra civil fue tremenda. Mantuvo la calma en medio de la tragedia que le rodeaba continuamente, y se puso al servicio del tratamiento de los heridos y enfermos que acudieron a las dependencias de la JAE, convertidas en salas del Hospital de Guerra allí instalado. Hay que destacar el tratamiento que ofreció ante una epidemia de paludismo que afectó a 1.490 personas.

La dirección de la JAE, al desplazarse con el gobierno a Valencia, y posteriormente al exilio, le otorgó plenos poderes a Calandre para defender los intereses y patrimonio de la misma. Fue designado en octubre de 1938 subdelegado de la JAE para enlazar todos los organismos dependientes de la Junta, Residencia de Señoritas, Instituto Cajal, Museo de Ciencias Naturales, Centro de Estudios Históricos y Laboratorio Matemático.

Terminada la contienda, en el primer juicio al que es sometido Luis Calandre no encuentran delito alguno en su conducta (…) Posteriormente le condenan a cinco años de prisión más la imposibilidad de ejercer la profesión

Terminada la contienda, en el primer juicio al que es sometido Luis Calandre no encuentran delito alguno en su conducta y han de ser sus “compañeros” médicos de las Juntas del Colegio de Médicos de Madrid, tras la guerra, presididos por José Fernández de la Portilla (1940), Guillermo Núñez y Antonio Utrilla (1941-42), que cubren la tarea del brazo ejecutor, el doctor José Luis Rodríguez Candela, combativo miembro del Opus Dei el que le condena a cinco años de prisión más la imposibilidad de ejercer la profesión.

Una estadística elemental muestra lo que supone el nuevo régimen para un profesional como Calandre: si entre 1912 y 1938, en 26 años, Calandre publica 80 trabajos (es decir, tres por año), entre 1939 y 1961, en 22 años, solo tres.

En la polémica suscitada por la pretensión de los franquistas de tomar como fecha de creación del CSIC la de 1938, aduciendo ausencia de la JAE, la nieta de Calandre, Cristina Calandre, esgrime los documentos que señalan el otorgamiento de plenos poderes a Calandre por parte de la JAE. El Opus Dei a través de J.L. Rodríguez Candela urdió un expolio.

Referencias:

  • Calandre C. El doctor Luis Calandre Ibáñez: de la Junta para Ampliación de Estudios al exilio interior. Guadalajara : Silente; 2008.
  • Sebastián Raz JM. Ciencia y Compromiso, Luis Calandre Ibáñez. Vida y Obra. Murcia: Editum; 2012.
  • Sebastián Raz JM, Marset Campos P. Calandre Ibáñez, Luis. En: JM Sáez Gómez, C López Fernández, P Marset Campos y JF López Sánchez (dir). Diccionario biográfico y bibliográfico de la ciencia y la medicina en la Región de Murcia, vol. 1. Murcia: Editum; 2016, págs. 294-306.

[1] Ya en el primer número de esta revista, enero de 1910, había publicado “Un caso de estrechez mitral de origen posiblemente gonocócico”

[2] Tenemos de esta forma los  siguientes artículos en Revista Clínica de Madrid (1912), fruto de su estancia en Berlín: “Anatomía del sistema de conducción atrioventricular del corazón”, “Valor clínico del Electrocardiograma”, “Contribución al diagnóstico funcional del corazón derecho”, “Relación entre la frecuencia del pulso y la duración del sístole ventricular en el hombre determinada por electrocardiograma”, “Estudios poligráficos del pulso con especial atención al pulso venoso”, “Diagnóstico dinámico del pulso”. También en 1913 publica en la misma revista, en colaboración con Achucarro “El método del tanino y la `plata amoniacal aplicado al estudio del tejido muscular cardiaco en el hombre y en el carnero”.

[3] Pío Baroja, Jacinto Benavente, Federico García Lorca, Isaac Costero, José Antonio Dorronsoro, Concha Espina, Santiago Garma, Teófilo Hernando, Luis Jiménez de Asúa, Victorio Macho, Gregorio Marañón, Juan Madinaveitía, Wenceslao Roces, Pío del Río Hortega, Juan Planelles, Roberto Novoa Santos, Regino  Sainz de la Maza, Ramón del Valle Inclán, Julian Zugazagoitia, Ramón J. Sender, José María López Mezquita, Antonio Machado, Manuel Machado o Fernando de Castro entre otros.


Pedro Marset Campos y José Miguel Sáez Gómez
Catedráticos de Historia de la Medicina, Universidad de Murcia

Deuda sanitaria de la transición democrática: El caso del Dr. Calandre